jueves, 22 de abril de 2021


ENTRE LA IMPOTENCIA 

Y EL DESENCANTO


"Puedes llegar a sostener creencias verdaderas si dejas que tu razón sea guiada por otro, pero lo que nunca hará otro por ti es hacerte libre"  
Kant

"Negarse a oír una opinión porque se está seguro de que es falsa es presuponer que la propia certeza es absoluta." 

John Stuart Mill

 

Una de las preguntas que más me ronronean el cerebro en los últimos meses, (producto de la pandemia, claro está) es cómo la gente tiene tan poca capacidad de cuestionarse las normas restrictivas que el gobierno viene imponiendo de manera sistemática bajo la denominada “crisis sanitaria del covid-19”. Unas normas que alteran de manera significativa los hábitos y costumbres que teníamos como naturales. El problema no es que esas costumbres de siempre queden trastocadas durante una temporada, algo que se puede asumir llegado el caso justificado como el que nos toca, el de una pandemia global. El problema es cuando esas normas ponen en entredicho el sentido común, la sensatez y, peor todavía, limitan los derechos fundamentales del individuo, la propia cualidad del ser humano; su libertad de decisión en favor de lo que cada cual considere más apropiado para el desarrollo de su vida. No se trata de egoísmo, falta de empatía o falta altruismo, ni de estar dando la espalda a la sociedad, (esa alianza entre derechos y responsabilidades) El que haya normas que interrumpan el acto de pensar, comparar, discernir, debatir... o peor todavía, el que frenen la libertad de movimiento mediante encierros o toques de queda, es tan sumamente serio que hacer saltar las alarmas de si no habrá algún otro motivo oculto, algo más siniestro, del que no se nos quiere dar razones. 

Comprendo que vivimos en una sociedad y el bien común es importante y necesario, pero cuando eso es a costa de limar la integridad y libertad propia de cada individuo el asunto se antoja autoritario y, dada la poca confianza que engendran estos gobiernos, despiertan la sensación de que podría tratarse de algún otro propósito sucio.  Que con la excusa de atajar un problema sanitario global causado por un patógeno se imponen todo tipo de medidas restrictivas no es en absoluto lícito, ni aceptable. Peor aún, cuando con los datos contrastados en diferentes fuentes informativas no coinciden con una verdad dicha por un lado y falsa por el otro, el tema empieza a perder credibilidad por falta de rigor. Por lo que hace que algunos se cuestionen si las normas taxativas que se aplican están justificadas con la realidad circundante de cifras, casos, rebrotes o lo que fuera que viene a servir de pretexto para someter a la ciudadanía a la opresión. Muy al contrario, las normas resultan desproporcionadas, absurdas y vejatorias. La mayoría de la gente obedece, no se pregunta, sufre en silencio, creen en ellos, los sanitarios, los políticos y los periodistas. Yo no. 

Por nada en el mundo me habría imaginado que llegaríamos a este escenario en el que niños y ancianos, incluso enfermos en los hospitales, gente vulnerable, haya tenido que soportar a todas horas del día el tener que cubrir nariz y boca con una mascarilla, limitando libremente la respiración, como si eso no fuera contrario a la salud. No entiendo para qué nos enseñaron en el colegio cómo se oxigena la sangre que corre por nuestras venas y aquello de salir al campo a respirar aire puro. Ni tampoco podría haber imaginado que se me prohíba viajar a dónde quiera, ni salir a la calle de noche a pasear si me apetece, cómo si la tierra estuviera vendida a unos pocos poderosos y ahora tuviera que pagar con multas lo que respiro o el tiempo que empleo en pasear.  Sociedad enferma, no por un virus patógeno contagioso, que no es tal, ha venido a ordenar con normas infrahumanas lo que debemos ser de ahora en adelante; sumisos esclavos de algún régimen distópico que busca rehacer nuestras vidas al santo capricho de unos pocos poderosos. 

