martes, 1 de marzo de 2016

"La Razón Humana no puede encontrar la verdad, si no es dudando... Se aleja de la verdad cada vez que juzga con certeza. Quien duda sabe, y sabe más de lo que pudiera"  - Giacomo Leopardi

LA DUDA
No me cabe la menor duda de que vivir en la duda es inquietante, incómodo, produce inseguridad, malestar, pero tampoco me cabe la menor duda de que vivir en la certeza te dé mayor seguridad o te haga ser más feliz, menos aún sabio. La certeza dura lo que tardes en acomodarte a ella, luego, cuando menos te lo esperas, por confiado, te dará sorpresas. Inesperadamente algo cambiará que te hará desconfiar de la paz en la que habitas. Todo es un estar pero sin estar, un ser siendo, un devenir, un nuevo acaecer que no intuimos, que no vemos venir y que termina por arrebatarnos la confianza puesta en el momento. Nos quedamos perplejos, cuando no heridos. Adiós paz, adiós felicidad ¿A qué atenernos pues? ¿Hacer o no hacer? ¿Buscar con el propósito de encontrar o dejar de buscar? ¿O bien cuando se encuentra seguir inventando qué más buscar? Más leña para el fuego, la duda continúa así ardiendo.
Cuando la duda nos sermonea no es por otra cosa que por las ganas de llegar a una certeza, saber la verdad de un asunto, un fenómeno. Y es que, la supuesta verdad es un sendero fijo por el que podemos caminar libremente. “La verdad os hará libres" dijo San Juan, pero si luego no sabemos que  hacer exactamente con la libertad que disponemos no habremos entendido el verdadero conocimiento. Es decir, si nos atenemos solamente a la verdad, la EMPIRÍCA, y la respetamos como si fuese una ley rigurosa e inquebrantable, porque responde al modo objetivo por el que las sociedades se forman, se mueven y progresan (pero que en nada prometen un futuro digno más allá del materialismo hedonista) estaremos condenados al sinsentido, a un repetitivo descontento. Las verdades, por lo general, no parecen asentarse gustosamente a nuestros deseos más queridos. Habrá quien diga que la verdad siempre es bienvenida pero no es así. Por verídica tenemos a la muerte, y nadie la quiere, y toda verdad apodíctica deriva en la muerte, igual que el final de una novela, cuando la trama queda resuelta.
La ciencia es, por antonomasia, la verdad peor ajustada a nuestro Yo y libertad, y no por ello huimos de su arrebatador carácter dominante de axiomas y fórmulas. Es objetiva porque encaja dentro del cálculo mental que todos entendemos y que (supuestamente) nos ayuda a prosperar, gracias a su carácter firme y evidente, cargada de lógica, aparentando ser neutral e ineludible, pero que poco o nada nos comunica a nuestra manera subjetiva de ver las cosas. Porque las cosas tienen esa doble cara de ser, ser aparentes en el arte y ser reales en la ciencia. Somos por lo tanto un mundo partido en dos, el de fuera y el de dentro, un punto infinitesimal entre el pasado y el futuro, un mundo en el cual buscamos acomodarnos a una verdad cualquiera, pero en cuanto sentamos en culo en ella el aburrimiento viene a incordiarnos con nuevas propuestas. Parece muy cómodo asentarse en la verdad y sin embargo puede estar engañándonos por falta de calculo o perspectiva.
¿Pero es este un círculo vicioso del que nos gustaría escapar porque no acertamos a entender? ¿Pero entender qué? Desde que la historia ha traído al hombre a escena se le ha presentado como un personaje asustado, amenazado y sacudido por un oleaje de incógnitas y desastres. Pocas veces ha sabido aplacar las tempestades que le acometen sin derramar sangre, y pocas veces ha quedado satisfecho al dilucidar parte del entramado de accidentes, causa y efecto, por el que el Universo se manifiesta. Tantos accidentes hay y tan sutiles que le saturan. Si algo descubre y consigue subyugarlo a fórmulas, algo nuevo surge que antes ignoraba y viene de nuevo a inquietarle. No puede, no sabe descansar. Las verdades a las que se aferra logran zafarse de sus herméticos postulados. Las ciencias exactas a las que rendimos pleitesía sólo son parte de un entramado infinito de fenómenos ingobernables. Las mismas ciencias exactas por las que se han edificado sociedades fértiles han acarreado también no pocas desgracias involutivas, y amenazan, hoy en día, (por su construcción severamente objetiva) en despojar al ser humano de su mejor cualidad… ¿Y cuál es ésta? Pues precisamente aquella por la que se rige el Yo subjetivo, la libertad del mundo personal, la intimidad desde la que se accede con estilo propio al entendimiento y que depende indudablemente de la duda para fortalecer su existencia.

