sábado, 25 de agosto de 2012


AARON SACHS

  "Estos hombres emplearon sus carreras contemplando impenetrables abismos"  

 LA CORRIENTE HUMBOLDT
Los movimientos ecologistas que apenas tenían cabida en el panorama político hace unos años, sólo han llegado a ser considerados de importancia vital cuando las causas de sus protestas se han hecho más que evidentes, amenazantes. Por desgracia sólo parece preocuparnos los casos medio ambientales cuando el futuro se ve negro y de resultado inmediato, porque el futuro lejano, aunque venga oscuro, siempre ha parecido asunto alarmante de agoreros que vienen sólo con el propósito de querer cargarse el progreso porque sí, a base de idealismos poéticos y reaccionarios, poco pragmáticos o nada realistas. Cosa de hippies anarcos, o de vagos idealistas.
La lucha por la conservación natural y sus peligrosas consecuencias, de continuar negligentes con el entorno, puede parecer un problema reciente de los últimos decenios, pero tiene una historia bastante distante. Sus raíces podrían remontarse al siglo XVIII, en uno de esos soñadores románticos, en Alexander Von Humboldt. Al menos así lo cree Aaron Sachs, que en su libro “La Corriente Humboldt” rescata la figura, pensamiento y actitud del científico prusiano como modelo para entender la esencia fundamental del cual debería brotar todo principio ecologista. Le siguen por igual otros exploradores norteamericanos como J. N. Reynolds, Clarence King, George Wallace Melville y John Muir.* Todos ellos terminaron por percibir en la Naturaleza virgen una conexión mística que relegaba a un lado inferior el utilitarismo que han venido reverenciando las sociedades tecnológicas desde entonces. La recompensa más agradecida, la que les hacia más ricos, no fue la busca de fortuna o fama, sino la simple aventura de participar en los viajes que emprendieron hacia ninguna parte. En dejar que sus existencias fluyeran perdidas en la profusa naturaleza que el azar desplegaba ante ellos. Sachs, en este fabuloso libro, no olvida que hay ciertos límites en los encantos del mundo paradisíaco que ellos exploraron y que algunos, en mayor o menor medida, pagaron caras en ocasiones sus aventuras románticas, pero que al final, ya sea en el recuerdo o en la convicción, todos ellos siguieron confesando hasta el final de sus días que el mejor provecho de sus vidas fue sin duda el haber sido participes en la interrelación del cosmos.
Y si esto no se siente desde ya, demos por imperfecta nuestra concepción de la ecología.



"Tal y como Humboldt había explicado, la más importante lección de "comunión con la naturaleza" fue el despertar a "los estrechos límites de nuestra propia existencia"" 

"Lo que Humboldt quiso que sus oyentes y lectores venerasen, no era el cosmos en sí mismo, el todo maravilloso no podría existir sin cada una de sus partes, la comunidad global de la cual los seres humanos eran miembros"

"El universo es paradójico, es a su vez bienvenido y terrorífico, resplandeciente y prepotente, ratificante y desdeñoso. Somos parte de todo ello [...] La caza, la intrusión pueden ser naturales pero si declaramos la guerra y tenemos tentativas de conquista, nos estamos conduciendo a la caída. Incluso la humilde finalidad de entender la naturaleza es una delicada y una quizás dudosa propuesta"

“Hay que interactuar con la naturaleza, hay que usar sus recursos, hay que modelar la tierra. Creo que la clave es tomar todas estas tareas con delicadeza, enfrentarse a ellas como experiencias, con un balance adecuado de arte y ciencia, con espíritu de humildad y admiración”


 “Ambientes extremos nos recuerdan que nuestro alcance completo de la naturaleza, permanecerá por siempre primitivo”

Aaron Sachs “The Humboldt Current”  in Penguin Books 2006
Desafortunademente no hay traducción al castellano hasta la fecha.
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