domingo, 28 de diciembre de 2014


 
EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMOS
Max Scheler
Entrar en el mundo de las ideas metafísicas es como abrir ventanas a paisajes imaginarios. Uno se maravilla ante esas vistas panorámicas aun a sabiendas de que los pies nunca pisarán semejante tierra. Pero, a pesar de ello, sabemos que están ahí, y aunque distantes, nos sentimos obligados a emprender camino para llegar hasta ese paraje paradisíaco que se convierte en destino, en un reto, en la fuerza motriz que anima el espíritu, es la esencia de todo. Es necesario creerlo así, conservar la fe, tener valor y emprender camino. Hay que ir más allá.
En la filosofía de Scheler nada hay más cierto que esto. El hecho de que el hombre haya tomado conciencia de sí mismo y se centre en el corazón del universo al negarlo. Es decir, el hombre no quiere ser un elemento más, no quiere ser un objeto eventual del acaso, no quiere vivir ciego a un destino ignoto. El hombre ha aprendido a saberse especial, singular en un mundo que se le antoja extraño, tentado a idealizar las apariencias. No es que él se sepa diferente por ser más inteligente que los animales, o más vulnerable y dependiente del entorno que una planta, sino porque ha aprendido a negar la realidad, lo cual le impulsa de alguna manera, le fuerza, a contrariar su devenir existencial como mera materia. Al negar esto él ha sabido desarrollar otras posturas que le empujan a idear, a trascender lo dado, a buscar un espacio más noble, a crearlo. Esto es pura religión y esto se mueve por aquello que al hombre le hace especial, su espíritu.
Esto no significa que el hombre quiera separarse de la naturaleza, él se reconoce dependiente de ella, como parte integral, unión que conforma la interdependencia compleja de un sólo monismo. Son los elementos orgánicos lo que le dan vida y la vida la que genera el espíritu que a la vez mantiene en activo su propio mundo, es todo uno entrelazado, que emprende la busca de una mejor estancia a cuanto habita en ello. Este idealismo que persigue un mejor puesto en el universo es lo que construye puentes elevados hacia lo más alto, lo cual dignifica y confiere al hombre su carácter divino. Y es de ahí precisamente de donde surge la idea de Dios, que para Scheler, es la imagen de lo que se ha de alcanzar, el arquetipo que debemos imitar, como principio y tarea de abarcar el absoluto. Dios no es un cobijo de malogradas ambiciones, un confidente personal a capricho de cada uno, ni mucho menos un objeto susceptible de dispares interpretaciones. Es la responsabilidad de cumplir con unos valores que le confieran al ser y su mundo su carácter divino.
Si todo esto suena a un idealismo exacerbado, presuntuoso, desgastado o ingenuo, teniendo en cuenta los acontecimientos atroces que la historia va dejando tras de sí, el desprecio no tendría porqué justificarse frente al idealismo que el hombre ha sabido concebir de sí mismo. Tal vez de sus errores esté aprendiendo o tal vez quienes perpetran el mal son los más alejados de entender la dimensión espiritual que las ideas revelan. Ideas que si mal interpretadas, tergiversadas a propósito, o utilizadas con fines egoístas, lo que hacen en definitiva es pervertir la esencia del bien al que apuntan.
Porque es fundamental entender que si el mundo exterior a nosotros sufre, igual que sentimos una enfermedad en carne propia y si, además, ese sufrimiento es infringido por culpa de nuestra malicia, desidia, codicia y desapego estaremos cometiendo un delito grave para con nosotros mismos, porque somos parte inseparable de un todo unificado. Materia, vida y espíritu forman un circulo cerrado e inquebrantable. Y lo milagroso de este acontecer es la proyección que el ser hace de sí mismo al desear expandir el fenómeno humano a todos los campos que le forman. Y cuando uno dice humano habla de valores como la ayuda, la empatía, el respeto, la libertad y, como no, el amor.
Esto es poco más o menos lo que deduzco de la lectura de este pequeño libro, pero matón, de tan sólo 100 páginas, que Max Scheler  escribió como última obra antes de morir prematuramente a la edad de 54 años. Hay momentos de profunda reflexión que resbalan a caer en la duda o erróneas interpretaciones sobre si Scheler está en lo cierto, se equivoca en algo o le falta una mayor clarividencia o exposición acerca de un tema tan penetrante como insondable. - AllendeAran

