jueves, 30 de agosto de 2012

Otro pintor norteamericano encuadrado en el movimiento Hudson River. Nació en New Jersey (1796 - 1886). Pasó varios veranos dibujando en los Catskills, Adirondacks, y en Montañas Blancas, Nuevo Hampshire, haciendo cientos de dibujos y borradores al óleo que luego transformó en finas obras académicas que ayudaron a definir la escuela del río Hudson. Más de lo mismo, paisajes amplios, apacibles ambientes y también introspección en las formas de los árboles, las rocas y los ríos. Buscaba el mayor realismo posible y si acaso eso fue real en sus pinturas tendremos que preguntar qué habrá sido de esos bellos parajes. Otro más que creyó en que la Naturaleza era una manifestación de Dios.






«Dejad al artista aceptar escrupulosamente lo que sea que la naturaleza le muestre hasta que pueda, en algún grado, intimar con su infinitud...nunca dejéis que profane su sacralidad mediante un alejamiento voluntario de la verdad».




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martes, 28 de agosto de 2012

Jon Anderson Cloudz

 CLOUDZ



En el 2008 Jon Anderson sufrió un severo acceso de asma que le obligó guardar reposo durante unos meses y en consecuencia abandonar su gira con la banda Yes. Poco más tarde la banda decidió volver a los escenarios pero con otro cantante, Benoit David, cuya voz se parece en gran medida a la de Jon. Tras esto Jon quedó desvinculado de la banda hasta hoy y de esa experiencia negativa surgió "Survival and Other Stories" un álbum en solitario, bastante irregular pero que por fortuna se salva este tema de tono triste, poco habitual en Anderson. Su voz parece ligeramente cansada, sin fuerza. La edad no perdona, 68 años cantando no pasan en balde. Pese a todo el tema, de corte melancólico, consigue endulzar momentos de convalecencia.

"Estuvimos con los brazos abiertos
Abrazando las nubes, abrazando las nubes
A solas
Ahora que veo este dia suceder
Ahora que veo este día suceder de nuevo
Después que el sol danzara para nosotros
Después que la luna cantara para nosotros.
Por encima de las nubes"




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sábado, 25 de agosto de 2012


AARON SACHS

  "Estos hombres emplearon sus carreras contemplando impenetrables abismos"  

 LA CORRIENTE HUMBOLDT
Los movimientos ecologistas que apenas tenían cabida en el panorama político hace unos años, sólo han llegado a ser considerados de importancia vital cuando las causas de sus protestas se han hecho más que evidentes, amenazantes. Por desgracia sólo parece preocuparnos los casos medio ambientales cuando el futuro se ve negro y de resultado inmediato, porque el futuro lejano, aunque venga oscuro, siempre ha parecido asunto alarmante de agoreros que vienen sólo con el propósito de querer cargarse el progreso porque sí, a base de idealismos poéticos y reaccionarios, poco pragmáticos o nada realistas. Cosa de hippies anarcos, o de vagos idealistas.
La lucha por la conservación natural y sus peligrosas consecuencias, de continuar negligentes con el entorno, puede parecer un problema reciente de los últimos decenios, pero tiene una historia bastante distante. Sus raíces podrían remontarse al siglo XVIII, en uno de esos soñadores románticos, en Alexander Von Humboldt. Al menos así lo cree Aaron Sachs, que en su libro “La Corriente Humboldt” rescata la figura, pensamiento y actitud del científico prusiano como modelo para entender la esencia fundamental del cual debería brotar todo principio ecologista. Le siguen por igual otros exploradores norteamericanos como J. N. Reynolds, Clarence King, George Wallace Melville y John Muir.* Todos ellos terminaron por percibir en la Naturaleza virgen una conexión mística que relegaba a un lado inferior el utilitarismo que han venido reverenciando las sociedades tecnológicas desde entonces. La recompensa más agradecida, la que les hacia más ricos, no fue la busca de fortuna o fama, sino la simple aventura de participar en los viajes que emprendieron hacia ninguna parte. En dejar que sus existencias fluyeran perdidas en la profusa naturaleza que el azar desplegaba ante ellos. Sachs, en este fabuloso libro, no olvida que hay ciertos límites en los encantos del mundo paradisíaco que ellos exploraron y que algunos, en mayor o menor medida, pagaron caras en ocasiones sus aventuras románticas, pero que al final, ya sea en el recuerdo o en la convicción, todos ellos siguieron confesando hasta el final de sus días que el mejor provecho de sus vidas fue sin duda el haber sido participes en la interrelación del cosmos.
Y si esto no se siente desde ya, demos por imperfecta nuestra concepción de la ecología.