Todo eso de la distancia entre personas. El no te abraces, no toques y desinfecta tus manos a cada rato. El temor de ser asintomático positivo, no vayas por un descuido a transmitir el contagio a tus abuelos. No hagas fiestas, no te reúnas, obedece, haz caso. Y como todo esto puede llegar a ser creíble por el método científico, la gran mayoría, tan bien informada por televisión y periódicos, por portavoces en representación de expertos anónimos y politiquillos de toda índole, así se lo ha tragado. Se han dejado hipnotizar por mor de familiares, no vayamos a caer en sentimientos de culpabilidad por no haberles obedecido, a ellos, los expertos, los sabelotodo, que somos un pueblo solidario y que de esta salimos todos si colaboramos. Qué bien abierto les hemos dejado el camino para construir su nuevo orden mundial. Qué fácil les será mantener un control de la población y elegir quienes han de vivir o cómo lo hemos de hacer.

Que no venga nadie a increparme de irresponsable, cuando la verdadera irresponsabilidad es la mirar a otro lado cuando te dicen que leas y escuches otras fuentes de información, con las cuales puede que las piezas del puzzle te encajen mejor en el cuadro mental, el tuyo, si alguna vez tuviste dudas, si es que alguna te dio por pensar. Porque si ellos disponen de información veraz, yo también la tengo, y bien fundada.  Por eso pido respeto a las ideas que otros suponen enemigas cuando no lo son, puesto que aquí estamos todos por la salud, tanto física como mental, además de la libertad. Acuérdense de la Edad Media y la fe en Dios, que quien no la tuviera era culpable de herejía, lo cual suponía la hoguera, porque todos los males naturales que acontecieran se los encausaban a los ateos o seguidores de otras religiones. Ahora nos parece aberrante, de una intransigencia supina, tanto que da tanta risa como espanto. Pues ahora, donde dice Dios dice Virus.

Que uno a estas alturas de la historia todavía tenga que hacer entender a las personas el valor de la libertad resulta desquiciante. Parece ser que algunos han vendido su libertad a cambio de la seguridad del pueblo (uno para todos, todos para uno) sin sospechar si de alguna forma hay o no engaño en la compra venta del seguro médico por la libertad. El engaño al que se doblegan los ciudadanos no puede ser otro que el miedo y la solidaridad emocional por quienes pueden verse afectados por este virus letal y caprichoso que; a unos mata, a otros enferma por un par días y a otros ni siquiera molesta, que es más peligroso en la calle de noche que de día y más en el gimnasio que viajando en el metro. Tan altamente contagioso que no se entiende como aún no se ha cargado a más del 0,01% de la población. Hasta tal punto se ha llegado con la prevención que ha sido necesario aliarse con otra forma de pensamiento. Lo racional ya no vale y ahora nos servimos de lo irracional. Mundo absurdo, surrealista e hipnótico son el formato que rige el nuevo comportamiento social con tal de que se pueda erradicar la amenaza de muerte que nos acecha (así uno para todos, todos para uno, la libertad se va a la mierda) 

La ciencia puede decir mucho a favor de las directrices a seguir, pero mucho me temo que la política es más autoritaria. Esto no es un problema de epidemiólogos avezados ni nada parecido, esto es tema de estrategas economistas, de elites opulentas que persiguen el dominio y la salvación del planeta a su manera. A su manera de siempre, no a la nuestra. Porque nosotros somos pobres y la pobreza está vinculada a los obreros de bajo coeficiente intelectual, a los necios, vagos y maleantes. Y hemos llegado a un punto en que sobramos. Las nuevas tecnologías son mano de obra barata, no protestan y no exigen derechos y, aunque puedan estropearse, se arreglan más fácilmente que curar las enfermedades de los humanos. 

En fin, de las pesadillas también se despierta uno, aunque por desgracia se tenga que enfrentar luego lúcido al hecho de que los demás, el resto, sufre en sueño profundo una tortura ficticia. ¿Qué hacer mientras ellos duermen? Porque penetrar en el mundo de las creencias férreas, bien ancladas a la psique, para hacerles despertar, se necesita mucha pericia psicológica, y es harto cansino. Las personas cuando discuten se aferran a sus creencias como si estas fueran monedas de oro que temen que se las roben. Temen perder su estima, haber sido tomados por idiotas, caer en el ridículo. Es peor todavía cuando estas creencias se rigen por la confianza generada durante años por medios gubernamentales, donde caben periodistas, médicos, jueces y políticos y por supuesto, cómo no, la televisión, la famosa caja tonta.