«La conciencia del mundo, la conciencia de sí mismo y la conciencia de Dios forman una indestructible unidad estructural.»  - Max Scheler
«El espíritu y el impulso, los dos atributos del ser, no son en sí perfectos, sino que se desarrollan a través de sus manifestaciones en la historia del espíritu humano y en la evolución de la vida universal.»  - Max Scheler
«¿Qué significa des-realizar el mundo o idear el mundo? Significa más bien abolir, aniquilar, fictíciamente el momento de la realidad misma, toda esa impresión indivisa, poderosa, de la realidad, con su correlato afectivo; significa eliminar esa "angustia de lo terreno".»  - Max Scheler
«Una doble conducta era posible al hombre después de este descubrimiento de la contingencia del mundo y del extraño ocaso de su propio ser, excéntrico de esto y poner en movimiento su espíritu cognoscente para aprender lo absoluto e insertarse en él; éste es el origen de la metafísica.»  - Max Scheler
«Queda para nosotros un amparo, que encontramos en la obra íntegra de la realización de los valores en la historia del mundo hasta el presente, en la medida en que ha promovido ya la conversión de la Divinidad en un "Dios". Mas no deben buscarse nunca en último término certidumbres teóricas previas a esta auto-colaboración. Ingresar personalmente en la tarea es la única manera posible de saber del ser existente por sí.» -  Max Scheler
 «La metafísica supone en el hombre un espíritu enérgico y elevado. Así se comprende que sólo en el curso de su evolución y con el creciente conocimiento de sí mismo. llegue el hombre a tener conciencia de ser parte en la lucha por la "Divinidad" y co-autor de ésta.»  - Max Scheler
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domingo, 21 de diciembre de 2014

EXPOSICIÓN DE ACUARELAS

Para quienes vivan en Bilbao pueden acercarse a la muestra de acuarelas en la Galeria Lumbreras, calle Henao, 3. Se compone de unos 143 cuadros de 25x35cm realizados por los miembros de la Agrupación de Acuarelistas Vascos. Los aquí expuestos no corresponden con los originales de allí, pero es para haceros una idea de lo que os podéis encontrar, seguro que hay unos cuantos que os encantarán y si disponéis de dinero comprar. Eligo paisajes porque es lo que corresponde con la temática de este blog pero también encontrareis otras observaciones artísticas de la ciudad muy logradas. Estará abierta hasta el 30 de Diciembre.









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domingo, 14 de diciembre de 2014

«Tanto argumento al servicio del futuro ha hecho que pasemos de largo el prodigio de saber que estamos vivos de verdad, ahora, y no como especulación del pensamiento al servicio del mañana.»  -AllendeAran

NUBES, ÁRBOLES Y PLANTAS
HUIR DE LA CIUDAD

Aunque ya lo he comentado con anterioridad, quiero esta vez profundizar un poco más en un tema que para la mayoría pasa desapercibido por culpa de  las ciudades en las que vivimos que, sobrecargadas éstas de cemento y lineas rectas, impiden que la vista encuentre la variedad de formas, (amorfas) que la naturaleza exhibe como peculiaridad esencial y perpetua de su conducta, de su presentarse frente a nuestros sentidos.
Fíjate bien. Si vives en una ciudad, o en tu misma casa, es casi seguro que mires para donde mires la forma cúbica, el cuadrado, está ahí presente. Empezando por la pantalla de tu procesador, la televisión, los libros, un folio, una mesa, los armarios, las alfombras, las ventanas, las puertas, la habitación en sí es un cubo, donde evidentemente para que las cosas encajen están diseñadas de forma cuadrada o rectangular. Pensar de otra forma para acomodar mejor las demandas de nuestro cuerpo parece casi imposible, o cuanto menos engorroso. Pero yo tengo mis dudas.
Sal a la calle. Más de lo mismo. Desde los coches, a las baldosas que pisamos, la gran cantidad de edificios y sus ventanas, las escaleras, los muros,... Todo encierra una logística que queda constreñida, agotada en su propia eficacia. Las cosas están construidas para cumplir un propósito. A partir de ahí nada más cabe. De las cosas que nos rodean por todas partes, por su utilidad, quedan definidas y a la vez rematadas ¿Y que significa todo esto? El espíritu, que urge respirar de libertad en todo momento, que requiere una emancipación libre de etiquetas, normas y fronteras, no encuentra su espacio en lugares donde todo está delimitado por cosas cuya finalidad está previamente determinada. El espíritu buscará su verdadera emancipación justo ahí donde nada está dicho y todo está por definir.
Es importante que se pueda respirar un ambiente que dé cabida, que abra un espacio más allá de donde estamos. Un espacio que como el mismo horizonte dé la opción de continuidad, de un poder moverse hacia lo lejos. Sólo la naturaleza nos da esa opción gracias a su irrumpir independiente de nuestro interés. Su carácter inesperado, sus formas irregulares apartadas de nuestro método legible de querer explicarlo todo, nos levita del suelo. Se trata pues de aligerar el peso de la responsabilidad, de la constante codicia de tener y sentir que la razón propone sin miramientos. Tanto argumento al servicio del futuro ha hecho que pasemos de largo el prodigio de saber que estamos vivos de verdad, ahora, y no como especulación del pensamiento al servicio del mañana. No somos un sueño, somos una realidad. Por eso la mejor meditación que podemos realizar para liberar de tanto cargo a la conciencia es pasear y contemplar atentamente los caprichos de la naturaleza, saber deleitarnos en sus formas inusitadas e indefinidas, improvisaciones que el azar lanza contra la trama intelectual que examina infatigablemente el orden, causas y motivos por y para uno mismo.
Dado que las ciudades presentan una gran desventaja para poner en práctica esta meditación, lo poco que nos queda son los parques, algunos árboles dispersos, (muchos de ellos raquíticos), las plantas (acorraladas en macetas) y la nubes, (que de vez en cuando se asoman por algún claro abierto entre los bloques de casas). Aunque sea sólo por un instante, la mera contemplación de esas formas sinuosas y quebradas, nos relajan y amainan la turbulencia mental que sufrimos. Para ello hay que saber dejarse llevar, acostumbrar a valorar la libertad que la naturaleza materializa en sus formas desiguales, en sus colores y aromas. Así, poco a poco aprenderemos a gozar no sólo de la belleza sensual que a diario descubrimos en el rostro de algunas personas cuando paseamos, sino también de la naturaleza, que posee ella un encanto más inocente, puro y libre.



