domingo, 12 de agosto de 2012

CLARENCE KING
Cómo admiro a esos exploradores del salvaje oeste norteamericano. Aquellos primeros colonos que se aventuraban a inspeccionar las tierras vírgenes que se desplegaban a lo ancho y alto del horizonte, tierras algunas ni siquiera pobladas por tribus nativas. Aquella fue una época de abrir caminos al azar, sin que nadie supiera hacia donde iban, pero que unos pocos sí parecían entender y, por ende, respetar el suelo que pisaban. De aquella invasión europea en busca de un mundo mejor surgieron unos cuantos montañeros, soñadores románticos, que vivían en paz con lo que la aventura les propinaba, satisfechos de si mismos y agradecidos. Un todo genial, fantástico, si no fuera porque la sociedad americana ya abocada al rampante materialismo, no exigiera de todos una complicidad mecánica... a ese ajuste malsano que componen las piezas de esta sociedad industrializada.
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Clarence King  (1842 - 1901)  fue un geólogo, montañero y crítico de arte. Uno de los pocos registrados en la historia de emprendedores científicos que supo disfrutar de ese añadido especial que el trabajo en las grandes montañas tiene. Pareció encontrar en sus comisionadas expediciones una libertad genuina que la vida en las nacientes grandes ciudades de América ahogaba. Su monótono trabajo de análisis sobre el suelo americano le llevo en ocasiones a olvidarse de sus deberes profesionales para, en compañía de sus amigos más íntimos, escaparse a las alturas de las montañas, en especial Sierra Nevada, en busca simplemente de puro recreo, tal vez como meta llegar a tal cumbre no alcanzada antes por otro o marcar caminos para fijarlos en mapas. Coetáneo de John Muir, King fue más pragmático, menos lírico que aquel en sus consideraciones con la naturaleza pero no exento de buen gusto descriptivo y más sensato con las fuerzas que la naturaleza oculta, lo cual también es de agradecer. Su vida fue una confusa mezcla de logros extraordinarios, fracasos inesperados y pasiones secretas. Llevó una doble vida, en ocasiones contradictoria con sus dictámenes y sus hechos. Detestaba el capitalismo pero caía en sus redes. Se casó con una mujer de color en secreto por miedo a reprimendas de su familia y demás prejuicios sociales. Su amor hacia algunos de sus colegas parecía ir más allá de la mera amistad. En fin, una vida que haría las delicias de un guionista de cine, amén del pasaje por tierras de Arizona cuando fue capturado por los indios guerreros Hualapai y a punto estuvo de ser quemado vivo si no fuera por una patrulla militar que llegó a tiempo y salvarle por los pelos.
Su libro más conocido es "Mountaineering in the Sierra Nevada" Un buen legado del montañismo del siglo XIX, con sus descripciones geográficas, encantos y desencantos que conlleva la exploración por tierras nunca antes pisoteadas, escrito con el cierto sabor romántico y añejo de aquellos años semi salvajes. Su gran amigo Henry Adams dijo de él: "Fue un hombre que del sol de la Sierra quedó exhausto, un hombre que dejó una impresión oscura de vitalidad y originalidad y la memoria de una vida a menudo más extraña que la misma ficción" o como sentencia Aaron Sachs en el ensayo de su vida en el libro "The Humboldt Current", "Él supo entender el medio ambiente como una cósmica interrelación de elementos y la habilidad en infundir un sentido de conexión y paz a la vez que entendió su poder catastrófico."


"Esa descomunal y espectral montaña, que brilla y a la vez envuelta en misterio etéreo, surgiendo por encima de todas las alturas terrenales"
"Nuestra vista a menudo se remonta a las alturas,  por los rayos estirados que nos guian hacia el verdor, a los picos iluminados, hasta las nubes. Todo cuanto es oscuro y frio, de solemne color,  belleza cerúlea oscureciéndose en la distancia, todo ese súbito brillo de la luz que tiñe las ramas verdes o rojas y queda estriado en rayos, nos envuelve en constante combinación mientras cabalgamos por estos sinuosos senderos de la Sierra"
"Parece como si la adaptación de diferentes parcelas de tierra para el uso y disfrute del hombre fuese un asunto que perteneciera estrictamente al todopoderoso más que al poder humano, que solamente podemos aceptar la geografía de la naturaleza tal y como la encontramos, y quedar contentos con semejantes suelos y cielos, tal y como Ella espontáneamente los ofrece"


Fotografías de Carleton Watkins, quien acompaño a Clarence King en algunas de sus exploraciones geológicas. El diminuto personaje que aparece de espaldas al objetivo bien podría ser Clarence King.
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