lunes, 29 de julio de 2013

¿No es el mundo todo, precisamente, el que, desembocando en el Pensamiento, espera que repasemos o repensemos, con el fin de perfeccionar los pasos instintivos de la Naturaleza?
EL FENÓMENO HUMANO
Pierre Teilhard de Chardin

Parte por necesidad, parte por curiosidad, nos conducimos por el camino que va labrando la ciencia. Creemos en lo que ella exhibe. La verdad es lo que se verifica, y a eso le somos fieles. Optar por otro camino quizá fuese un caos. En el transcurso de la creatividad donde energía y materia se funden, bien por azar o por ensayo, en busca de nada o en busca de algo, ha surgido un hecho muy peculiar, algo muy especial que cambia la perspectiva científica, el historial materialista expuesto por los científicos, es lo que Pierre Teilhard llama, "El Fenómeno Humano". Éste se caracteriza principalmente por el pensamiento reflexivo. Ahora, y aceptado incluso por un jesuita, que éste hecho se diera por casualidad, lo cierto es que la batuta que dirige la caótica musicalidad del mundo podría ser arrebatada por otro impulso que buscara la armonía, una dirección más acorde a nuestro ser y al resto de todo cuanto compone la estructura del Universo. El nuevo director sería el pensamiento humano. Una inteligencia capaz de alcanzar el punto Omega, punto todavía por definir, pero que sería como "El rayo de sol que desgarra las nubes". Esta revelación de la conciencia que nos da ventaja para variar el curso de los acontecimientos también impone una responsabilidad, un credo que, inteligible por todos y cada uno de los que habitamos el planeta, nos ponga en armonía. De ahí que Teilhard se incline de entrada por el cristianismo, aunque su idea diste mucho del cristianismo ortodoxo. Nos es nuevo que las religiones tengan como tarea la hermandad de las naciones, los pueblos, las razas. Lo que sí resulta chocante es que Teilhard se aventure a crear un contubernio de ciencia y espiritualidad que lamentablemente a muchos no convence, tal vez porque sus escritos no guardan la seriedad de un sistema filosófico ponderado. Sin embargo su idealismo, aparte de necesario, tampoco es que peque de inocente. Aun moviéndose en terreno resbaladizo consigue dar lecciones positivas para mirar al futuro con elevada nobleza. Lo que hace Theilhard es una lectura personal de las huellas que el pasado molecular va dejando desde los inicios de este Universo. Cómo materia y biología han dado paso a algo tan complejo como es el Pensamiento. Él esto lo toma como una "ofrenda" que no podemos ignorar y cuyo potencial puede ser ilimitado. Si la historia del ser humano está salpicada de mal, de pecado, lo cual podría derrumbar su idealismo de un soplido, él justifica que el ser humano es un hecho reciente y como tal va creciendo hacia el bien aunque sea "a golpe de probabilidades, por tanteo". La muerte es una necesidad que de paso a otros que vienen para continuar ascendiendo por el tronco de la Vida. No habla mucho de fe, ni se entiende de qué manera hay que contemplar la presencia de Dios. A pesar de verse enzarzado en reflexiones embarazosas que rehuye, Teilhard nos seduce con su arrobado pensamiento, con la maravilla que el ser humano representa para él más allá de la misma ciencia que lo describe. Su estilo, al exponer el devenir científico en la Tierra y las interpretaciones que él destila de ello, le llevan a dibujar una prosa con ciertos destellos poéticos. Crea así un misticismo conveniente y convincente, por cuanto de luminoso tiene en una sociedad que se ve cada día más náufraga. Su propósito es seguir ese misterioso sonido que nos deleita al escucharlo desde la lejanía y que nos hace pensar que llegar hasta él, descubrirlo, es hallar lo divino. Nuestra principal guía, como no, es el Amor.
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"Y es precisamente a lo largo de esta construcción, ya empezada de manera todavía oscura, como nuestra Ciencia, por el hecho mismo de haber sido conducida a concentrarse en el Hombre, va a encontrarse de una manera siempre progresiva cara a cara con la Religión"

"El conflicto debe resolverse visiblemente bajo una forma de equilibrio muy diferente; no por eliminación, ni por dualidad, sino por síntesis."



"Que de verdad sobre una región apreciable de la Tierra haya aparecido una zona de pensamiento en la cual creció un verdadero amor universal, y que esto no sólo ha sido concebido y predicado, sino que se haya revelado como psicológicamaente posible y prácticamente operante, he aquí algo que es para la Ciencia del Hombre un fenómeno de capital importancia, tanto más capital cuanto que este movimiento, lejos de amortiguarse, parece aún querer ganar en rapidez y en intensidad"

"Observar más bien la forma en que, cuanto más ordena la Humanidad su multitud, más ascienden en ella, pari passu, la tensión síquica, la consciencia del Tiempo y del Espacio, el gusto y el poder del Descubrimiento"


"La Humanidad, el Espíritu de la Tierra, la Síntesis de los individuos y de los pueblos, la paradójica Conciliación del Elemento y el Todo, de la Unidad y del Multitud: para que todas estas cosas consideradas utópica y, no obstante, biológicamente tan necesarias, lleguen a adquirir cuerpo en este Mundo, ¿no sería suficiente  que imagináramos que nuestro poder de amar se desarrolla hasta abrazar a la totalidad de los hombres y de la Tierra?"

"En las Matemáticas, el hecho de hallar, ¿no significa hacer surgir un nuevo ser? Desde este punto de vista, el Descubrimiento y la Síntesis intelectuales no son ya sólo especulación, sino Creación"


"La repugnancia, todavía muy visible entre los sabios, a aceptar al Hombre de otra manera que no sea por su cuerpo, como objeto científico"
"La atonicidad profunda del Universo aflora bajo una forma visible en el terreno de la experiencia vulgar. Se refleja en las gotas de la lluvia y en la arena de los desiertos. Se prolonga en la multitud de los seres vivientes y de los astros. E incluso se lee en la ceniza de los muertos. El Hombre no tuvo necesidad del microscopio ni del análisis electrónico para darse cuenta de que vivía rodeado y soportado por el polvo."
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