«El espíritu buscará su verdadera emancipación justo ahí donde nada está dicho y todo está por definir.»  - AllendeAran


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viernes, 5 de diciembre de 2014

MÚSICA ESPACIAL
OTROS MUNDOS

Nada hay más profundo y misterioso que el espacio oscuro, ese que nos presenta la noche limpia, abierta a la inmensidad sin fondo ni fronteras, donde cualquier fenómeno extraordinario encuentra cobijo para manifestar su existencia. Polvo estelar que forma nebulosas, estrellas y planetas, y otras rarezas que surgen sin causa aparente. ¿Qué es todo eso? ¿Caos, anarquía, vorágine de elementos alocados, o mecánica organizada que persigue una finalidad? El enigma está ahí, insistente, para que cada cual se aventure a viajar motivado por el placer de descubrir que hay más allá.
De entre la música que se ha podido componer en sintonía con este tema hay bastante donde elegir pero de muy irregular calidad para mí gusto. Entre la música contemporánea y la electrónica se barajan ideas de cual puede ser la mejor presentación emocional para viajar por el espacio interestelar. Tal vez la electrónica haya ganado terreno a la orquesta pero es la orquesta la que ofrece más trama, mejor conciencia. Abundan multitud de trabajos por Youtube de música ambiental y cósmica, y supongo que entre tanto algo habrá que merezca la pena escuchar. Pero aquí que cada cual que se sirva a gusto. Desde que vivimos con Internet el mundo cultural se ha convertido en un Self-Service. No tienes más que escribir en el buscador Space Music, Cosmic Music, Ambient Music y te apareceran multitud de artistas, laboratorios, recopilatorios... Tú  mismo.
Aquí dejo mi lista preferida de temas musicales, algunos ya clásicos, que de vez en cuando escucho para sentirme perdido en la bastedad del cielo nocturno, así como en paisajes de otros mundos posibles donde la naturaleza se desenvuelve de otra forma a como la vemos aquí en la Tierra. El espacio se abre a infinitas especulaciones, a fascinantes ensoñaciones, a una metafísica ilimitada. Déjate llevar.

  "Asi habló Zaratustra" -  Richard Strauss -
"Adagio - Gayane Suite"  -  Khachaturian -
  "Atmospheres"   "Lux  Aeterna"  -  György Ligeti -
  "Main Title"  "The Search"  - Jerry Goldsmith -
  "Life"Marc Streitenfeld -
 ♫ "Stay"  -  "Day One Dark"  -  Hans Zimmer -
  "Startrek"  -  Jerry Goldsmith -
  "Battlestar Galactica"  -  Stu Phillips -
  "Unaswered Question"  - Charles Ives -
"Rubycon"  -  Tangerine Dream -
"Albedo 0.39"  -  "Creation du Monde"   -  Vangelis -
"Drift"  -  "Sky Dreams""Visitation"    - Eric Bridenbaker -
"The Anfortas Wound"  -  John Adams -
"Stars"  -  "An Ending"   -   Brian Eno  -


