domingo, 29 de julio de 2012

HUMBOLDT Y CHURCH
Ahí lo tenéis, en casi toda su extensión, dos fastuosas panorámicas ideadas desde la distancia (tal vez un precipicio) Dos cuadros que Edwin Church pintó inducido por las lecturas de Alexander Von Humboldt, que le llevaron incluso a viajar por el Ecuador y Colombia en busca de esos paisajes que el científico describía con encendido entusiasmo. Son en cierta forma una dedicatoria al mundo Humboldtiano. Exuberancia de matorrales, selvas, árboles, ríos, sistemas rocosos, montañas, volcanes. Casi un mundo jurásico en una época de exploración genuina, cargada de aventuras, de encuentros con nuevas culturas. Un mundo flamante que el científico admiró y respetó con espíritu romántico, algo que el naciente capitalismo de entonces no supo entender y que, empujado por la codicia, acabó esclavizando a sus gentes nativas, aprovechándose sin escrúpulos de cuanto aquellas tierras vírgenes ofrecían para el lucro de los insaciables mercados. Humboldt fue consciente de aquello y en numerosos escritos dejó claro su malestar. "Toda nación oprimida espera siempre una emancipación, una vuelta al antiguo estado de cosas.". "Los sufrimientos de nuestros compañeros de color, según mis inclinaciones políticas, es el derecho a que ellos disfruten de la misma libertad que nosotros".
Edwin Church quiso trasladar el primer cuadro hasta Berlin para que Humboldt lo viese, pero su ya avanzada edad no pudo esperar y antes de que acabara la exitosa exhibición en Nueva York, con más de 12.000 visitas, Humboldt falleció.  Tenía 90 años.


"El Corazón de los Andes,  1859"
El colosal cuadro mide 1,5 metros de alto por 3 de largo. Descansa en el museo Metropolitano de Nueva York y en su día la sala se cargó de exóticas plantas para realzar su atractivo. La gente se sentaba de frente con anteojos de opera para disfrutar de sus múltiples e intrincados detalles. 

"Cotopaxi,  1862
 "Muchas veces, en la complicación misma que nos presentan la graves circunstancias de la vida, se halla oculto el germen de una preciosa indemnización"
Alexander von Humboldt
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