TRISTEZA DE OLIMPO
Victor Hugo
Las hojas yacian en el bosque en silencio,
intentando a su paso elevarse del suelo,
por el jardín corrian;
quizá los pensamientos, cuando el alma está triste,
vuelan así un momento con sus alas heridas,
para luego caer.
Contempló largamente las magnificas formas
de la naturaleza en los campos en paz;
soñó hasta el ocaso;
¡durante todo el día vagó por el barranco,
admirando por turno el cielo, faz divina,
divino espejo, el lago!
¡Dios nos presta un momento los prados y las fuentes,
los bosques que tiritan, las mudas rocas hondas,
los cielos azulados, los lagos y las llanuras,
para los corazones, los sueños los amores!
Y despues nos los quita. Apaga nuestra llama.
Y sumerge en la noche el antro en que brillamos;
le dice al valle, el que se imprimió nuestra alma,
que olvide nuestros nombres y borre nuestra huella.
...en un recodo oscuro, casi al final, el alma
oye algo todavía palpitar bajo un velo...
¡A ti durmiendo en sombras, oh, sagrado recuerdo!
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