«Imaginemos la Tierra en la oscura inmensidad del espacio cósmico. Dentro de él, comparativamente, es un minúsculo grano de arena, separado de otro de semejante tamaño por la distancia aproximada de un kilómetro de vacío. En la superficie de este minúsculo grano de arena, en un hormigueo incontrolado, vive una muchedumbre aturdida de animales supuestamente inteligentes que, por un instante, han inventando el conocimiento. ¿Y qué es la extensión temporal de una vida humana dentro del curso de millones de años? Apenas es un paso de indice de segundos, apenas el instante de una exhalación. No hay ninguna razón legítima para otorgar relevancia, dentro del ente en su totalidad, precisamente a este ente llamando ser humano y al cual, ocasionalmente, pertenecemos nosotros mismos.»  - Martin Heidegger


«Nunca te sentirás perdido si sabes que tu única casa es ahí donde estás ahora, estés donde estés, vayas donde  vayas"  - AllendeAran
W       A        N        D        E         R        E        R       S


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viernes, 28 de noviembre de 2014

«Se trata de pensar con corazón cálido lo que hubo alguna vez: Dios y el mundo y el gran asombro de que algo exista y no más bien la nada» -Rüdiger Safranski

UNA INTRODUCCIÓN A LA
"INTRODUCCIÓN A LA METAFÍSICA"
Martin Heidegger

"¿Por qué es el ente y no más bien la nada?"  Se pregunta Heidegger en su “Introducción a la Metafísica”. Es la primordial, más completa y compleja pregunta filosófica que uno puede hacerse, según él, porque de ahí se ha trazado la historia por la que avanzamos ahora medio a ciegas. De su forma de hacer filosofía, contagiado por su estilo denso e intrincado, pero no exento de cierta poesía, extraigo mis propias conclusiones, que pueden ser más o menos acertadas, pero que considero curiosas y sugestivas. Y quiero dejar bien claro que "ente" para mí es algo, lo que sea que existe y "ser" es la experiencia de esa existencia. Si me equivoco poco importa ya.
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Lo que está ahí puesto, exhibiéndose ante nuestros sentidos, existe. Ha irrumpido, ha hecho brote, se presenta como naturaleza, (φύσις). Al presentarse como cosa en un lugar, el espacio, en un momento dado, el tiempo (enclave que entendemos como propio del Ser), se origina así una relación entre nosotros y ello. Se es por y a partir del ente. La existencia del ente como fundamento del Ser. Ser que se contrapone a la nada. De la que nada puede decirse por ser precisamente nada (que no puede ser). Pero sí tiene, la nada, un vínculo con el Ser. Entendemos que el ente implica a la nada, nada más que para presentarse como algo, el ser o estar del ente. La extrañeza convulsiona ya nuestros sentidos.
¿Y qué hacer ante el ente? ¿Pero por qué hacer? Para Ser. Para que la existencia continúe como fenómeno que es. Cuando tomamos conciencia de la conjunción que hay entre nosotros y el objeto emprendemos un diálogo. El pensamiento  comienza su juego. Y éste empieza por la pregunta. Por la forma en que interroguemos al ente, (como algo que existe) nuestro camino tendrá diversas aventuras. La filosofía inicia así el tránsito de la historia. Pero ningún tránsito será tan preciado, tan valorado, como aquel que en su discurrir el Ser se dilate, se abra al espacio interior que habita y ocupe un lugar trascendental. Es vital ir hacia un horizonte siempre extenso, como el que los antiguos navegantes oteaban desde lo alto del mástil. La pregunta no ha de faltar, porque ella despeja la niebla, la oscura espesura que nos vela ese horizonte ilimitado por el que interrogamos, ese que necesitamos, el que mejor corresponde al Ser.
El ente no es nada sin ti y tú sin él ente no eres nada. En ti está la manera de interpretar su apariencia al presentarse, que no por apariencia va a ser falsa tu lectura. Tenemos una composición de elementos que se sirven unos de otros, se encadenan en infinitas formas y estructuras. Tú, pregunta. Preguntar es buscar. Buscando se encuentra más mundo, más vida, más se expande la identidad del Ser así como la entidad del ente. Se entiende que cuanto más alcance tenga el Ser mejor se entenderá con su propia existencia. Cuando la vida parece componerse de momentos vacíos que afectan fatídicamente a la existencia, que hacen que observemos las cosas con desidia, piensa si no habrás cometido algún error en tu forma de interrogar o interpretar al ente.
