martes, 9 de octubre de 2012

URDAIBAI
EL BOSQUE ENCANTADO
El pasado domingo me acerqué con mi amigo Paco por Uradaibai. Tomamos una ruta que nos acercó al bosque encantado de Oma, donde Ibarrola pintó unos cuantos árboles de colores, ojos y siluetas de personas. El camino de acceso al bosque es sencillo. Se trata de largo camino ancho, casi asfaltado, por el que, como no, los coches pueden acceder aunque les esté prohibido. Yo esperaba algo más intrincado, un caminito angosto tan solo trotado por los pies de los senderistas y por un amplio y umbrío bosque que nos condujera al sitio de los arboles pintados, pero todo resultó bastante menos aventurero. Llegados al lugar del destino vimos las pinturas como quien visita un museo. Hay muchos que opinan que la obra es una tontería, bien porque lo hace cualquiera o bien porque no es demasiado artístico. A mi me gustó porque me recordaron a las pinturas de los indios norteamericanos, a tribus ya extintas que dejaron las huellas rupestres de algún supuesto ritual, o acaso fueran mensajes venidos de otros visitantes extraterrestres. Además, hay que saber jugar con los troncos y según de donde se mire algunas figuras se unen. La idea es imaginativa. Así de simple. De regreso al valle de Oma y tras comer los bocatas nos acercamos a la cueva de Santimamiñe que encontramos cerrada. Solamente se puede visitar con cita previa y en grupos guiados. Lugar curioso donde los hombres primitivos vivieron hace unos 14.000 años. De modo que nos quedamos sin admirar el arte pre-histórico de nuestros antepasados. Qué vidas aquellas. Más tarde nos dimos un paseo por los alrededores sin poder desviarnos de las carreteras porque todo terreno estaba vallado a los visitantes. Nos tentó subir al pico Ereñozar, tal vez no muy alto pero extremadamente empinado, donde hay asentada una pequeña ermita en el pico y desde donde a buen seguro las vistas son espectaculares. Por desgracia no encontramos la ruta de escalada y como ya estábamos un tanto cansados desistimos de intentarlo. Nos hizo buen tiempo, hicimos unas risas, la excursión nos distrajo de los soporíferos domingos.



El camino de acceso al bosque es sencillo. Yo esperaba algo más intrincado, un caminito angosto tan solo trotado por los pies de los senderistas y por un amplio y umbrío bosque que nos condujera al sitio de los arboles pintados, pero todo resulto bastante menos aventurado. 




Me recordaron a las pinturas de los indios norteamericanos, a tribus ya extintas que dejaron las huellas rupestres de algún supuesto ritual, o acaso fueran mensajes venidos de otros visitantes extraterrestres.
Donde los hombres primitivos vivieron hace unos 14.000 años .
Qué vidas aquellas.
 

 
 Nos dimos un paseo por los alrededores sin poder desviarnos de las carreteras porque todo terreno estaba cercado a los visitantes
 
 Nos tentó subir al pico Ereñozar, tal vez no muy alto pero extremadamente empinado, desde donde a buen seguro las vistas son espectaculares y donde hay asentada una pequeña ermita.
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