sábado, 19 de diciembre de 2015

"En 1676 el científico holandés Antonie Philips van Leeuwenhoek se quedó mirando por primera vez una gota de agua, aparentemente vacía, a través del microscopio y descubrió que estaba repleta de vida." - Laurence Krauss



DONDE HAY ALGO 
NUNCA HA HABIDO NADA
Si tenemos que admitir como buen ejemplo de la nada el pensar de nuestro pasado antes de haber nacido, deberíamos también pensar qué es lo que ha hecho que se haya roto ese espacio vacuo, ciego, esa nada extendida en regresión infinita, ¿qué ha hecho que de repente irrumpiera nuestro existir aquí consciente? Hay algo que no casa, algo que, como en un juego de magia o un milagro, nos dice que hay un secreto escondido que nadie hasta hoy ha podido desvelar. Por mucho que haya avanzado la ciencia en el revelado de nuestra historia existencial aquí en el cosmos, sigue habiendo un hueco difícil de llenar, un hueco que quien más o quien menos prefiere llenarlo con Dios, o cualquier otra creencia que dé justa medida eficiente a nuestra exigua estancia en la tierra. El hombre de ciencia reniega de la religión, culpa a quienes se esconden bajo esas creencias, sustentadas de fe, porque su método no indaga en la verdad empírica, no se confronta con las leyes evidentes de la física. Yo, sin embargo, aunque les doy la razón, tampoco podría reprochar a esos acérrimos creyentes que están equivocados.
El problema entre ciencia y religión es que ambos se pisan terreno que no les corresponde. Se equivocan en sus acusaciones, se entrometen en lo que no deberían. Si uno cree en Dios a pie juntillas como entidad omnipotente cualquier cosa que descubra la ciencia puede ser atribuida a la inventiva divina. De esta manera todo descubrimiento no es más que una respuesta que Dios expone ante quien investigue curioso que hay detrás de todo acontecimiento. Dios lo inventa todo, nos da el esquinazo, no se deja atrapar. Ahora bien, si la misma religión desea dar satisfacción a sus feligreses cuando pregunten acerca de nuestro pasado y destino lo mejor que puede hacer es callar y dejarlo todo en manos del acontecer divino, sea como sea, para bien o para mal, el silencio es lo que te queda; tu fe. Si no hay conformidad con ello entonces se toma partido por la ciencia. Creemos que hay un mundo real, palpable, que nos duele y deleita a la par. Un mundo propio y sujeto al entendimiento. Ahora corresponde a quien se involucre en la libertad de ese mundo material hacer lectura provechosa de sus descubrimientos y ante esto sí creo que la religión tiene algo que decir .
Por mucho que no queramos, la ciencia nos compromete y auque sus métodos hayan de ser imparciales con lo que se busca descubrir hay detrás de todo una potencia que nos pertenece, la curiosidad, el saber, algo en sí humano. Por lo tanto, el método científico está condicionado a las preguntas que la mente plantea desde la óptica del tiempo. ¿Qué quieres saber? Y de ahí ¿Por qué esto? ¿Cómo es aquello? ¿Para qué…? Todo en definitiva propio de la mente y su estructurada forma de jugar con la naturaleza a través de los sentidos. Reglas que la lógica nos impone pero condicionadas a los sentidos. Teorías que el experimento verifica como verdades pero conducidas por el intelecto, y mucho sentimiento que no cabe en el encuadre científico. Olvídate de la esperanza, de la belleza, del amor, la metafísica, esto no tiene cabida en la ciencia. No es propio de su mundo. Eso dicen los científicos, pero yo tengo mis dudas, porque el arrastre que nos lleva a saber viene siempre predeterminado por el sentimiento de curiosidad, extrañeza, soledad, aburrimiento, deseo de más dominio, de más belleza, de más poder. Elementos potenciadores de la ciencia, elementos humanos al fin y al cabo. Positivos o negativos, eso es algo que la ciencia, a secas, no va a saber juzgar.
Volviendo al tema de la nada. Habría que preguntarse hasta que punto, hasta donde quiere llegar el ser humano al tratar con ideas que parecen fuera de la jurisprudencia mental. El infinito, la eternidad, otras dimensiones, el origen, la nada. Desde la perspectiva de estar vivos, es decir, ser algo ¿cómo vamos a poder creer en la nada? Es igual que si preguntáramos a los muertos si creen en la vida. No podríamos aceptar un “no” como respuesta, porque eso implicaría que están vivos, sólo un silencio sepulcral daría respuesta a la nada, pero que no sabríamos comprender porque, efectivamente, aunque ellos no crean en la vida, la vida existe, nosotros seguimos vivos, estamos aquí como ejemplo. La falta de estimulo sensorial, la inconsciencia que creemos que tienen los muertos no debería asustarnos. Su tiempo es nulo, lo que estimamos dura nuestro universo, unos 13.761 millones de años es comparable a una billonésima de segundo para un inconsciente, menos aún, nada, porque el tiempo desaparece. No hay medida posible, no hay contabilidad, el infinito es tan extenso como el cero.
La nada parece así existir para que al mirar dentro de ella algo se dé. Es como el hueco que sólo existe para dar cabida a algo. Y cuando ocupas su lugar, tal vez al morir, algo acontece de súbito, algo hay, algo surge, algo nace de nuevo. Otra cuestión es saber qué se da para aquellos que no están entre nosotros. Pero la nada, por ser inconcebible desde nuestra perspectiva espacio-temporal, no sirve como respuesta para los fallecidos. La nada en definitiva, no es nada, es si acaso un derivado de nuestra mentalidad que recuerda el pasado, que puede jugar a quitar y poner, y para quitar hay que tener algo antes y sólo desde ese algo podemos entender la nada como un concepto y no a la inversa. Dejemos pues en paz al vacío, apartémonos del sentido negativo de la vida como ausencia, como falta absoluta de algo. Tal idea es errónea, más todavía si consideras que las ideas solo pertenecen a los vivos.


 
"Las leyes de la mecánica cuántica implican que, a escalas muy pequeñas y en periodos de tiempo muy breves, el espacio vacío puede parecer un hirviente y burbujeante caldo de partículas virtuales y de campos cuya magnitud fluctúan violentamente." - Laurence Krauss

 
"Nuestro universo es tan vasto que, según ya he recalcado algo que no resulta imposible tiene virtualmente todos los números de ocurrir en uno u otro lugar de su interior. Suceden constantemente acontecimientos extraños." - Laurence Krauss

 
"Hemos averiguado que el 99% del universo, de hecho, nos resulta invisible: lo forma una materia oscura que, muy probablemente, es alguna clase nueva de partícula elemental, y una energía aún más oscura, cuyo origen sigue siendo todo un misterio en la actualidad." - Laurence Krauss

 
"El espacio vacío es complicado. Es un caldo hirviente de partículas virtuales que existen y dejan de existir en un lapso de tiempo tan breve que no las podemos ver directamente. [...] Estas "fluctuaciones cuánticas" implican algo esencial sobre el mundo cuántico: nada siempre produce algo, aunque sólo sea por un instante."  -  Laurence Krauss
 
Esta entrada se ha inspirado en el libro de Lawrence Krauss "Un Universo de la Nada". Ediciones del Pasado y Presente.
____________________________