martes, 17 de marzo de 2015

«Si permitimos que el Progreso falte el respeto a nuestra sensibilidad, a menudo reflejada en un paisaje, nos estaremos conduciendo al suicidio espiritual.» - AllendeAran
TORRES DE ALTA TENSIÓN
EL PAISAJE MALTRATADO
Montes de Triano, Galdames, Muzkiz


Fue el otro día que decidí dar mi primer paseo del año, aprovechando el buen tiempo, por los montes de Triano cuando llegando al centro minero pude observar consternado, peor aún, HORRORIZADO, como las amplias laderas que bordean la subida a los montes, tan tupidas de arbolado verde, se veían invadidas por torres gigantes de alta tensión, con sus tendederos de cables que semejan telarañas. Eso no estaba ahí el año pasado, me dije parpadeando una y otra vez incrédulo. Más arriba, por el camino de subida a los montes, otras tantas torretas enormes estaban clavadas al pie del camino. Cantidad de arbolado cortado de cuajo. El suelo del camino había sido allanado con detritos de azulejo blanco y ladrillo, supongo que favorecer el trabajo. En fin, el paseo me supo amargo, se me atragantó. Aceleré el paso hasta llegar al llano que comunica con el alto Galdames y Sauco, por el que pude dar la espalda a semejante asquerosa polución paisajista.  
Crearse un pequeño paraíso con el que uno pueda evadirse del barullo, del ruido y el estrés de las metrópolis no siempre resulta certero, ni conlleva garantía de seguridad permanente. No cuando la dependencia con el entorno social es ineludible. Estamos atados, bien amordazados a la ley mayoritaria, la aborregada, que persigue la comodidad más factible, la más barata, ya se sabe, la materialista, presidida por el capitalismo avaricioso. Por eso, la independencia personal que se recrea en ensoñaciones, ideales y utopías, es vulnerable de infecciones por parte de ese motor industrial que llaman Progreso. Así, cuando menos te lo esperas tu mundo se viene abajo. ¿Pero qué te esperabas? 
Ya que la estupidez crece directamente proporcional al ingenio de unos pocos, por mucha pedagogía,  ilustración, genialidad que posean las minorías de nada servirá. La verdad que se pueda esgrimir contra el desenfreno del Progreso chocará de frente contra la fatalidad ciega, la insensibilidad del bruto. Es decir, que no avanzamos, que estamos igual o peor que hace un siglo, o dos, o tres... La carrera del Progreso por acomodarnos de la mejor manera posible en la Tierra, a costa de sacrificar lo que la naturaleza atesora misteriosamente, mantiene su curso despiadado, igual que si de una maquina apisonadora se tratara. Mi pequeño paraíso personal, seguramente compartido en silencio por pocos, se ha visto tocado, herido, ahí donde pensaba que no llegaría, no cuando parecía haber conciencia más despierta en los últimos años por preservar el entorno natural. Pues no, me equivocaba y el maligno virus del Progreso ha venido a infectar mi propio mundo. 
La luz, dicen, es un bien que no tiene precio. ¿Pero cuánta más luz necesitamos para que nos creamos vivir igual que el día? ¿No llegaremos a echar de menos luego la noche? Si ya no se vemos las estrellas en las ciudades… ¿Pero a quién le importa esto? Visto lo que acontece últimamente en el panorama político, el negocio sin escrúpulos, la corrupción, me aventuro a creer que esas torres son innecesarias. ¿Por que ahora, al cabo de tantos años?
He asistido desde mi infancia al deterioro progresivo del entorno natural del pueblo en el que he crecido. Toda la costa rocosa del Abra ha sido rellenada de cemento, para crear un superpuerto que facilite el trasiego mercantil. Hubo en Santurtzi una playa pequeña que jamás llegué a conocer a principios del siglo XX. El pueblo donde aprendí a nadar en aguas puras, Zierbana, hay instaladas un cúmulo de fábricas al borde del mar. El pueblo huele a pan rancio, y según mi tío que allí vive, en su jardín ya no crece la fruta como antes y los árboles y la forestación están mustios. La pintoresca imagen de pueblo fue sepultada bajo el cemento armado. Crearon una playa artificial que no funciona, ¿cómo no iba a ser así? Al mar no se le puede engañar. Eso sí, Zierbana es la villa más rica de Europa, dicen, pero la recompensa a sus resignados habitantes, vilmente engañados, no sé ve. Poco a poco, disimuladamente, embaucados por el olor del dinero, vamos perdiendo el hábitat natural en el que crecimos. 
Batallar contra estos continuos desastres ecológicos resulta agotador. Tiene que haber otra forma de entenderlo para que no se repitan tan tontamente. Yo no estoy en contra del Progreso, pero creo que otro Progreso es posible. ¿Y cómo es esto? Si la meta de todo ser es ser, sentirse a gusto siendo, sentirse vivo, feliz de existir, habrá que entender cuando y cómo se dan esos momentos que usamos como paradigmas con los que defendemos la alegría de vivir. En eso estamos y a eso nos debemos si deseamos presumir de seres humanos.

