domingo, 11 de marzo de 2012


El Guardador de Rebaños
No es precisamente Pessoa un poeta consagrado al canto de la Naturaleza. Su vida se vio rendida a una ciudad que él sufrió con melancolía, Lisboa. Su trabajo monótono en una oficina como contable le condujo a un análisis existencialista de su vida, no exento de matices románticos y por supuesto algunos guiños a la naturaleza que, de una u otra forma, siempre acaba por infiltrarse por entre los edificios amurallados de las grandes ciudades, a modo de cielos, de nubes, del matiz que vierte la luz a cierta hora del día y, como no, de la lluvia, referencias constantes en su gran obra atribuida a su heterónimo Bernardo Soares, El Libro del Desasosiego. Una de sus más notables frases decía, ante el resultado de un fracaso, "Ciertas horas-intervalos que he vivido, horas ante la Naturaleza, esculpidas en la ternura del aislamiento, me quedarán para siempre como medallas." Esto nos hace creer que Pessoa escondía un tesoro en el alma que no llegó nunca a confesar en sus escritos tristes.
Nos queda a pesar de su falta evidente, explicita, del fervor a la Naturaleza, el largo poema El guardador de Rebaños, atribuido a otro heterónimo suyo, Alberto Cairo. (Campesino, sin estudios formales, poeta filósofo que huía de la metafísica y cualquier simbolismo de la vida, que dijo "Hay suficiente metafísica en no pensar nada") Poema con claras alusiones a la Naturaleza y las sugerencias que ella transmite cuando en soledad la contemplamos. El pastor divagaba así:

"Yo nunca guardé rebaños,
pero es como si los guardara.
Mi alma es como un pastor
conoce el viento y el sol
y anda de la mano de las Estaciones
siguiendo y mirando.
Toda la paz de la Naturaleza a solas
viene a sentarse a mi lado.
Pero permanezco triste, como un atardecer
para nuestra imaginación,
cuando refresca en el fondo de la planicie
y se siente que la noche ha entrado
como una mariposa por la ventana"


"Y si deseo a veces,
por imaginar, ser corderito
(o ser todo el rebaño
para andar esparcido por toda la ladera
y ser mucha cosa feliz al mismo tiempo),
es sólo porque siento lo que escribo al atardecer ,
o cuando una nube pasa la mano sobre la luz
y un silencio corre a lo largo de la hierba."

"Pero si Dios es la flores y los árboles
y los montes y el sol y la luna,
entonces creo en él,
entonces creo en él en todo instante
y mi vida es toda una oración y una misa
y una comunión con los ojos y por los oídos."

"Flor, me cogió el destino para los ojos.
Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.
Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.
Me resigno y me siento casi alegre,
casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!
Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la
que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.
"

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