La pregunta precede a la creatividad y en la creatividad el Ser se acusa. Del preguntar nacerá una respuesta. Es ahora cuando la idea (ίδέα) entra en el escenario. La idea viene al mundo como la luz que alumbra un sendero por el que debemos caminar. Es imperativo que obtengamos de la pregunta una idea que nos dé una mayor proyección como seres existenciales. En nuestra conjunción con el ente al pensar, nos servirá para posicionarnos en un escenario peor o mejor elaborado y hacer de nuestra actuación un éxito o un fracaso. Por lo tanto, mucho cuidado con separarte del ente, tomándolo como objeto autónomo, como enemigo nuestro, frío y ajeno. Cosa que podemos manipular con la idea de servirnos igual que el amo hace del esclavo.
Porque la esencia del Ser no es huir de la muerte. No es una lucha despiadada con el ente por someterlo a nuestras demandas y debilidades. La esencia del Ser se afirma en el presente, nunca se proyecta en el futuro para determinados fines pragmáticos. El mismo futuro se ha de abrir incognoscible pero habitable, grato, afable. Esto lo saben bien los estetas, poetas y filósofos.
La lógica (λόγος) ha servido para establecer un lenguaje que nos mantiene en perpetuo diálogo con el ente. Tanto la gramática como las matemáticas han establecido un poderío que ha unido y modelado civilizaciones. Las ideas son el sustrato del trato del ser humano con el ente, pero las ideas no deben devorarse unas a otras como si esto fuese motivo de competencia material, biológica o religiosa. Del significado logístico que hemos elaborado del ente, (siendo como es, libre en su apariencia), algunos le han cerrado el paso con ideas apodícticas, codiciosas y ruines. Las guerras son ejemplo de ese malentendido. Cierto es que unas ideas son incompatibles con otras, pero esto sucede cuando la idea se ciñe a una verdad conformista, que busca el interés útil, el orgullo separatista, el poder dogmático.
Una verdad rigurosa, por muy atractiva que parezca, es sospechosa de asfixiar la libertad. El lenguaje delimita, bautiza al ente de un significado que le aprisiona. Nuestra composición mental, nuestro modo de pensar, la lógica, (λόγος) ha subyugado la apariencia a una sola verdad para que dé respuesta material a nuestras insuficiencias. De esta forma se nos presentó el método científico al que valoramos en la medida en que nos ayuda físicamente. Pero…¿Acaso no cabe más? ¿Es este el único camino que se podía tomar? ¿Sólo cabe una idea con la que se ha de tratar? ¿No esconde el ente otro significado según se le cuestione? ¿Quién o qué nos obliga a ser como somos? ¿Hasta dónde podemos llegar? ¿Es el mundo una máquina con objetivos preestablecidos? 
Debemos descubrir un nuevo oriente, encontrar un nuevo significado que revalorice al Ser que somos. Le hemos concedido al ente un valor demasiado práctico y más allá de ese valor la mayoría ahora ya no ve nada. No es de extrañar que el nihilismo se haya entrometido en el pensamiento reciente. Y de seguir así, pronto nos veremos desahuciados incluso de nuestro propio planeta.  -AllendeAran
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«Filosofar significa preguntar: “¿por qué es el ente y no más bien la nada?” Preguntar realmente este porqué significa: atreverse a agotar y a atravesar interrogando lo inagotable de esta pregunta por medio del desvelamiento de aquello que esta pregunta exige preguntar. Allí donde algo acontece, está presente la filosofía.»  -Heidegger


«Lo que puede y debe ser la filosofía según su esencia es esto: un pensar que inaugura caminos y perspectivas de un saber que establece criterios y prioridades; que permite a un pueblo comprender y cumplir su existencia dentro del mundo histórico-espiritual. Se trata de aquel saber que enciende, conmina y constriñe todo preguntar y conjeturar.» 
-Heidegger
«Sólo sabe aquel que entiende que debe volver a aprender constantemente y el que, a raíz de esta comprensión, haya llegado ante todo a la posición de poder aprender siempre. Esto es mucho más difícil que poseer conocimientos. Poder aprender supone poder preguntar, y esto significa que es la decisión de poder sostenerse en el estado manifiesto y abierto del ente.»   -Heidegger
«Aquel que toma en serio la nada, se ubica del lado de lo negativo. Con ello fomenta manifiestamente el espíritu de la negación y se pone al servicio de la descomposición. El hablar de la nada no sólo es contrario al pensamiento sino que socava toda cultura y toda fe. Aquello que desprecia el pensamiento en su ley fundamental y que destruye la voluntad constructiva y la fe, es puro nihilismo.»  -Heidegger
«Por principio, la nada sigue siendo inaccesible a toda ciencia.» 
-Heidegger