- Quienes imaginan el Cielo por un instante, se sitúa a si mismo siempre dentro de un escenario donde la naturaleza exhibe su gloria.-
- La paz interior se reconoce en la contemplación y donde mejor se recrea la atención es ahí donde la belleza se desnuda sin despertar en nosotros intereses mezquinos. Paisajes y detalles menudos de la naturaleza son aquí lo más reclamado. -
- La naturaleza es por lo general el terreno predilecto para sentir la libertad, para apartarnos de la condena de obligaciones sociales, de las leyes, el tiempo y el sinsentido. - 
- Los recuerdos más felices de nuestra infancia se ubican por lo general en un escenario donde la naturaleza era participativa. -
- El arte más seductivo, imperecedero y valorado, la misma filosofía, comulga con la naturaleza en sus variadas formas que invitan a la creatividad con alegorías y metáforas, ideas que nos devuelven la confianza en que por algo merece vivir. -  

Dicho lo cual, entenderemos, que sí el avance arrollador del Progreso, éste, no proyecta en sus finalidades ninguna de estas afirmaciones, si estás se pasan por alto, se ignoran, se descuidan, se vapulean, entonces estamos tomando un camino equivocado, abrupto, un camino sinuoso y roto, en el que nos perderemos, cómo de hecho está sucediendo. ¿Por qué somos tan pocos los que comprenden esto?

Muchos de los males que sufrimos en las grandes ciudades, la ansiedad, la depresión, la delincuencia, la pobreza, el desencanto, tienen su origen en la falta de perspectiva interior, en no saber qué hacer con la existencia, en cómo canalizar el empuje forzoso que sentimos por vivir, ¿Para qué, Por qué, Cómo? Y a esto no da respuesta alguna el Progreso, sino todo aquello que se desenvuelve ajeno a nuestra voluntad de dominio. De ahí la Naturaleza al desnudo, su misterio, su extraordinaria belleza, sus tesoros velados, su infinita actividad. Si el Progreso contamina y afea el espacio necesario en el que poetas, artistas, metafísicos y científicos se han de desenvolver libremente, estaremos cayendo en el abismo oscuro del nihilismo. Será culpa nuestra el haber aceptado una verdad contraria a nuestro devenir como seres humanos. No es posible aceptar una verdad que viene a contradecir la vida.
Lo reconozco en parte, el Progreso nos concede el ámbito propicio, el Ocio, para saltar a esa otra verdad más esencial y completa que reclamo, pero es de vital importancia no olvidar el deber de prestarnos al juego del Arte, a la gracia de la inventiva, la contemplación, el mundo de las IDEAS, el goce de la belleza sin prisas. Y si todo esto queda tan sólo en una teoría banal, en una utopía de chiflados, si se queda a escondidas en la mente de unos pocos metafísicos, poetas y místicos estaremos perdiendo la fe en nosotros mismos. Poner en práctica todo esto es dar respuesta al jeroglífico existencial, es empezar a reverenciar el milagro que nos ha permitido llegar hasta aquí.
Por lo tanto, y para terminar, no permitamos que el Progreso afee el paisaje que nos habla de la enigmática belleza. De las oscuras insinuaciones que nos ayudan a crecer humanamente. La gracia por la que deseamos participar en la aventura de existir, explorar sus infinitas posibilidades. Si permitimos que el Progreso falte el respeto a nuestra sensibilidad, reflejada a menudo en un paisaje, nos estaremos conduciendo al suicidio espiritual.  -  AllendeAran

"Fijaros bien, ya incluso el cielo raso azul se ve rayado de estelas de aviones. La polución al paisaje se da por todas partes. La naturaleza ya rara vez se ve en su estado inmaculado, ese estado que mejor expresaría su peculiar encanto"


"Con la taladura de un montón de pinos se puede observar esta maravillosa vista de la playa de La Arena gobernada por la inmensa Petronor. Da risa. Y desde lo alto la monstruosa torreta de alta tensión"


"Bueno, esperemos que algunos paisajes continúen eternos y que ninguna idea mal avenida del Progreso venga a ensuciar estas panorámicas"
"Siempre nos quedará algún rincón escondido en el que alejados del trato humano y  las grandes urbes podamos encontrar la paz que no persigue nada sino el momento en sí. Un rato en el corazón de los bosquecillos es la mejor terapia que te puedes conceder. Sale gratis. Olvídate de psicólogos, clases de yoga o libros de autoayuda."
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