viernes, 12 de septiembre de 2014

"Históricamente siempre hemos tomado el camino más fácil y cómodo para progresar, el camino que va cuesta abajo" -AllendeAran

LOS TIEMPOS MODERNOS
Y EL DESAMPARO METAFÍSICO

Dudo mucho que vivamos en el mejor de los mundos posibles, como algunos han querido interpretar esta tumultuosa vida nuestra. La conclusión más parece venida por la resignación a no poder entender nuestro presente o por una incapacidad de mejorar los problemas que nos aquejan durante tantos siglos. En este mismo mundo hay otros muchos mundos, y unos son mejores que otros. Tomemos por ejemplo a los países (mundos en miniatura). No es lo mismo vivir en Nigeria que en Noruega, o vivir en Australia que en el Congo. Si la felicidad está en uno mismo, (en cómo se administra uno la existencia y su correspondiente idealismo o pesimismo) como algunos quieren hacernos entender, yo quiero creer que mucha culpa y responsabilidad acerca de la felicidad la tienen los sistemas políticos de que en los que a uno le toca vivir.
Ya que los individuos forman sociedades y éstas a su vez forman individuos, habrá que cerciorarse de que unos no maleen las sociedades para que éstas a su vez no maleen a los individuos. Es un círculo vicioso pero por algún lado habrá que cortar y volver a empezar. Por algún lado habrá que insuflar un sistema, creencia o idealismo que nos permita avanzar con fe por un camino donde la libertad invita al ser a ser como ente humanista. De esto no podemos olvidarnos nunca. La metafísica tendría mucho que decir al respecto como camino que se abre hacia el progreso pero por desgracia no dibuja su final claro, si acaso lo tiene (y que yo creo que no deba tenerlo) lo cual perjudica a la hora de hacerse creíble para los gustosos de las fórmulas.
Hemos llegado a un punto en las sociedades industrializadas, en que su tecnología nos lleva por el camino más fácil y cómodo, el camino que va cuesta abajo. No son pocos quienes se han percatado de ello pero volver a dar la vuelta y subir hacia arriba no convence a casi nadie, porque nadie quiere sacrificar en el camino aquello en lo que ha confiado durante tanto tiempo. Habría que convencer a la mayoría de que un nuevo paso y hacia otro sendero deben de darse. ¿Pero cómo? Si la mayoría no gusta de pensar, y si la sensibilidad está tranquila pero ofuscada por eventos vulgares (tenemos el gusto perdido), mal lo tenemos. Quizá haya que esperar a que los errores sigan inflándose hasta reventar, o sean tan amenazantes como irreversibles, o alcancen el límite de lo grotesco dejando en evidencia nuestra inutilidad, nuestra tontería, nuestra tozudez.

¿Cuál es mi propuesta? Sería tan fácil como entender la diferencia entre un piso y una casa, un garaje y un jardín, una farola y un árbol, una carretera y un sendero, una vista amurallada por rascacielos y una panorámica abierta al horizonte. Pero comprendo que muchos nos están preparados para entenderlo. Algo se ha estado haciendo mal desde el principio y sospecho que se trata del afán de lucro que la raza humana profesa para sí misma. Que éste afán debería haber sido directamente proporcional al cuidado y atención que la Naturaleza demanda. Porque por muy libre, errática y confusa que Ella se manifieste, también tiene sus necesidades. 
El mundo que nos circunda no está ahí para que quede doblegado a nuestra dictadura, sin contemplaciones, sin respeto, sin empatía. Nos lo llevamos todo por delante sin pagar, pero con el tiempo una factura bien cara vendrá a castigar severamente nuestra ofensa por desatender las necesidades externas. De alguna forma habrá que remunerar a la Naturaleza y creo que aquí una metafísica espiritual tendría un protagonismo crucial. Porque sólo con el espíritu sabemos entendernos bien con la Naturaleza. Ante Ella lo que de veras y unicamente se deleita al contemplar su presencia, su existir enigmático, es la parte inefable del ser que habita en nosotros.
Sólo ahí donde la Naturaleza se manifiesta voluptuosa, árida, salvaje, extraña o artística, es donde la creatividad busca su asentamiento en forma de ideas, arte, poesía o misticismo. Vamos a necesitar mucha paciencia para que la mayoría lo entienda. Pasarán muchos decenios, tal vez siglos, quien sabe, si llegamos a conseguirlo. Si tenemos suerte. Si por una remota casualidad, de entre la muchas que se esconde el azar, un día nos paramos sorprendidos y damos un paso atrás. Y aunque parezca mentira, he hablado de política. - AllendeAran
Esta entrada está inspirada en el libro de Rüdiger Safranski "Martin Heidegger y su Tiempo. Un maestro de Alemania". Editorial Tusquest Colección Fábula. 543 pp.

«Braig critica en la civilización moderna la falta de veneración por el misterio inagotable de una realidad que nos envuelve y de la que formamos parte. Cuando el hombre presuntuosamente se coloca en el punto central, al final sólo le queda una relación pragmática con la verdad. Pasa a ser "verdadero" lo útil para nosotros o aquello con lo que conseguimos un éxito práctico.»  Safranski on Carl Braig

«El punto de vista del ideal no puede fundar su gloria en que conoce la verdad sino en que forma valores y con ello transfigura la realidad. [...] De igual manera el hombre pasa por la puerta de la verdad, la cual, sin embargo , ya no es lo que era; ella ha perdido su venerable pasión. Se trata de intereses prácticos y ya no de una aspiración a la certeza, que es una actitud espiritual en la cual de incógnito hay todavía mucho de religioso.» Safranski

 «Los científicos no suelen ser conscientes de cuántos préstamos metafísicos utilizan cuando atribuyen el valor de verdad a sus proposiciones.» Safranski
 «Podría suceder que la naturaleza escondiera precisamente su esencia en la cara que presenta al apoderamiento técnico a través del hombre.» Martin Heidegger

«Nuestros conocimientos no se hacen más "verdaderos" por el hecho de que conduzcan a habilidades técnicas; sucede, más bien, que la naturaleza da respuestas diferentes según la manera de plantearle nuestras preguntas. [...] Se cierne sobre nosotros la expectativa de que la naturaleza podría contestar distintamente si la interrogáramos de otro modo.» Safranski .

«El rasgo fundamental de la civilización técnica no es la explotación del hombre por el hombre, sino la explotación gigantesca de la tierra. El industrialismo rastrea la materia energética acumulada en la naturaleza a lo largo de la historia, la consume y con ello padece el destino de la entropía.» Safranski on Georg Jünger


«No dejamos que la naturaleza brote a la luz, sino que la provocamos y la retamos a que se "anuncie de algún modo constatable por medios calculables y permanezca como un sistema de informaciones que nosotros podemos encargar." [...] Esa manera de buscar, ¿Acaso no echa a perder la "experiencia inmediata?".» Safranski - Heidegger

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