«Hoy en día la ciencia es un asunto práctico de obtención de conocimientos y de su transmisión en todos sus ámbitos. Desde ella, en tanto ciencia, no puede comenzar ningún despertar del espíritu. Ella misma lo necesita.»  -Heidegger

«No podemos decir: existió un tiempo en el que el hombre no era. En todo tiempo, el hombre era, es y será, porque el tiempo sólo se temporaliza en cuanto el hombre es.»   -Heidegger

«“La lógica” y “lo lógico” no son en absoluto automáticamente, y como si no fuese posible otra cosa, los modos por excelencia de la determinación del pensar.»   -Heidegger
«El saber no consiste en el resultado de meras constataciones acerca de lo materialmente existente que hasta ese momento fuera desconocido […] El saber es justamente el incipiente y constante mirar más allá y por encima de lo materialmente existente y disponible.»   -Heidegger
«No llegamos a entender quién es el hombre por medio de alguna definición docta, sino solo por medio del hecho de que el hombre se confronta al ente, tratando de ubicarlo en su propio ser, es decir, de ponerlo en unos límites y una forma y proyectando algo nuevo (que todavía no está presente), esto es: poetizándolo originariamente, fundamentándolo poéticamente.»  -Heidegger

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viernes, 21 de noviembre de 2014

EL SILENCIO DE LOS BOSQUES
TAKESHI SHIKAMA

Ninguna de las fotos expuestas aquí abajo hace justicia al hecho de verlas "in situ", tal y como Takeshi las exhibe, impresas sobre un pergamino fino de Gampi, un papel  utilizado en Japón desde el siglo VIII. De un especial tono marfil concede a las fotografías ese aspecto oscuro, vintage. El resultado parece retrotraernos al misterio oculto de los bosques. A la vejez de un mundo todavía prístino, todavía eterno. En esto consiste la artesanía, en querer ser única, personal, intransferible, en saber escapar de la masiva productividad que convierte todo en repetitivo, haciendo perder su valor íntimo. Estas fotografías son como una pintura sobre un lienzo, inigualables.
Takeshi tomó conciencia de su relación como ser humano con la naturaleza a los 40 años, cuando abandonó Tokio en el 2002, para vivir en los bosques, en una casa que el mismo construyó. Pronto la naturaleza le reveló una vida nueva, con un sentido hasta entonces desconocido. Es por eso que tomó la fotografía como medio para comunicar las impresiones, inéditas para él, que los bosques le ofrecían. Se siente al contemplar sus obras la presencia pacífica del tiempo, el instante que se justifica a sí mismo, el momento presente que abarca la totalidad. Cómo bien dice Alain D'Hooghe, "para ser plenamente apreciadas, las fotografías demandan al espectador tiempo y atención. Y entonces se convierten en inolvidables."
Para quienes vivan en Bilbao o cercanías pueden ver la exposición "The Silence of the Forests" en el centro CFC. Plaza Ensanche 11. 48009 Bilbao. Hasta el 30 de Diciembre.






“En cada caminata por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca”
John Muir
"La manera más fácil de penetrar en el Universo es adentrarse en un bosque perdido" – John Muir
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viernes, 14 de noviembre de 2014

 «Las plantas presentan sus formas variadas a la percepción de los sentidos y mediante ellas se configura hermosamente la forma visible de este mundo; es como si puesto que ellas, según parece, no pueden conocer, quisieran al menos se conocidas»    -San Agustín


VOLUNTAD, SEXO, ARTE, NATURALEZA Y CONCIENCIA MEJOR EN SCHOPENHAUER
Si hay un término tan cargado de significado en el entorno filosófico ese es, con toda probabilidad, la palabra Voluntad, esa con la que Arthur Schopenhauer quiso exponer su visión acerca de la esencia que mueve el mundo, el vivir, la cosa en “sí”, la misma existencia. Voluntad es un querer ir más allá de donde se está, es, se quiera o no, por activa o por pasiva, acción. Explica el mundo fenomenológico, es incluso, se diría, lo que antecede al mismo irrumpir del ente, el punto cero antes de que estallará el Big Bang, su causa. Pero todavía cabe más, porque los seres humanos se caracterizan por estar constituidos de una conciencia que les permite examinar esa Voluntad, saberse esclavizados por un querer insaciable, que encima, rara vez cumple con las expectativas, y de cumplir, es para seguir deseando más. Peor aún, no parece haber forma de poder desembarazarse de las tentaciones que cautivan al deseo. La Voluntad es nuestra sombra interior, haga sol, haga nublado.