"Tal y como Humboldt había explicado, la más importante lección de "comunión con la naturaleza" fue el despertar a "los estrechos límites de nuestra propia existencia"" 

"Lo que Humboldt quiso que sus oyentes y lectores venerasen, no era el cosmos en sí mismo, el todo maravilloso no podría existir sin cada una de sus partes, la comunidad global de la cual los seres humanos eran miembros"

"El universo es paradójico, es a su vez bienvenido y terrorífico, resplandeciente y prepotente, ratificante y desdeñoso. Somos parte de todo ello [...] La caza, la intrusión pueden ser naturales pero si declaramos la guerra y tenemos tentativas de conquista, nos estamos conduciendo a la caída. Incluso la humilde finalidad de entender la naturaleza es una delicada y una quizás dudosa propuesta"

“Hay que interactuar con la naturaleza, hay que usar sus recursos, hay que modelar la tierra. Creo que la clave es tomar todas estas tareas con delicadeza, enfrentarse a ellas como experiencias, con un balance adecuado de arte y ciencia, con espíritu de humildad y admiración”


 “Ambientes extremos nos recuerdan que nuestro alcance completo de la naturaleza, permanecerá por siempre primitivo”

Aaron Sachs “The Humboldt Current”  in Penguin Books 2006
Desafortunademente no hay traducción al castellano hasta la fecha.
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lunes, 20 de agosto de 2012

William Walton - Touch her Soft Lips and Part


Son tan sólo dos minutos musicales, pero quién da tanto en tan poco tiempo. Esta composición de William Walton que fue escrita para el film Henry V  nos sitúa en un estado de nostalgia hacia los dulces momentos de la infancia, que no están perdidos, sino para siempre cobijados en el recuerdo. Tiene un aire de brisa matinal que sopla al despuntar del día. La bienvenida o la despedida de alguien que viene o se va pero desde la perspectiva cariñosa de estar uno en paz con el destino. La Naturaleza parece estar de acuerdo con ello.



"Hubo un tiempo en que prados, bosquecillos y arroyos,
la tierra y sus visiones cotidianas,
todo me parecía
de luz cerulea ornado,
de frescor y gloria de los sueños.
Pero como fue antaño no es ya ahora,
y dondequiera vuelvo la mirada,
en la noche o el día,
no me aparecen ya las cosas de otros tiempos

Gracias al corazón que nos da vida
gracias a sus ternuras, alegrías y miedos,
la flor mas apagada, al abrirse , me brinda
pensares demasiado hondos para las lágrimas."

 Ode: Intimations of Immortality from Recollections of Early Childhood
Atisbos de inmortalidad en los recuerdos de la primera infancia
WILLIAM  WORDSWORTH
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sábado, 18 de agosto de 2012


