viernes, 14 de noviembre de 2014

 «Las plantas presentan sus formas variadas a la percepción de los sentidos y mediante ellas se configura hermosamente la forma visible de este mundo; es como si puesto que ellas, según parece, no pueden conocer, quisieran al menos se conocidas»    -San Agustín


VOLUNTAD, SEXO, ARTE, NATURALEZA Y CONCIENCIA MEJOR EN SCHOPENHAUER
Si hay un término tan cargado de significado en el entorno filosófico ese es, con toda probabilidad, la palabra Voluntad, esa con la que Arthur Schopenhauer quiso exponer su visión acerca de la esencia que mueve el mundo, el vivir, la cosa en “sí”, la misma existencia. Voluntad es un querer ir más allá de donde se está, es, se quiera o no, por activa o por pasiva, acción. Explica el mundo fenomenológico, es incluso, se diría, lo que antecede al mismo irrumpir del ente, el punto cero antes de que estallará el Big Bang, su causa. Pero todavía cabe más, porque los seres humanos se caracterizan por estar constituidos de una conciencia que les permite examinar esa Voluntad, saberse esclavizados por un querer insaciable, que encima, rara vez cumple con las expectativas, y de cumplir, es para seguir deseando más. Peor aún, no parece haber forma de poder desembarazarse de las tentaciones que cautivan al deseo. La Voluntad es nuestra sombra interior, haga sol, haga nublado.

Tiene además esa Voluntad un referente al que subyuga, el Ego, culpable en parte de nuestro individualismo, un Yo persuadido por la codicia y la vanidad, el orgullo y la ingratitud. El Yo juega con nosotros, quiere imperar, dominar, sobresalir, ser para sí. Y ojo con sus reglas, porque si de veras le sigues el juego, cualquier contrariedad mal versada, te hará daño. Esto se da sobretodo (Schopenhauer lo sabía) en el comercio de nuestros cuerpos por el sexo. La arrebatadora seducción del amor carnal. Porque lo paradójico de este problema es que el Yo, la conciencia y su estructura logística, lo que busca es la evasión, ser otra cosa, desaparecer, y que mejor para ello que el placer de los sentidos, precisamente donde la misma Voluntad se asienta como reina del imperio corporal. Hay que vivir, hay que seguir reproduciendo, cumplir con el existencialismo. El sexo tan pronto ofusca a esa Voluntad, haciéndonos sentir de maravilla al intercambiar nuestro Yo por otro, como luego, tras el orgasmo, regresa con mayor énfasis en forma de tristeza, soledad, frío. Vuelta a empezar.

¿Pero hay alguna forma de poder respirar aire fresco fuera de este agobio existencial? Schopenhauer se decantó más del lado negativo de la vida para salvaguardar su original descubrimiento, aunque éste fuese tan amargo de digerir. Dejó bien claro la esclavitud a la que nos somete la Voluntad pero se encontró con que sí hay, por momentos, aunque sea igual de breve que un salto en el aire, una salida bien avenida. A eso lo llamó “la conciencia mejor”, y eso acontecía en la experiencia estética, la que nos ofrece principalmente el Arte, y a la vez, la actitud que mejor desobedece las órdenes de la Voluntad: la pura Contemplación. El Arte fue para él, el enclave más preciso para experimentar este prodigio. Cuanto más desinteresados estemos del Yo mejor que mejor, y a ello nos ayuda la creación artística, así como su apreciación. El embeleso contemplativo sería lo más cercano a esa “conciencia mejor”, a ese estado en el que dejamos de pensar en nosotros mismos. Inconscientes de nuestro Yo, somos parte de lo exterior que nos circunda, nos vemos abducidos por el mundo que se nos presenta como mera representación. Por supuesto, todo esto no es más que pura filosofía oriental, budista, de la que Schopenhauer estuvo bien anegado. 
Pero, lo que no llego a entender es por qué Schopenhauer no vio en la Naturaleza el marco idóneo para alcanzar la “conciencia mejor”. Dado que nos legó unos escritos de su juventud festejando algunas excursiones de montaña, en las que mostró una atención contemplativa a los elementos salvajes que se aglutinan por las alturas, ¿por qué no quiso tomar nota analítica de esta ventajosa experiencia? ¿Por qué se centró tanto en el pesimismo? Tal vez temió verse imbuido por un idealismo romántico ya sobradamente asumido y que eso le restara originalidad a su forma de entender el drama de la vida. Sea como fuere, su propuesta no dejó de contradecirse con sus hechos personales. Fue él quien mejor dio ejemplo de lo difícil que resulta desobedecer a la Voluntad; de evitar las tentaciones que cizañan al deseo; de desatender las exigencias del Ego. La naturaleza estaba ahí, en aquella época, bien expuesta, abierta igual que la cola de un pavo real, como representación virginal, aún limpia, dispuesta a que tanto poetas como exploradores y científicos tomaran partido de Ella libremente, pero él prefirió ver su lado material, el instinto de supervivencia, el dolor de la cosa en "sí". Es una pena, pero bien mirado, sí que es verdad que vivir conlleva un grado elevado de sufrimiento y frustración. Eso es innegable, y alguno tuvo que decirlo.   -AllendeAran
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«Este espectáculo, la visión de las descomunales masas de hielo, las descargas atronadoras, los cursos de agua estrepitosos, las rocas que le rodean con sus cataratas, las cimas flotantes allá arriba y los picos nevados, todo lleva el sello de algo indescriptiblemente maravilloso. Se percibe el carácter descomunal de la naturaleza, que aquí, desbordando todos los límites, pierde su cotidianidad: uno cree estar próximo a Ella.» -Schopenhauer 

«Un optimista me aconseja abrir los ojos y ver lo hermoso que es el mundo: montañas, plantas, aire, animales, etc. Todas estas cosas son sin duda bonitas para ver, pero ser estas cosas es un asunto por completo diferente»    -Schopenhauer

 «La filosofía ha ensayado soluciones inútilmente durante tanto tiempo porque buscaba por el sendero de la ciencia en vez de buscar por el camino del arte.»  -Schopenhauer
«Conocer la cosa en sí es una expresión contradictoria, porque todo conocimiento es representación. Y cosa en sí significa precisamente la cosa en cuanto no es representación. No hay sujeto sin objetos, ni objetos sin sujeto.»  -Schopenhauer

«Ninguno puede conservar su existencia sino mediante la supresión de una existencia ajena; de modo que la voluntad de vivir se devora universalmente a sí misma y es su propio alimento bajo diversas formas; el ser humano, por fin, puesto que se sobrepone a todo lo demás, considera a la naturaleza un producto para su propio uso.» -Schopenhauer

«La verdadera esencia del hombre es la voluntad: la representación es algo secundario, adventicio, exterior en cierto modo. Pero a pesar de ello, el hombre alcanza su salvación sólo cuando la voluntad desaparece de la conciencia y permanece únicamente la representación. Debe ser suprimido lo esencial y debe permanecer su exteriorización, lo que es añadidura. Esto da mucho que pensar.»   -Schopenhauer.

 
Esta entrada está basada en el libro "Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía" de Rüdiger Safranski. Editorial Tusquets, 495 pp.
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