Tiene además esa Voluntad un referente al que subyuga, el Ego, culpable en parte de nuestro individualismo, un Yo persuadido por la codicia y la vanidad, el orgullo y la ingratitud. El Yo juega con nosotros, quiere imperar, dominar, sobresalir, ser para sí. Y ojo con sus reglas, porque si de veras le sigues el juego, cualquier contrariedad mal versada, te hará daño. Esto se da sobretodo (Schopenhauer lo sabía) en el comercio de nuestros cuerpos por el sexo. La arrebatadora seducción del amor carnal. Porque lo paradójico de este problema es que el Yo, la conciencia y su estructura logística, lo que busca es la evasión, ser otra cosa, desaparecer, y que mejor para ello que el placer de los sentidos, precisamente donde la misma Voluntad se asienta como reina del imperio corporal. Hay que vivir, hay que seguir reproduciendo, cumplir con el existencialismo. El sexo tan pronto ofusca a esa Voluntad, haciéndonos sentir de maravilla al intercambiar nuestro Yo por otro, como luego, tras el orgasmo, regresa con mayor énfasis en forma de tristeza, soledad, frío. Vuelta a empezar.

¿Pero hay alguna forma de poder respirar aire fresco fuera de este agobio existencial? Schopenhauer se decantó más del lado negativo de la vida para salvaguardar su original descubrimiento, aunque éste fuese tan amargo de digerir. Dejó bien claro la esclavitud a la que nos somete la Voluntad pero se encontró con que sí hay, por momentos, aunque sea igual de breve que un salto en el aire, una salida bien avenida. A eso lo llamó “la conciencia mejor”, y eso acontecía en la experiencia estética, la que nos ofrece principalmente el Arte, y a la vez, la actitud que mejor desobedece las órdenes de la Voluntad: la pura Contemplación. El Arte fue para él, el enclave más preciso para experimentar este prodigio. Cuanto más desinteresados estemos del Yo mejor que mejor, y a ello nos ayuda la creación artística, así como su apreciación. El embeleso contemplativo sería lo más cercano a esa “conciencia mejor”, a ese estado en el que dejamos de pensar en nosotros mismos. Inconscientes de nuestro Yo, somos parte de lo exterior que nos circunda, nos vemos abducidos por el mundo que se nos presenta como mera representación. Por supuesto, todo esto no es más que pura filosofía oriental, budista, de la que Schopenhauer estuvo bien anegado. 
Pero, lo que no llego a entender es por qué Schopenhauer no vio en la Naturaleza el marco idóneo para alcanzar la “conciencia mejor”. Dado que nos legó unos escritos de su juventud festejando algunas excursiones de montaña, en las que mostró una atención contemplativa a los elementos salvajes que se aglutinan por las alturas, ¿por qué no quiso tomar nota analítica de esta ventajosa experiencia? ¿Por qué se centró tanto en el pesimismo? Tal vez temió verse imbuido por un idealismo romántico ya sobradamente asumido y que eso le restara originalidad a su forma de entender el drama de la vida. Sea como fuere, su propuesta no dejó de contradecirse con sus hechos personales. Fue él quien mejor dio ejemplo de lo difícil que resulta desobedecer a la Voluntad; de evitar las tentaciones que cizañan al deseo; de desatender las exigencias del Ego. La naturaleza estaba ahí, en aquella época, bien expuesta, abierta igual que la cola de un pavo real, como representación virginal, aún limpia, dispuesta a que tanto poetas como exploradores y científicos tomaran partido de Ella libremente, pero él prefirió ver su lado material, el instinto de supervivencia, el dolor de la cosa en "sí". Es una pena, pero bien mirado, sí que es verdad que vivir conlleva un grado elevado de sufrimiento y frustración. Eso es innegable, y alguno tuvo que decirlo.   -AllendeAran
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«Este espectáculo, la visión de las descomunales masas de hielo, las descargas atronadoras, los cursos de agua estrepitosos, las rocas que le rodean con sus cataratas, las cimas flotantes allá arriba y los picos nevados, todo lleva el sello de algo indescriptiblemente maravilloso. Se percibe el carácter descomunal de la naturaleza, que aquí, desbordando todos los límites, pierde su cotidianidad: uno cree estar próximo a Ella.» -Schopenhauer 

«Un optimista me aconseja abrir los ojos y ver lo hermoso que es el mundo: montañas, plantas, aire, animales, etc. Todas estas cosas son sin duda bonitas para ver, pero ser estas cosas es un asunto por completo diferente»    -Schopenhauer