No se puede traicionar lo subjetivo por consolidar una realidad objetiva común a todos. Cada cual tiene un quehacer al que servir. Es lo que nos diferencia y debería unirnos. Qué sería de nosotros si pensáramos todos lo mismo. Sólo desde la duda, desde la distinta mentalidad subjetiva de cada individuo se puede descongestionar la agarrotada condición de este mundo reducido a recetas y fórmulas a las que obedecemos igual que borregos. Estamos para respetar nuestra visión personal, la humana, para exponer una verdad afín a nuestro carácter sin necesidad de caer perdidos en lo caótico.

Una vez más me convenzo, (aunque mejor sea no estarlo del todo) de que es la duda la que abre espacio para que pongamos nuestra productividad en marcha. La única certeza dada por válida seria aquella que despejara el campo al mundo de las nuevas posibilidades. Si desde la verdad hallada se despeja un horizonte abierto a mayores posibilidades de aventura, conocimiento, entretenimiento, esa verdad será válida, esa será la auténtica. Debemos aprender a convivir con la incertidumbre sin que nos produzca desasosiego. No es tanto un dejarse llevar por la corriente de los acontecimientos como si fuéramos a la deriva, sino únicamente luchar por que las verdades futuras, si vienen a cerrarnos el paso, no sean consentidas y sean desterradas por lo tanto de nuestra consideración. A esas verdades irrefutables, amuralladas en una sola realidad, que nos intimidan y acobardan, hay que excluirlas de nuestro conocimiento porque mienten.

La naturaleza nos ayudará a no quedar entumecidos, porque ella misma tiene la impronta de una infinita variedad de prodigios que la respaldan en su quehacer constante. No por ser ella ininteligible va a ser menos atractiva. A ella le incumbe que el Yo subjetivo, enemigo de lo fijo y la certeza, ante la abisal libertad de que dispone para la creatividad, se ocupe igualmente en producir, arte y vida, nuevas ideas, nuevas esperanzas. Debemos aprender a vivir con y de la incertidumbre, a divertirnos con la aventura y a incentivarla. Tenemos tiempo y espacio de sobra, lo que hace que nunca podamos parar. Y que por encima de todo este fenómeno insólito sea nuestro más fiable consejero el sentimiento, la plenitud y el goce, algo a lo que la exactitud no suele corresponder.


“Qué superficiales, simples e imperfectos son los esfuerzos por sondear las profundidades de la naturaleza de las cosas. En la discusión filosófica, el mero indicio de una certeza dogmática como finalidad de un principio es prueba de la insensatez.” -A.N. Whitehead
"Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error."   
-Alessandro Manzoni



"Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acción."
  - Thomas Carlyle
"La Religión es una cultura basada en la fe, la ciencia es una cultura basada en la duda"  -Richard Feynman
"Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante."  -Oscar Wilde

The trouble with the world is that the stupid are cocksure and the intelligent are full of doubt.
Read more at: http://www.brainyquote.com/quotes/keywords/doubt.html
The trouble with the world is that the stupid are cocksure and the intelligent are full of doubt.
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"El problema de este mundo es que el ignorante actúa con arrogancia y el inteligente duda de todo" - Bertrand Russel
"No sé lo que quiero, quizás no quiero lo que sé y quiero lo que no sé"
  -Marsilio Ficino
"Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo."  -William Shakespeare

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