 ALIENÍGENAS
Stephen Hawking, que nada tiene de romántico (es por eso que no me gusta mucho cómo escribe) comentó no hace mucho que si los extraterrestres alguna vez nos visitaran, sería con intenciones de invasión, para beneficiarse de nuestros recursos, y que por ello deberíamos ser muy cautelosos respecto a cualquier contacto con civilizaciones similares a la nuestra o superiores. Esto ya deja bien a las claras cómo funciona nuestra mentalidad humana que prosigue su programa evolutivo asentado en la beligerancia, y que se excusa asimisma en la necesidad natural de la supervivencia, bien reflejado, por otra parte, en el comportamiento de los muchos animales depredadores que pululan por la superficie del planeta azul.
Hablando de una civilización superior tal vez la imaginación nos falle un cacho, ya que por algo somos inferiores y nos distanciamos mucho de lo que en verdad pueda mostrase en un momento dado del futuro, que seguramente superará nuestra imaginación y nos dejará estupefactos. Por otro parte, una civilización superior de otro planeta quizá pase de nuestra especie como nosotros de las hormigas, a las que por lo general no prestamos la más mínima atención, (salvo entomólogos como David Atteborough), así que me pregunto, ¿a qué se debe tanta curiosidad por saber si hay vida extraterrestre cuando hay muchos que no muestran ningún interés por la vida y comportamiento de los animales que ya habitan en su propia tierra? Es más, se me ocurre que, si hay una civilización superior a la nuestra no me encaja la idea de mantener una actitud belicosa, porque ya en la nuestra ralentiza el progreso sobremanera, sino es que termina por destruirse a si misma.
Para quienes les pique saber qué esconden los millones de planetas que salpican el espacio, ocultos en el resplandor de millones de galaxias, pero no puedan mitigar su escozor por falta de recursos tecnológicos para inspeccionarlos, les sugiero que presten más atención en lo que anida en las entrañas del suyo propio, la Tierra. Se llevarían una gran sorpresa. Muchos seres vivos pasarían por alienígenas, por sus caras extravagantes ... y por sus estrambóticas vidas en sociedad.

 




 
Parecen de otro planeta, pero están en este. La serie documental "Vida en Miniatura" en inglés, "Life in the Undergrowth" de David Attenborough es lo más aproximado a mundo supuestamente alienígena. Una serie muy recomendable de cinco capitulos, cada cual más espectacular, fantástico e incluso tenebroso. Caprichos de la naturaleza, Belleza de lo raro.
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jueves, 16 de agosto de 2012


CURIOSITY 

Ahora que el cochecito robot Curiosity se pasea por el suelo de Marte como Pedro por su casa, sacando fotos en exclusiva para que podamos nosotros, cómodamente sentados, admirar lo decepcionante que es la fisonomía del planeta, con sus piedras desperdigadas por el desierto, todo de un color uniforme rojizo tan yermo y aburrido como la luna, me viene a la mente una lectura didáctica al respecto. No es que seamos sólo nosotros, los del planeta Tierra, los únicos que gozamos del principio Antrópico (principio por el cual tenemos el privilegio de existir tal cual gracias a las casi infinitas casualidades que han jugado a nuestro favor y, en consecuencia, difícil es que eso se vaya a repetir en otro punto del universo) no, no es eso. La razón por la que en el planeta rojo no haya vida y su belleza nos resulte tan paupérrima como la de la luna, es clara y sencillamente, porque así lo merecemos.
Si todavía, a estas alturas de la evolución no hemos sabido poner orden en nuestra casa para qué buscar santos remedios en la del vecino. Si no valoramos y respetamos la variedad de culturas, flora y fauna que pueblan nuestros ecosistemas, entendiendo la diversidad como unidad y fuente necesaria de estabilidad. Si mostramos indiferencia ante el deterioro constante que causamos con nuestras acciones egoístas. Si entre nosotros mismos nos matamos por no saber compartir ideas. Si continuamos sin apreciar la belleza del azar en la naturaleza creyendo que eso es cosa sólo de poetas o lunáticos, es que no merecemos encontrar otros mundos que se adapten a nuestra singular biología. Porque nuestra cualidad de seres, hoy por hoy, está forzada a la insaciable avaricia, al abuso y a la intransigencia. No es tanto la lucha por la supervivencia como la falta de discernimiento entre la necesidad y el exceso. Disfruta de la Tierra, pero no la poseas, dijo Thoreau. De llegar fácilmente a otro planeta, que ofreciera posibilidades de vida, cometeríamos la misma injusticia que se hizo con el Nuevo Mundo tras la llegada de Colón. Mientras los nacionalismos políticos continúen alimentando orgullos y odios por igual, mientras la idea de colonizar lleve un nombre propio, mejor será que no pongamos pie en el suelo de ningún otro planeta.
Por fortuna todo indica que pasara un tiempo antes de que se descubra un sitio hospitable en las distancias astronómicas que nos separan. A ello habrá que añadir luego la complejidad de viajar hasta ese punto, así cómo el adaptarse a unas cuantas condiciones fisiológicas que se presenten. Todo ello nos llevará unos siglos de continua investigación y desarrollo. No será fácil, pero a ver si para entonces nuestra forma de armonizar con el entorno mejora.