 «La filosofía ha ensayado soluciones inútilmente durante tanto tiempo porque buscaba por el sendero de la ciencia en vez de buscar por el camino del arte.»  -Schopenhauer
«Conocer la cosa en sí es una expresión contradictoria, porque todo conocimiento es representación. Y cosa en sí significa precisamente la cosa en cuanto no es representación. No hay sujeto sin objetos, ni objetos sin sujeto.»  -Schopenhauer

«Ninguno puede conservar su existencia sino mediante la supresión de una existencia ajena; de modo que la voluntad de vivir se devora universalmente a sí misma y es su propio alimento bajo diversas formas; el ser humano, por fin, puesto que se sobrepone a todo lo demás, considera a la naturaleza un producto para su propio uso.» -Schopenhauer

«La verdadera esencia del hombre es la voluntad: la representación es algo secundario, adventicio, exterior en cierto modo. Pero a pesar de ello, el hombre alcanza su salvación sólo cuando la voluntad desaparece de la conciencia y permanece únicamente la representación. Debe ser suprimido lo esencial y debe permanecer su exteriorización, lo que es añadidura. Esto da mucho que pensar.»   -Schopenhauer.

 
Esta entrada está basada en el libro "Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía" de Rüdiger Safranski. Editorial Tusquets, 495 pp.
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viernes, 7 de noviembre de 2014

LEUNGANA Y MUGARRA

El pasado domingo un par de amigos me invitaron al monte y eligieron el Mugarra (969m), todo un peñasco de roca calcárea perteneciente al municipio de Durango, a la sierra de Aramotz. Partimos desde el pueblo de Mañaria sobre las 9:30. El día despertó nublado, con aire turbio y viento ligero a ratos. Lo más ideal para tomar unas fotos, irónicamente hablando. A medida que avanzamos hacia a lo alto nos empezó a llover de manera intermitente pero suave. El Mugarra se impone como un peñasco enorme por donde los buitres revolotean  y habitan en sus agujeros horadados en las pareces rocosas. La subida hacia la base del peñasco es tranquila pero el último tramo, cuando se le va a coronar, dando un rodeo hacia la derecha, se hace escalonado, con múltiples rocas kársticas y hojarasca resbaladiza. El suelo, ese día, estaba muy humedecido, con lo que hubo que prestar especial atención por donde se pisaba. No era fácil hallar buen hueco para posar con firmeza los pies y seguir avanzando, pero poco a poco y con paciencia se consigue. Una vez en la cumbre, las vistas, como siempre, tan extendidas por el espacio abierto se agradecen como un regalo, si bien esta vez algunas nubes nos impedían ver con transparencia los montes lejanos y parte del horizonte en derredor. También, durante un instante, una nube nos visitó dejando caer unas cuantas gotas gordas de agua sobre nuestras cabezas. Al poco se disipó y decidimos descender. De nuevo hubo que prestar cuidado al pisar y más aún porque al bajar la misma inclinación del monte te empuja hacia delante complicando más el avance que al subir.
Una vez llegados al collado que separa el Mugarra del Leungana (1008m) mis amigos me animaron a subir éste otro monte ya que había tiempo de sobra. Me sentía algo cansado pero bueno, cómo me iba a negar. Además, me fijé en el camino de entrada hacia el monte que había una vereda colmada de arbustos entre grandes piedras y aquello había que verlo de cerca. Efectivamente, la subida al Leungana fue bastante más atractiva. El suelo estaba alfombrado de roja hojarasca otoñal y muchas piedras grises surgían de la tierra igual que lapidas en un cementerio. Los árboles viejos estaban moteados de musgo y muchas de sus ramas enmarañadas rajaban el cielo pálido en contraste. Confieso que adoro este tipo de terreno ondulante, abandonado a los castigos del clima y otras fuerzas ocultas que esculpen su forma extravagante. Es lo que busco. Sentirme rodeado, anegado en un paisaje extraño, algo salvaje. Es esa forma virginal, ese misterio siempre escondido que no acertamos a identificar, pero que gusta. Una vez arriba tomamos un bocado contemplando la panorámica habitual de las cumbres. El tiempo empezó a mejorar. Trozos amplios de cielo azul se abrieron. Así que tuve algo de más suerte para sacar mis fotografías. Tras comer un bocado en la cumbre decidimos volver.
Eran cerca de las tres de la tarde cuando llegamos al pueblo. Tenia las piernas endurecidas, como si fueran a reventar, un tanto dolidas y anticipando unas buenas agujetas para el día siguiente. Pero contento de la excursión y deseando repetirla algún otro día, ésta misma y otras que puedan surgir. Y confieso, a posteriori, que las agujetas han sido bastante más leves de lo que esperaba.










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