Cuando la masa, o el rebaño, pocas veces se interroga o toma conciencia de aquello que más se ha de apreciar en la vida, para conservarlo y defenderlo, cae fácilmente presa del dominio de los pocos poderosos que reinan sobre sus paupérrimas vidas. La mayoría, que por lo general viven en conformidad con lo que se les da, (y no precisamente gratis) creen tener lo suficiente para no entretenerse en problemas. Es lo que hay. Antes se vivía peor. Ellos tienen el poder. Ellos saben lo que hacen. Se excusa el rebaño para no pensar y seguir obedeciendo al lobo. Cómo si no hubiéramos tenido bastantes casos en la historia de las perversas argucias que los gobiernos han perpetrado para atesorar más poder, mediante la corrupción, el engaño y el miedo, llevando a los pueblos a la esclavitud, a la miseria y a la guerra. Todo por defender una bandera, una patria, idealismos desaforados, mentiras con las que embaucar a las masas. Dictadores, genocidas, megalómanos los hay a patadas en la historia. Esto es así de simple, lo hemos estudiado en la escuela, lo hemos visto en el cine y aun así seguimos confiando en líderes, porque si no estamos organizados, si no obedecemos ordenes de otros, de los mandamanes, nos conducimos a la barbarie. ¿De veras? ¿Acaso no son los lideres quienes no pocas veces nos han hecho caer en la barbarie? ¿Acaso, alguna vez, hemos tenido posibilidad de probar una sociedad basada en el anarquismo?

Sin libertad el mundo se pudrirá. Quedará triste, sentenciado a lo insustancial. Será homogéneo. Vivirá en paz, pero sin alegría. Las ideas dejarán de ser originales. Quizá se erradique el hambre, pero tal vez haya más gordos que nunca. La felicidad será como un día sin nubes, una semana, un mes, un año sin nubes, pero no faltará el agua, dicen. Nadie sabrá apreciar los pequeños matices que el mundo propina, como por arte de magia, a los poetas. Los recuerdos serán copias exactas de los días presentes, porque nada cambiará lo bastante para que se reclame la nostalgia. Todo será neutro porque lo feo no estará reñido con lo bonito. Habrá diferencias, pero estarán escondidas. Tener ideas será privilegio de unos pocos que no sabrán inventar nada bello ya que estarán sometidos al absolutismo de las máquinas.  Volar es lo propio de los pájaros. Les veremos alejarse por el horizonte al atardecer y solo unos pocos se preguntarán ¿A dónde irán? Porque hacerse preguntas es de hombres libres y quienes no lo sean nada se preguntarán.  - AllendeAran

 

 

“La historia verdadera se halla entretejida de sufrimientos reales, que en modo alguno disminuye proporcionalmente con el aumento de los medios para abolirlos.” - Max Hokheimer
"Cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres" - Charles Evans Hughes

 

 

“La única libertad que merece ese nombre es la de perseguir nuestro bien según lo entendemos y en tanto no privemos a los demás del suyo, […] Cada uno es el propio guardián de su salud física, mental o espiritual. La especie humana obtendrá más beneficios dejando que cada uno viva como le parezca que forzándole a vivir como les parezca a los demás.”John Stuart Mill

 

 

“Si hay alguna prioridad en el cultivo del entendimiento, sin duda será conocer el fundamento de las propias opiniones.”  - John Stuart Mill

“Justo porque la tiranía de la opinión hace de la excentricidad un reproche, es deseable que la gente sea excéntrica a fin de quebrar esa tiranía.”  - John Stuart Mill



“El fenómeno que del que hemos sido testigos en Alemania no fue otra cosa sino el brote de una epidemia enfermiza… Nadie sabía lo que le sucedía, menos aún a todos los alemanes, que se dejaron conducir hacia el matadero por sus líderes psicópatas como borregos hipnotizados.”  Carl Jung (Después de la Catástrofe)
“El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos.” Simone de Beauvoir

 

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