jueves, 15 de marzo de 2012

VIAJES POR ALASKA

A finales del siglo XIX, John Muir hizo varios viajes por el territorio prístino, casi inexplorado de Alaska. Una vez más lo que buscaba era naturaleza que le deslumbrara y los glaciares, fiordos, neveros, icebergs y auroras boreales no le dejaron indiferente, como era de esperar. Las experiencias de sus continuas excursiones quedaron después reflejadas en un libro que escribió años más tarde. Muir dejó testimonio de su sensibilidad ante un mundo impoluto que le devolvía la libertad así como de su gran aprecio místico por la belleza. En el libro  además incluyó análisis de tradiciones indias y contó alguna que otra de sus inesperadas aventuras. Por suerte el libro esta vez sí está traducido y editado en español. Yo regalé mi ejemplar pero obtuve una versión original en inglés de la que traduzco algunos pasajes.

"Cuando contemplamos el globo entero igual que una gota de rocío, rayada y moteada de islas y continentes, volando por el espacio con otras estrellas, cantando y brillando al unisono, el universo entero nos aparece como una tormenta de belleza infinita"
"Durante el mediodía, todo de continuo hasta el atardecer, el día crece en belleza. La luz parece espesarse y se vuelve generosamente más fructífera, sin perder su suave brillo. Todo parece descansar en un reposo consciente. Los vientos respiran delicadamente o permanecen completamente quietos. Las pocas nubes visibles, lanudas y luminosas, desmenuzadas justo en sus bordes. Las gaviotas aquí y allí, zarandeando el aire con ala suelta, conllevan un alivio que impresiona."
"Descendiendo la montaña para acampar, mi mente resplandece como los glaciares golpeados por el sol, me encuentro a los indios sentados alrededor del fuego, completamente felices ahora que el punto más alejado del viaje ha sido alcanzado con seguridad y que la tormenta prolongada y oscura se estaba alejando. Qué noche llena de esperanza y paz, con las estrellas brillando en el gélido cielo y que impresionantes los truenos de los icebergs rodando o dilatándose, resplandecientes en medio de la solemne quietud. Estaba demasiado feliz para dormir."


"Y aquí también uno aprende que el mundo, aunque hecho, se está aún haciendo, que esto es todavía la mañana de la creación; que las montañas hace tiempo concebidas siguen renaciendo, los canales marcados para inminentes ríos, cuencas vacías para los lagos, que el suelo de la morrena se forma y se extiende para plantas venideras -piedras ásperas, gravilla para los bosques, tierra menuda para la hierba y las flores,- mientras la molienda más fina se ve acelerada hacia el mar por las corrientes, se deposita lejos en la oscuridad y construye partícula a partícula, cimentando y cristalizando, montañas y valles y planicies de otros paisajes predestinados, seguidos por otros en ritmo y belleza ilimitada."

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