jueves, 17 de octubre de 2013

ESPECIAL NATURALEZA
Ajoblanco

En 1977 la revista ácrata Ajoblanco editó un especial Naturaleza que marcó en mi adolescencia un ca- mino por el que desde entonces he discurrido, (aunque no tan recta- mente como habría deseado). Me ayudó a tomar una postura más crítica con la vida tan artificial que llevamos en las ciudades. Los malos hábitos en las comidas, los pen- samientos negativos, el caos urbano, la falta de gusto romántico para con la Naturaleza. 
A finales de los 70 quedaban aún restos idealistas del movimiento hippy que había buscado una vida alternativa escapando de las asfixiantes ciudades. Movimiento contracultural y contestatario surgido en los Estados Unidos (que no llegó a cuajar en la España franquista, por razones evidentes) predicaba la libertad y la vuelta en comunas al mundo rural. La idea de volver a la Naturaleza fue reinventada con expectativas más realistas, más prácticas. Las comunas en pueblos parecían ser una buena salida. Todo consistía en concienciarse y arriesgarse a probar. Se buscaba además otro tipo de alimentación más sana, la propuesta consistía en despojarse de las cadenas materialistas que el capitalismo imponía, su implícita frustración y falsedad. Era necesario un pensamiento más limpio acorde con la sencillez, lo espiritual, lo integral y la libertad. Eran grandes ideas, pero hubo malos resultados. La vida en los pueblos no era tan sencilla como parecía. Demasiado esfuerzo, demasiados sacrificios que no llegaron a remunerar las ilusiones. El capitalismo no lo permitió. A pesar de muchas tentativas caídas todavía hoy algunas de esas comunas funcionan. En España por el sur (por la zona de la Alpujarra) sobreviven algunos grupos y parece que les va bien, que funcionan. Sospecho que detrás de su éxito anda el empeño, la paciencia, el coraje y sobretodo en ahorros que ayudan a solventar problemas. Tal vez sea gente con fondos que prefieren vivir así, alejados de tentaciones y de caprichos malsanos, vivir cerca de la Naturaleza, vivir sin ruido, sin humos, sin prisas. Tal vez me equivoque en mis premisas. Pero lo que sí me parece cada día más imperante es atajar el problema de las opresivas ciudades, si bien no intentando volver a una revolución hippy que nuevamente nos llevaría al fracaso, sí trayendo la Naturaleza al paisaje urbanístico. Más árboles, más jardines, más arte a la hora de construir edificios, más espacio abierto (¡que se vean bien los cielos!) y menos codicia y menos egoísmo. El tema sigue vivo, desde aquel 1977. Ajoblanco debería volver a los kioskos.

Aquellos que para alcanzar bajo el cielo,
interfieren en el curso de las cosas
no lo logran nunca. Porque lo que hay
bajo el cielo es una como una embarcación sagrada
en la que es peligroso interferir.
Aquellos que interfieren la estropean,
Aquellos que quieren apoderarse de ellas, la pierden.
                                                     Tao Te Ching 
 
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