viernes, 1 de agosto de 2014

"Además del deseo de producir cosas hermosas la pasión rectora de mi vida ha sido y sigue siendo el odio hacia la civilización moderna" -Williams Morris

LO QUE ME QUEDA POR LEER
Cuando al principio inicié este blog contaba con poco más de una docena de pensadores, poetas y artistas que vieron en la Naturaleza algo distinto al burdo aprovechamiento de este planeta en pro de las necesidades vitales (y no tan vitales) del hombre. Se entiende, toda esa lucha implacable hasta hoy por dominar la tierra y exprimir sus recursos que nos faciliten la supervivencia. Contaba sí, con unos pocos que ante la Naturaleza se sentían en paz y no la veían como una constante enemiga que había que someter a las exigencias humanas, más aún, sentían que gracias a ella podían ir más allá, leer en su perpetua combinación de formas y colores un mensaje divino, algo milagroso. Y al parecer no eran pocos, porque a través de unos, uno llega a descubrir que hay otros y de esos otros que hay muchos otros, y el asunto, desde que empecé este blog, ha llegado hasta tal punto que la lista de lunáticos que han  dispuesto su pensamiento al servicio de las ideas que den un sentido eficiente a la vida a través de la Naturaleza son ya tantos que no tendré, creo, tiempo suficiente para degustar sus inquietudes. Entre otros de los que he añadido a mi lista cuentan, John Ruskin, William Morris, Max Scheler, Hans Jonas, Alfred Whitehead, Marco Pallis, Rudolf Otto, Rene Güenon, Frithjof Schuon, George Collingwood, Adalbert Stifter,  Friedrich Schelling,  San Miguel de Pablos, Lord Northbourne, y paro de contar. Me queda la Editorial Trotta que gustosamente me leería todos sus libros, más los de la Editorial Kairós y que sé yo que más. Me quedan además algunos pintores y poetas olvidados o no traducidos al castellano.......


Y sí, serán muchos, pero muchos más son aquellos que les ignoran. Y muchos todavía los que se afanan en defender el progreso pragmático como la mejor vía de escape a nuestro malestar existencial, cuando en el fondo lo que les satisface son sus negocios turbios por acumular dinero para vivir en la abundancia hedonista. Hay quien pueda acusarme de reaccionario, de que sin el progreso no tendría Internet, ni móvil, pues bien, les diré que "no se puede echar en falta lo que nunca se ha tenido", es decir, que de pequeño, (y no tan pequeño) viví sin Internet, ni móvil y creo recordar haber sido tan feliz o más que ahora. Con ello no predico que haya que volver a la vida artesana de la Edad Media, como William Morris sugiriera, ni volver a los tiempos primitivos para que así tenga mi vida en un hábitat de Naturaleza virginal, con sus inconveniencias climáticas y salvajes. No se trata de eso. Ahora se trata de trazar una nueva ruta, un plano que de más espacio a la naturaleza en las ciudades porque bastante nos hemos olvidado de ella. No basta con edificar casas cubo, torres y carreteras sin pensar donde dejamos el verde y el azul. Estoy convencido de que hay otra forma de diseñar el entorno, de dar pluralidad a los árboles y a las plantas, al cielo y al mar, de sentirnos más cercanos al paraíso perdido, ese con en el que soñamos (algunos). Estoy hablando de poesía, de religión, de metafísica, de ciencia y del cosmos en conjunto, de esa gota de agua que resbala sobre una hoja verde en un jardín un día de lluvia, de ese pájaro que  se posa cerca de nosotros un ratito para dejarse ver. Detalles que no deberían pasar desapercibidos, detalles que a diario se nos ofrecen como por arte de magia. Pero seguimos igual, sin enterarnos de nada porque pensar parece tarea de unos pocos. Sería deseable que la vida fuese menos azarosa, menos activa y prestáramos más atención a la vida contemplativa, a la reflexión y a la meditación. Entrar en el mundo de esos escritores es entender esto y más de lo que podemos imaginar. Y eso, te conste, ayuda a vivir con más intensidad.


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