lunes, 6 de febrero de 2012

  (1915 - 1973) 

Mi primera gran introducción a la filosofía Zen fue leer este libro, ya un clásico, El Camino Del Zen, de Alan Watts. Tengo que confesar que no soy de los que confían en filosofías o creencias sin reservas ni criterio, apostando con mi fe por encima de todo. Esa no es mi postura. Nunca he podido ver en ninguna filosofía ni religión, la salvación ante la triste encrucijada a la que nos enfrentamos diariamente. Mi fe y mi confianza ondulan en cualquier creencia. Siempre veo agujeros por los que mi esperanza se pierde. Y sostengo que eso le pasa incluso a los más acérrimos creyentes, aunque no quieran manifestarlo. El mismo Budismo es un poco desconcertante en cuanto a que su propuesta es la de no aferrarse a nada (ni siquiera al Budismo) y aceptar el libre camino que el flujo de la vida impone. Cosa difícil. Pero dudo que esa sea una actitud indiferente ante los acontecimientos, a no tomar partido en nada. De tener que actuar, procura no pensar en tu beneficio personal (libérate de tu ego) y ese será el camino más acertado, o por lo menos del que no puedan acusarte de incurrir en pecado. El Zen te ayuda a vivir con serenidad al no caer en forzosas actitudes, que además, a priori, no garantizan el éxito. Y en lo que sí acierta de lleno es en que la felicidad pertenece a un estado en que la consciencia del yo no entra en juego. Si lo hace, se pierde. Por eso persigue la vacuidad, el vacío que dé paso a que lo que haya ahí, o vaya a venir, lo aceptemos sin que interfiramos por culpa de nuestro ego, de nuestras ambiciones. Todo momento puede ser perfecto en sí mismo. El que lo hace imperfecto es nuestro lenguaje y el afán de codicia por querer mejorar lo inmejorable. Por supuesto que en el tema espinoso del dolor físico, el Zen queda un poco, a mi parecer, mudo, oscuro. Pero en cuanto al sufrimiento que nosotros mismos nos inferimos, el Zen ayuda a entender  los tontos errores que nuestra mente egocéntrica comete.
El libro de Watts está dividido en dos partes, "Antecedetes e Historia" y "Los Principios y la Práctica". Es agradable de leer, su pensamiento es transparente y contiene excelentes máximas, incluso algunos haikus. 

"Sólo existe este ahora. No viene de ninguna parte; no va a ninguna parte. No es permanente, pero tampoco deja de serlo, Aunque se mueve siempre está quieto. Cuando tratamos de capturarlo parece huir, y sin embargo siempre está aquí y no hay modo de escapar de él. Y cuando nos volvemos para encontrar el yo que conoce este momento hallamos que se ha desvanecido como el pasado"
"La vida no es una situación donde haya algo que agarrar o ganar"
 "Hay que repetir por tanto, que las negaciones se aplican a nuestras ideas acerca de la realidad, no a la realidad misma."
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