Este pasado domingo me acerqué con unos amigos al monte Ranero en la comarca de Karrantza (Carranza). El día cumplió con buen sol y nubes, algo de viento y temperatura fresca, contra las predicciones meteorológicas que anunciaron algunos chubascos entre claros y claros. Tuvimos suerte. El monte es predominantemente de suelo kárstico, jalonado de rocas, lo que da un carácter al paisaje de cierta desolación. Aunque bastante escalonado, no resulta cansino llegar a la cima, unos 728 metros, desde donde, y como es habitual, las vistas resultan prodigiosas. La vista se expande por un mar de ondulantes praderas verdes que forman el amplio valle de Karrantza. Pero lo más fascinante de este monte es lo que esconde en su interior.......
... y es que en 1957 se descubrió la boca a una enorme caverna decorada de fastuosas estalactitas y estalagmitas. La gruta cuenta con una de las mayores concentraciones de estalactitas excéntricas conocida, que son, parecen, raíces retorcidas, estrafalarias, otras semejan corales marinos. Todo ello como se sabe, diseñado gota a gota, acumulando minerales durante millones de años, en plena oscuridad y solo el sonido del goteo del agua, como si fuera el contar de la mismísima infinita paciencia. Pero la cosa se extiende aún más. Hay en la cumbre una grieta estrecha conocida como La Torca del Carlista, una de las simas más grandes y profundas de
Europa, situada casi en la misma cima del monte, y
tras descender 154 metros, 92 en caída libre, se accede a una sala de
500 x 240 y 132 metros de altura, algo así como tres museos Guggenheims. Esta cueva no es posible visitar a no ser que seas un espeleólogo profesional. Se podría decir, en consecuencia, que una gran parte del monte está hueco. Sorpresas que nos regala la Naturaleza.