Ojala estas imágenes de Marte nos ayuden a valorar la riqueza propia de nuestro planeta. Queda mucho por aprender en la vasta superficie del planeta azul. Es cuestión de saber abrir los sentidos al espectáculo que se descubre en la naturaleza.



Estos otros mundos  están reservados para quienes  de verdad sepan hacer un buen uso de ellos. Mientras tanto a seguir esperando y a esmerarse por alcanzar mejor entendimiento entre las razas. Nos queda mucha historia por crear. Mucha apertura de miras para comprender de qué va la creación.


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domingo, 12 de agosto de 2012

CLARENCE KING
Cómo admiro a esos exploradores del salvaje oeste norteamericano. Aquellos primeros colonos que se aventuraban a inspeccionar las tierras vírgenes que se desplegaban a lo ancho y alto del horizonte, tierras algunas ni siquiera pobladas por tribus nativas. Aquella fue una época de abrir caminos al azar, sin que nadie supiera hacia donde iban, pero que unos pocos sí parecían entender y, por ende, respetar el suelo que pisaban. De aquella invasión europea en busca de un mundo mejor surgieron unos cuantos montañeros, soñadores románticos, que vivían en paz con lo que la aventura les propinaba, satisfechos de si mismos y agradecidos. Un todo genial, fantástico, si no fuera porque la sociedad americana ya abocada al rampante materialismo, no exigiera de todos una complicidad mecánica... a ese ajuste malsano que componen las piezas de esta sociedad industrializada.
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Clarence King  (1842 - 1901)  fue un geólogo, montañero y crítico de arte. Uno de los pocos registrados en la historia de emprendedores científicos que supo disfrutar de ese añadido especial que el trabajo en las grandes montañas tiene. Pareció encontrar en sus comisionadas expediciones una libertad genuina que la vida en las nacientes grandes ciudades de América ahogaba. Su monótono trabajo de análisis sobre el suelo americano le llevo en ocasiones a olvidarse de sus deberes profesionales para, en compañía de sus amigos más íntimos, escaparse a las alturas de las montañas, en especial Sierra Nevada, en busca simplemente de puro recreo, tal vez como meta llegar a tal cumbre no alcanzada antes por otro o marcar caminos para fijarlos en mapas. Coetáneo de John Muir, King fue más pragmático, menos lírico que aquel en sus consideraciones con la naturaleza pero no exento de buen gusto descriptivo y más sensato con las fuerzas que la naturaleza oculta, lo cual también es de agradecer. Su vida fue una confusa mezcla de logros extraordinarios, fracasos inesperados y pasiones secretas. Llevó una doble vida, en ocasiones contradictoria con sus dictámenes y sus hechos. Detestaba el capitalismo pero caía en sus redes. Se casó con una mujer de color en secreto por miedo a reprimendas de su familia y demás prejuicios sociales. Su amor hacia algunos de sus colegas parecía ir más allá de la mera amistad. En fin, una vida que haría las delicias de un guionista de cine, amén del pasaje por tierras de Arizona cuando fue capturado por los indios guerreros Hualapai y a punto estuvo de ser quemado vivo si no fuera por una patrulla militar que llegó a tiempo y salvarle por los pelos.
Su libro más conocido es "Mountaineering in the Sierra Nevada" Un buen legado del montañismo del siglo XIX, con sus descripciones geográficas, encantos y desencantos que conlleva la exploración por tierras nunca antes pisoteadas, escrito con el cierto sabor romántico y añejo de aquellos años semi salvajes. Su gran amigo Henry Adams dijo de él: "Fue un hombre que del sol de la Sierra quedó exhausto, un hombre que dejó una impresión oscura de vitalidad y originalidad y la memoria de una vida a menudo más extraña que la misma ficción" o como sentencia Aaron Sachs en el ensayo de su vida en el libro "The Humboldt Current", "Él supo entender el medio ambiente como una cósmica interrelación de elementos y la habilidad en infundir un sentido de conexión y paz a la vez que entendió su poder catastrófico."


