viernes, 25 de mayo de 2012


      WALT WHITMAN     
    (1819 - 1892)
 
Si hay un poeta universal, cosmopolita, enamorado de todo cuanto transcurre en la vida, sea pequeño grande o mediano, agradecido con lo que la providencia divina otorga, sin censuras, alegre y satisfecho, conmovido, sensible, único, ese es sin lugar a dudas, Walt Whitman. Dentro del movimiento romántico estadounidense, el transcen-dentalismo, Whitman enriqueció aún más aquel ámbito literario al optar por una temática nueva, valiente en su percepción sensual, seguro de sí mismo, jovial y libre hasta en la métrica de sus versos. Festejó el sexo, la naturaleza y la muerte. La vida cotidiana, la igualdad de razas y religiones y la belleza más imprevista. Su perspectiva fue universal, rendido a cualquier estimulo, claro y directo.  "Hojas de Hierba" es su libro más famoso y fue elogio total del pensador Ralph Waldo Emerson, pero tuvo, como no, sus detractores y criticas negativas sobretodo por quienes los consideraron sexualmente ofensivo, (si bien no es tanto lo que se exhibe en sus poemas, o no más de lo que otros poetas simbolistas franceses hicieron en la misma época). Al margen de las polémicas suscitadas por aquel conservadurismo ya lejano y de cuanto su vida personal se haya prestado al cotilleo, lo que nos tiene aquí es su palmario aprecio a la Naturaleza . No podría haber sido de otra manera. Mientras los intelectuales de Europa se concentraban en las grandes capitales, América todavía conservaba extensas tierras vírgenes, una vida rural saludable (quiero creer) cerca del campo y un nuevo mundo en construcción. Por desgracia, a ello se unió el sufrimiento de una guerra civil de la que Whitman fue testigo y por otro lado, el inicio del descabellado capitalismo, siempre ajeno, ciego e ignorante a la sensibilidad de los pensadores que predicaron la belleza transcendental de la Naturaleza y el Humanismo tanto en prosa como en poesía.
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 ¡Sonríe, tierra voluptuosa de frescos hálitos!  
¡Tierra de árboles adormecidos y vaporosos!


      ¡Tierra del sol poniente, tierra de montañas cuyas cumbres se pierden en la bruma!
         ¡Tierra de la cristalina lechosidad tenuemente azulada del plenilunio!
         ¡Tierra de los rayos y de las sombras, que nievan las ondas del río!
         ¡Tierra del gris límpido de las nubes, más brillante y claro en homenaje a mi admiración!
         ¡Tierra curvada hasta perderse de vista, tierra fértil cubierta de pomaradas!
         Sonríe, pues tu amante se aproxima.
         Pródiga, me has brindado tu amor. ¡Por eso te ofrendo el mío!
         ¡Oh Amor, indecible y apasionado!



     Vientos del mar que soplan del este y del oeste,
que soplan del mar oriental y del mar occidental, hasta
encontrarse allá en las praderas,
con todos ellos y el aliento de mi canto,
perfumaré la tumba del que amo.
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La noche silenciosa baja tantas estrellas,
las costas del océano y la ola ronca y susurrante, cuya voz conozco,
y el alma que se vuelve hacia ti, oh muerte inmensa y bien velada,
y el cuerpo que, con agradecimiento, se pega a ti.


¡Los dos juntos!
Soplen los vientos del sur o del norte
Se levante el día blanco o la noche caiga negra
En casa, o separados del hogar por montañas y rios
Cantemos siempre, sin importarnos el tiempo
mientras los dos estemos juntos.
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 Recuerdo como nos acostamos en junio, una mañana transparente de verano
 Tú apoyaste la cabeza sobre mis caderas y dulcemente te volviste hacia mí,
y separaste mi camisa del pecho, 
y hundiste tu lengua en mi corazón desnudo y te estiraste hasta alcanzar mis pies.



Mirad el sol incomparable, sereno y altivo
la mañana violeta y púrpura de leves brisas,
la tierna luz infinita, nacida dulcemente,
el milagro que se expande y lo baña todo, la plenitud del mediodía,
el cercano ocaso delicioso, la bienvenida noche y las estrellas,
brillando todas sobre mis ciudades, envolviendo a los hombres y al país.
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¡Contemplad el amanecer!
La luz tenue las sombras diáfanas e inmensas, 
el sabor del aire es grato a mi paladar.
Fuerzas del mundo en movimiento que se entregan a juegos
inocentes, ascendiendo en silencio, rezumando frescor,
errando oblicuamente hacia arriba y abajo.

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