jueves, 21 de junio de 2012

BERNARDIN DE SAINT-PIERRE
 (1737 - 1814)
Pablo y Virginia
Botánico francés, fiel discípulo de las enseñanzas de Jean Jacques Rousseau. Bernardin, ha pasado a la historia principalmente por su novelita Pablo y Virginia. Producto de la filosofía ilustrada, conecta, sin embargo, con el romanticismo más puro de la época, finales del siglo XVIII. Idealiza la naturaleza y la vida sencilla sin grandes ambiciones. Detesta la sociedad que corrompe al individuo en su afán de dominio y enaltece incluso la soledad para quienes no logran adaptarse al contrato social "Todo aquel que ha debido quejarse mucho de los hombres busca la soledad [...] La soledad lleva, en parte, al hombre hacia la felicidad natural, alejando de él la desgracia social" La aventura de amor narrada en Pablo y Virginia contiene todos los ingredientes esenciales del romanticismo pero conviene señalar, (ya que el termino romántico está hoy en día peyorativamente manido), que tanto el amor pasional de sus personajes como la crítica social y el sentir de la belleza paisajista predominan con igualada justicia, lo cual no estamos ante una obra remilgada al uso, sino más bien ante una reflexión cuasi filosófica acerca de cómo la sociedad, hipócrita, insensible, jerarquizada y codiciosa, contamina la felicidad humana y de cómo la naturaleza admirada con sapiencia devuelven al hombre su lugar en la tierra. Es más, el romance más parece una excusa para acercar al lector profano en temas naturalistas al mundo de Bernardin. De hecho, la novela en un principio iba destinada a integrar parte del tercer volumen de sus "Estudios de la Naturaleza", de los que, lamentablemente, difícil es encontrar hoy traducciones en castellano, aun cuando sí fueron traducidos del francés en el siglo XIX. Por lo que, de momento, nos quedamos con esta pequeña joya de la ilustración de la que existen varias traducciones y re-ediciones ya desde año 1798.
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"Ustedes, europeos, cuya mente está ocupada ya desde la infancia con tantos prejuicios contrarios a la felicidad, no pueden concebir que la naturaleza pueda dar tantos conocimientos y placeres. Su alma, circunscrita a una pequeña esfera de saberes humanos, alcanza pronto el término de sus gozos artificiales: pero la naturaleza y el corazón son inagotables"
"A la entrada de esta cuenca, desde donde se pueden descubrir tantos objetos, los ecos de la montaña repiten sin cesar el ruido de los vientos que agitan los grandes bosques vecinos, y el estrépito de las olas que rompen a lo lejos contra los acantilados; sin embargo, al pie mismo de las cabañas ya no se oye ningún ruido y alrededor no se ven más que grandes riscos escarpados como murallas. Les crecen bosquecillos con faldas, en las grietas y hasta en las cimas, donde se detienen las nubes."
"Como un hombre salvado del naufragio encima de un peñón, contemplo desde mi soledad las tormentas que se estremecen en el resto del mundo; mi descanso incluso aumenta por el ruido lejano de la tempestad"
"En cuanto a mí, me dejo arrastrar en paz por el río del tiempo; hacia el océano del futuro que no tiene orillas; y por el espectáculo de las armonías actuales de la naturaleza, me elevo hacia su autor y espero en otro mundo destinos más felices"


Dos últimas escenas de la película, perdón, de la novela.
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