jueves, 5 de julio de 2012

UNA ODISEA DEL ESPÍRITU ALEMÁN
 "El misterio del universo es para nosotros un reflejo de nuestra propia libertad"


De magnifico, fabuloso, excelente, puede considerarse el libro de Rüdiger Safranski "Romanticismo, una Odisea del Espíritu Alemán". Un estudio ponderado de este histórico movimiento espiritual que a decir verdad siempre estuvo presente en el ser humano pero que se manifestó de manera especial a finales del siglo XVIII y que se desvaneció poco antes de mediados del siglo XIX. En este periplo romántico Rüdiger nos lleva desde los albores del Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) hasta fenómenos más recientes como el mayo del 68 francés. Dividido el libro en dos partes diferenciadas, la primera, se centra en el esplendor romántico alemán propio de la época, repasando obras de autores como Herder, Fitche, Schelling, Novalis y otros más, para después, en su segunda parte, adentrarse en un terreno más incierto de revoluciones sociales y políticas que han desfilado por Alemania hasta nuestros días. Para Rudiger, mezclar el romanticismo con la política es provocar un cortocircuito. La actitud romántica, para él, es una continuación de la religión con medios estéticos y por ello rige lo mismo que para la iglesia: ha de resistir a la tentación de recurrir al poder político. La política tiene por encargo la seguridad, la paz, la distribución ecuánime de los bienes, las justicia e igualdad de derechos para todos en el estado social que formamos, algo antagónico para el entusiasmo aventurero de fantasía y estética que exige el romanticismo pero, matiza, que la postura romántica en la vida es imprescindible, esencial, para huir de lo real y la monotonía que nos oxidan. El sentido de la realidad, lo cotidiano, el objetivo determinismo, ahogan la naturaleza creativa del espíritu. Sin embargo no parece aclarar del todo bien cuando la situación se invierte, es decir, cuando la política se inmiscuye en la libertad romántica por medio de sistemas que alienan, restringen, reprimen y embrutecen el sentir del hombre, sean dictaduras comunistas o capitalistas. Como cuando en la voz de Novalis nos dice "La forma de pensar moderna convierte la música infinitamente creadora del universo en el matraqueo uniforme de un molino monstruoso" Aún cuando Rüdiger es consciente de esos elementos contraproducentes, sobretodo en la sociedad de la mecánica y el consumismo en que vivimos, no presenta qué o cómo debe actuar el carácter romántico ante esas imposiciones políticas. Con todo, el libro en general regala pensamiento iluminador en abundancia, que invita a reconsiderar una vez más la apuesta, aunque sea unicamente individual,  por el romanticismo.



"Toda actitud de la vida ha de impregnarse de significación poética, ha de dar forma intuítiva a una peculiar belleza y manifestar una fuerza de configuración que tiene su estilo, lo mismo que un producto artístico en sentido artístico."
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"No podemos perder el Romanticismo, pues la razón política y el sentido de la realidad no son suficientes para vivir, El Romanticismo es la plusvalía, el excedente de hermosa extrañeza frente al mundo, el excedente de significación. . El Romanticismo  despierta nuestra curiosidad para lo completamente diferente. Su imaginación desencadenada nos otorga los espacio de juego que necesitamos."
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"El espíritu romántico es multiforme, musical, rico en prospecciones y tentaciones, ama la lejanía del futuro y la del pasado, las sorpresas en lo cotidiano, los extremos, lo inconsciente, el sueño, la locura, los laberintos de la reflexión. El espíritu romántico no se mantiene idéntico; más bien, se transforma y es contradictorio, es añorante y cínico, alocado hasta lo incomprensible y popular, irónico y exaltado, enamorado de sí mismo y sociable, al mismo tiempo consciente y disolvente en la forma"

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