"Esa descomunal y espectral montaña, que brilla y a la vez envuelta en misterio etéreo, surgiendo por encima de todas las alturas terrenales"
"Nuestra vista a menudo se remonta a las alturas,  por los rayos estirados que nos guian hacia el verdor, a los picos iluminados, hasta las nubes. Todo cuanto es oscuro y frio, de solemne color,  belleza cerúlea oscureciéndose en la distancia, todo ese súbito brillo de la luz que tiñe las ramas verdes o rojas y queda estriado en rayos, nos envuelve en constante combinación mientras cabalgamos por estos sinuosos senderos de la Sierra"
"Parece como si la adaptación de diferentes parcelas de tierra para el uso y disfrute del hombre fuese un asunto que perteneciera estrictamente al todopoderoso más que al poder humano, que solamente podemos aceptar la geografía de la naturaleza tal y como la encontramos, y quedar contentos con semejantes suelos y cielos, tal y como Ella espontáneamente los ofrece"


Fotografías de Carleton Watkins, quien acompaño a Clarence King en algunas de sus exploraciones geológicas. El diminuto personaje que aparece de espaldas al objetivo bien podría ser Clarence King.
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sábado, 4 de agosto de 2012

PAUL SCOTT
Paul es un fotógrafo que vive en Swindon, UK, y nos dice en su perfil de Flickr que su debilidad son los paisajes, que le gusta compartir sus fotos con quienes aprecian la fotografía. No tiene prejuicios en utilizar Photoshop pero no manipula los originales añadiendo elementos o quitandolos, él sólo persigue acentuar una sensación o devolver a la escena su peculiar esencia.
El paisaje inglés es al que le saca mejor partido. Campiñas verdes, bosques floridos, amaneceres con niebla que difuminan los recortados montes en la distancia y el sol aletargado tras un velo nuboso. El frescor de la mañana, los parajes solitarios. Belleza cautivadora para quienes abren los ojos con sentir poético.







"Ciertas horas, intervalos que he vivido, horas ante la Naturaleza, esculpidas en la ternura del aislamiento, me quedarán para siempre como medallas"
                                                                  Fernando Pessoa

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Tangerine Dream

RUBYCON




Sabemos que hay infinidad de planetas escondidos entre la oscuridad del espacio. Tierras inhóspitas donde quien sabe qué criaturas las habitan. Imagino una geografía de colores invertidos, de nuevas aleaciones químicas que revelarían una fisonomía distinta del suelo, montañas rocosas que semejan nubes, árboles gigantescos, cielos con múltiples lunas. Planetas demasiado alejados de nuestra curiosidad empírica, imposibles de alcanzar siquiera con nuestra mirada. Pero quiero creer que sus distancias astronómicas son proporcionales en cierto modo a nuestra mentalidad mórbida. Porque mientras en nuestra propia casa, la Tierra, no reine la armonía entre las razas, las creencias, las culturas y haya respeto por el mobiliario natural que forma nuestro  planeta, no alcanzaremos esos otros mundos remotos. No para contaminarlos, no para corromper y ensuciar sus tierras, tal y como se hizo al descubrir en 1492, ese nuevo continente que fue presa de la ambición impúdica europea. Y siento creer que muchos siglos pasarán antes de que los humanos entendamos mayoritariamente que la variedad bien entendida crea la unidad, que el amor sin egoísmos crea la paz perpetua y que la verdadera riqueza es inmaterial. Por lo que, muchos siglos pasaran antes de que podamos emprender la tarea de alcanzar uno de esos nuevos mundos que flotan en el vasto océano celeste.
De momento, lo mejor que podemos hacer es imaginar qué pueden esconder esos planetas perdidos. La música de Tangerine Dream, y concretamente en este trabajo de 1975, Rubycon,  se encuentra entre sus mejores obras electrónicas que invitan al recreo mental en el misterio y la fantasía de esos planetas perdidos.



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