sábado, 21 de julio de 2012

CORRESPONDENCIA 
 Margaret Fuller
Pequeños fragmentos de su correspondencia que traduzco
en primicia para este blog. 
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Qué maravilloso tiempo hace. Los frecuentes chubascos mantienen la tierra fresca y delicada como una novia. No necesitas enviarme flores silvestres ya que nunca las he visto en semejante esplendor como ahora. La columbina engalana todo rincón de las rocas, el geranio campestre marca caminos morados y los bosques están absolutamente alfombrados de violetas.

Estoy en este preciso momento paseando por la Creación, de forma que tú no entenderías. Las flores brotan, las estrellas me guiñan, los arroyos meditan, los hombres y mujeres ante mí se inclinan y reverencian, pero nada ni nadie me habla, ni yo hablo. Aun así, parezco recibir en gran medida, aunque yo no pueda darle a esto un nombre, ni podría  ahora murmurarlo de nuevo a no ser que tuviera el don de hacerlo así, mediante "vistazos líricos".
No vendrás a verme. Pero si vienes esta semana, te coronaré con algo más precioso que el sauce o cualquier arbusto cetrino. Geranios campestres parpadean por todos los acantilados rocosos, hay majoletas en todos los setos. Puedes hacerte una guirnalda a tu gusto. Lo que sea, pero ven.
Ayer por la tarde fuimos con la última luz rosácea a la playa y pasamos allí toda la tarde. Fue la mar de emotivo. Esta playa, mucho más bella que la otra, parece en su curvatura atrapar al océano en su seno.
Temo no tener una buena palabra que decir en esta apacible mañana, aun cuando el sol brille confiadamente en las colinas distantes y el rio y los árboles dóciles mantengan su alegre color. Yo no estoy alegre aunque sí satisfecha. Cuando me veo obligada a entrar en la vida prosaica como lo estoy en esta ocasión, al establecerme en un nuevo hogar, me gusta hacerlo con absoluta tranquilidad, - Aunque sea para tejer mi red del día sólo con hilo gris.

Por la tarde la lluvia paró cerca de las nueve, el viento del oeste sopló y nos fuimos en bote por unas horas, de hecho, estuvimos hasta que las últimas nubes se abrieron a la luna. Luego subimos a la colina para ver la luz sobre los campos, los arboles y el rio en solemne dulzura.
Tenemos maneras distintas de gobernar el barco. La tuya es sacar conclusiones, las cuales a menudo te hagan luego modificarlas,  la mía es rendirme a las experiencias que a menudo me elevan a una pasión ideal, de forma que me olvido de la meta deseada en la riqueza del presente.
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