martes, 16 de octubre de 2012

"...estas delicadas y poéticas estrellas, elocuentes de promesas secretas"
CON LOS OJOS EMOCIONADOS
Ralph Waldo Emerson

Emerson escribió dos ensayos distintos con el mismo titulo de "Naturaleza". Uno pertenece a 1836 y el otro data de 1844. El primero es más largo y es el más conocido pero los dos son parte de una misma idea filosófica que fue bautizada poco después como Trascendentalismo. Del primero hay traducciones al castellano, del segundo no estoy tan seguro. Pero muy bien se podría haber creado un libro solido con los dos ensayos más un tercero "El Método de la Naturaleza" englobados bajo el mismo tema, aunque el idealismo intuido en la Naturaleza fuese un tema recurrente en los discursos de este pensador y poeta. Crítico severo de la sociedad americana, sus opiniones siguen hoy en día tan vivas y educativas como lo fueron en su tiempo. Traduzco de su crudo ingles tres parrafos de su segundo discurso.
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La tenue luz de los bosques es como una mañana imperecedera, estimulante y heroica. En estos lugares los consabidos encantos del pasado  trepan en nosotros. Los tallos de los pinos, las cicutas y los robles brillan casi como el hierro en nuestros ojos emocionados. Los árboles mudos empiezan a persuadirnos de que vivamos con ellos y renunciemos de nuestras frivolidades protocolarias. Aquí ni la historia, ni la iglesia, ni el estado se interponen entre el cielo divino y el año inmortal. Con qué facilidad podemos caminar hacia el interior del ancho paisaje, absorbidos por nuevas imágenes y pensamientos que veloces se suceden uno tras otro, hasta que paulatinamente el recuerdo del hogar queda apartado de la mente, toda memoria obliterada por la tiranía del presente y exultantes somos conducidos por la naturaleza. Estos encantos son un lenitivo, nos renuevan y nos curan. Son placeres sencillos, afables y nativos a nosotros. Volvemos a nuestro ser, y hacemos amistad con la materia, esa que la verborrea de las escuelas nos induce a despreciar.

                                                                            Daniel Bates
Agentes espirituales nos escoltan de la mano a través de la vida, y un beneficioso propósito yace esperándonos. No podemos intercambiar palabras con la Naturaleza, o hacer tratos con ella igual que hacemos con las personas. Si medimos nuestras fuerzas individuales contra ella, podemos fácilmente sentirnos como si practicáramos el deporte de un destino insuperable. Pero, si en vez de identificarnos nosotros con el trabajo, sentimos que el alma del Hacedor fluye a través de nosotros, encontraremos enseguida la paz de la mañana abrigada en nuestros corazones y los incomprensibles poderes de la gravedad y la química, y aún más, de la vida, preexistiendo en nuestro interior en sus formas más elevadas.

                                                                             Tony Wooding
La Naturaleza es la encarnación de un pensamiento y vuelve al pensamiento otra vez, como el hielo se hace agua y el agua se hace gas. [...] Ese poder que no respeta la cantidad, que hace del todo y la partícula su ecuánime cauce, que confía su sonrisa a la mañana y destila su esencia en cada gota de lluvia. Cada objeto, cada momento, nos instruyen, porque la sabiduría se inspira en todas las formas. Ha sido vertida en nuestras venas igual que sangre; nos estremeció como el dolor; se deslizó en nosotros como placer; nos envolvió en la desgana, días melancólicos, o en días de alegres tareas. No adivinamos su esencia hasta bien transcurrido un tiempo.

                                                                             William Mellor
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