viernes, 10 de abril de 2015

"De cómo damos forma a los edificios, ellos nos definen" Winston Churchill
ECO CITIES
 
Cuando somos pequeños aceptamos el mundo tal y como se nos revela. Sea este feo o bonito, no llega a importar mucho. No se plantean objeciones a cuanto podamos observar a nuestro alrededor. A no ser que algo nos haga daño directamente o se resista a satisfacer nuestros deseos inmediatos, (cosa que sucede, y muy a menudo) tras una llorera, nos adaptamos al entorno con ingenua facilidad. Por lo demás, si el cielo es azul o rosa, si el futuro nos depara buen porvenir, si es mejor ser de una manera u otra, chico o chica, moreno o rubio, si el mundo es bello o feo no llega a preocuparnos. No hay comparaciones, ni preguntas. Se vive. Sólo estas cosas empiezan a despertar crítica a medida que la conciencia se vuelve más clarividente, más existencial.
A partir de la adolescencia se acelera el sentido introspectivo y analítico del sentido que pueda tener la vida. La misma enseñanza en las escuelas nos muestra los acontecimientos que la historia, cultural y científica, ha ido fraguando hasta el momento que ahora nos ocupa. De esta manera, haciendo acopio de innumerables datos desvelados del oscuro pasado, reconstruimos el camino que paso a paso nos ha traído hasta aquí. Es como si leyéramos un libro hacia atrás, para llegar a entender que la primera página nos explique el porqué de este presente, su determinada evidencia actual. Un libro que, para quien sepa leerlo, marca nuestra conciencia de responsabilidad respecto al futuro, cuyas páginas en blanco a escribir reclaman sapiencia y buen gusto. 
Ahora que somos mayores, el mundo se nos presenta cargado de elementos confusos, circunstancias antagónicas, verdades dañinas que antes permanecían escondidas, contrariedades e injusticias, deberes y obligaciones. Mi mundo, ya no es lo que parecía, se ha complicado, es mucho más paradójico y exigente y si lo apercibo con minucioso análisis se me presenta como manchado, como un entresijo de enmarañadas creencias que desde tiempos remotos se han impuesto ciegamente, con despotismo, ignorancia y egoísmo. Recuperar el esplendor de eras pretéritas es imposible. Crear un espacio más libre y estético no es imposible pero resulta harto complejo, porque tal y como lo veo ahora hemos caído demasiado hondo.
Nos hemos distanciado demasiado de las doctrinas que artistas y pensadores expresaron en siglos pasados acerca del modo de vida que mejor nos conviene.Vivir bien, despreocupados, contentos. Ideas que la distancia del tiempo no ha caducado. Más aún, las hace ineludibles si de verdad queremos recuperar la sonrisa, pero la avaricia del político se ha impuesto como casi siempre a la filosofía y el arte. Los pensadores y artistas son demasiado taimados respecto al poder político. Se han dejado vencer.

Algo que se me hace cada vez más inexplicable con la edad es el hecho de que hayamos consentido reducir el espacio de movimiento de las personas en las ciudades. El espacio se ha encogido, el coche domina y el color gris del asfalto predomina. Cómo hemos podido sepultar a base de cemento la hierba verde y ocultar el cielo azul con las formas geométricas de cientos de rascacielos, es de todo punto inexplicable. Los aromas de las plantas y flores se han evaporado. El sonido de los pájaros se ha enmudecido por el de los motores. La mirada que antes acaparaba anchas distancias ahora choca contra paredes, muros, patios y carreteras. Cuando se viaja en metro, la mirada contempla en las ventanas la noche. Absurdo. Hay zonas por donde vivo que es tal el aglutino de edificios mal uniformados, tan hacinados, que al mirarlos en conjunto, desde lejos, parecen obra de alguna mente desequilibrada.
La falta de armonía pone en evidencia no sólo el mal gusto, sino la avaricia materialista que se mueve por motivos pecuniarios, dejando de lado el arte, como si éste no sirviera para nada. Pero así nos luce el pelo. Con los años el hombre se ve constreñido a no comprenderse a si mismo. Se siente desorientado. No comprende su vacío, su insatisfacción. Las crisis financieras le zarandean hasta aturdirlo. Supedita el arte al yugo del utilitarismo urbano, a las entidades que lo componen, objetos cotidianos, sonidos tecnológicos, colores apagados y líneas rectas. Horroroso.

Hubo un tiempo, y no muy lejano en la historia, en que los pensadores se entretenían en crear ensayos acerca de la imaginación y lo sublime en el arte y la naturaleza. La mera fe en la espiritualidad les empujaba a ir más allá. Se puede creer o no en Dios, pero no ignorar el grado de extrañeza que el  mundo contiene en sí, lo que se mueve sin nuestro consentimiento, y que revela una naturaleza variopinta de animales y formas, sean vegetales o minerales, razas y planetas a miles ocultos en la espesura de la noche... Hay mucho todavía por descubrir pero en las grandes ciudades todo está inventado.
En un mundo en que los jóvenes se sienten más interesados en la cilindrada o el diseño de una moto, en vez de reconocer el canto de los pájaros que anidan en los parques, saber que árboles son de hoja caduca o perenne, en disfrutar más del día al aire libre en vez de la noche en bares y discotecas, es que algo no funciona. Vivir de espaldas a la naturaleza  nos conducirá a la soledad abisal, a la claustrofobia, a la enfermedad.
Sólo espero que en el futuro, al que no asistiré, el hombre dé más consentimiento a lo que le dicta el corazón, es decir, que empiece a entender qué es exactamente lo que le pone en armonía con la vida, la sensación de sentirse feliz. Ahí donde no hay prisas, donde la vista respire más espacio y la imaginación tenga mayor terreno de juego, gracias a la libertad que prestemos al azar, el hombre encontrará su sitio. En todo arte, arquitectura, ahí donde vivamos, debemos permitir que la naturaleza se abra, se expanda a su anchas porque eso nos devolverá al lugar del que nunca debimos partir. - AllendeAran



"Estos diseños de ciudades futuras no están mal. Quizá un poco artificiales, quiméricos, ya sabes, de mundo feliz, pero van por el buen camino. Prevalecen las curvas, el blanco y las amplias ventanas. Buscan la luz y el espacio, y no se olvidan de lo verde. El azul lo presta el verano. No podemos reclamar un arte como el que nos legaron las antiguas culturas, entendamos que vivimos en otra época y el intelecto no es igual. Aún así, la naturaleza tendrá que ser de nuevo inspiración, sencillamente porque hay infinitud de patrones a imitar. Ojalá los futuros habitantes del planeta tenga mejor suerte" 


"La arquitectura debería hablar de su tiempo y lugar, pero aspirar a lo imperecedero"  - Frank Gehry
"Todo gran arquitecto es necesariamente un poeta. Debe ser un gran y original interprete de su tiempo, su día, su era"  - Frank Lloyd Wright


"La gran esencia de la arquitectura consiste en el desarrollo de la variedad y reminiscencias de la vida natural orgánica. Esta es la única verdad en la arquitectura"  - Alvar Aalto
"Yo no separo arquitectura, paisaje y jardinería, para mí todo es lo mismo" - Luis Barraga

_______________________________