sábado, 22 de diciembre de 2012

NUBES DE TORMENTA SOBRE LAS SIERRAS
Everett Ruess
Alcancé el borde del acantilado expuesto al viento justo cuando la primera luz rojiza brillaba en el Este. Una luz gris nebulosa alcanzaba los bordes de las nubes, y una ardiente naranja resplandecía en los lejanos picos. Entonces negras nubes cargadas de tormenta acechaban dramáticamente desde el Norte cubriendo los valles. Un nubarrón se separó y se descargó sobre el Monte Hoffman, alcanzándome con una ráfaga de nieve. Pronto se fue y el cielo del oeste aclaró.
Mi soledad sigue inquebrantable. Arriba, los blancos, palaciegos peñascos brillan como de ensueño contra el cielo turquesa. Al silencio en la inmensidad que me envuelve me entrego.


Mientras bajaba cauteloso de la encaramada ruina en las alturas, un relámpago irrumpió del cielo oscurecido, el centelleo del trueno retumbó por el angosto desfiladero. Un vigoroso rayo de brillo punzante reventó en los rojos peñascos rebotando con un sollozo, igual que un proyectil lanzado. Con un crujiente y chirriante sonido, una masa de roca se deslizó por un lateral del barranco.
 
A solas,  cargo con el cielo y lanzo mi desafío gritando la canción del conquistador a los cuatro vientos, tierra, mar, sol, luna y estrellas. ¡Estoy vivo!
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