«No es fácil ver cómo las formas más extremas de nacionalismo pueden sobrevivir a la larga, cuando ya los hombres han visto la Tierra en su verdadera perspectiva, como un pequeño globo contra la inmensidad de las estrellas.» - Arthur C. Clarke
«Claro que, para soñar con claridad, (respecto al futuro) hay que marcar reglas de respeto a todo cuanto nos rodea, y cuando digo a todo me refiero a todo, razas y animales, árboles y piedras, planetas y estrellas.» - AllendeAran
SENTIDO NACIONALISTA
vs.
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SENTIDO PLANETARIO
Ya sé que no soy el único en pensar lo que a continuación voy a describir pero por desgracia somos todavía una minoría que se esfuerza por convencer al resto de su postura egocéntrica, esa que está anclada en costumbres milenarias y que han forjado la sobada afirmación “esta es mi tierra”. Una postura que se resiste a cambiar porque todavía hoy parece recompensar con una identidad que engrandece la personalidad del yo y un determinado círculo social, sea lo que eso signifique, porque detenerse a interpretar la identidad nacionalista resulta muchas de las veces ridícula, cuando no absurda.
Todo nacionalismo está basado en culturas, costumbres, hábitos heredados, pero sobretodo en un territorio delimitado que se circunscribe a una lengua, a esas costumbres, a esa determinada cultura que queda representada luego por símbolos. Esa facilidad con la que uno defenderá una bandera, los colores, un logo. Las razones para defender el nacionalismo son tan variadas como razones hay para denostarlo. Si uno se abriera de miras comprobaría que los beneficios de la vanidad nacionalista son menores ante el impulso de abrirse a otras culturas con ganas de aprender, de adherirse sin complejos. Muchos opinan que el problema de fondo no es ese, que se puede ser abierto a otros pueblos y preservar el suyo propio pero a la hora de fortalecer el nacionalismo nada de eso es cierto. Se podrían aceptar ambas posturas, pero no nos engañemos, por lo general no es algo compatible. El yo soy de aquí y no de allí implica el defender lo de aquí por encima de lo de allí, aunque lo de allí pueda ser de mejor calidad y de lo que se pueda aprender.
El enemigo de todo nacionalismo, sin lugar a dudas, es el imperialismo, que es la agresiva modalidad nacionalista, ambiciosa por querer amplificar el poder. Tenemos ejemplos de sobra en la historia que han dado paso a no pocos problemas, como guerras, terrorismo, enemistades, prohibiciones y un sin fin de penalidades que no parecen acabar con el paso de los siglos. Y es que la falta de respeto a las propiedades de un país pequeño colonizado deja abiertas heridas que luego son difíciles de cicatrizar. Así es como la historia política del planeta se ha visto una y otra vez modificada por constantes conflictos. Así es como el planeta se ve recortado en parcelas que representan a distintos vecindarios, como si no tuviéramos en común un mismo denominador. Las religiones separan, las economías jerarquizan, las costumbres disgregan. Bien mirado podría haber sido enriquecedor, aprender, compartir, pero la raza humana tiene mala naturaleza. Aún conservamos el orgullo racista de la distinción, ese instinto animal por conservar el territorio ante cualquier invasión, que nos pone a la defensiva de nuestros vecinos, con recelo, con envidia, con desafío.
Con el paso de los siglos, y a medida que el planeta se hace más conocido, la visión del mundo va cambiando. Vivimos unos tiempos en los que los nacionalismos se ven burlados por la globalización. Hay una contradicción en las posturas herméticas que desean preservar sus culturas atávicas y a la vez se ven tentadas a adoptar otro tipo de costumbres. Las naciones ricas temen las invasiones bárbaras. Cierran sus fronteras ante el temor de perder la cosecha monetaria que les ha dado su primacía, su “acaudalada libertad”. El planeta entero se ve hoy en día más desnivelado, más desequilibrado que nunca. Pareciera que algo deberíamos haber aprendido del pasado, pero no. La historia se repite con mayor vehemencia. ¿Cómo es posible que nos estemos repitiendo una y otra vez? ¿Es acaso volver a cómo deberían haber estado las cosas siglos atrás posible? ¿Se puede corregir la egoísta ambición del hombre?
Es obvio que nadie quiere perder sus logros en el camino por una justa y ecuánime sociedad a nivel global, pero me temo que no hay más remedio que encarar la verdad. La tierra nunca debería haber estado diezmada en países. Culturas, costumbres, lenguas, sí, pero diezmada en separatismos cerrados, que se retroalimentan unos con otros igual que una contienda deportiva, es sencillamente parte de la ineptitud humana. Algo que hemos venido arrastrando desde el principio de los tiempos, primero con tribus, después con naciones. Puede que la culpa haya que echársela a los imperialismos, las envidias o tal vez el carácter beligerante del hombre. Tal vez la culpa esté en creencias que ponen en peligro otras creencias, como sucede con la religión. Tal vez la pobreza que llama a las puertas del país rico. Pero sea como fuere, repito aquí, la ineptitud del ser humano por no saber convivir en sociedades distintas da pésima respuesta de nuestra inteligencia y sensibilidad humana.
Lo gracioso del tema es asistir como hoy por hoy el tesón con el que muchos nacionalismos pelean por separarse de su “parásito opresor” continúa recurriendo a ciertos tópicos del pasado, (la historia, su historia) para buscar esa línea divisoria, cuando esto, por el presente que nos toca vivir, la globalización, nos dice que ya no hay vuelta de hoja. Volver al pasado no es factible. La globalización ha llegado para quedarse. Por supuesto, esto tiene sus ventajas y desventajas. Puedo entender hasta cierto grado el que las formas de gobernar difieran y se busque en consecuencia una independencia. Pero esto, a la larga, confrontará a las naciones por su desnivel económico y resentimiento. Lo importante aquí, por lo que hay que luchar, es la consagración de ideas que impongan una convivencia libre y ecuánime de posibilidades, ideas con valores de mejorar el futuro que corresponde a todos, no a unos pocos afortunados, sino a todos. Y cuando digo a todos me refiero a todo, razas y animales, árboles y piedras, planetas y estrellas. Es necesario dar a la educación un sentido planetario, cósmico.Ese el gran problema al que se enfrenta el mundo, (y no las naciones) la falta de valores. No tanto hoy como ayer, sino que hoy se hace más evidente porque el planeta está gangrenando úlceras por culpa de nuestra ambición desenfrenada, el egoísmo y la confrontación. Nos hace falta una visión “cósmica” del entorno que habitamos. Tu casa no es donde te cobijas para dormir y guarecerte del frío, tu país no es el de la lengua que hablas, tu raza no es un color. Tú eres lo que te dignifica y ennoblece y eso es afín a toda la humanidad, eso se encuentra en la Tierra entera, no en tu país. Ahí donde estás, ahora, es tu vida.
Hemos llegado a un punto en que las naciones han de dar con otra religión que revalorice nuestra integridad de ser humanos. Una religión que no deje en manos de Dios el futuro sino en nuestras propias manos. Seamos responsables de una vez por todas, no por la recompensa de un cielo más allá tras la muerte, sino por el paraíso con el que soñamos. Claro que, para soñar con claridad, hay que marcar reglas de respeto a todo cuanto nos rodea, y cuando digo a todo me refiero a todo, razas y animales, árboles y piedras, planetas y estrellas. - AllendeAran
«El nacionalismo divide a la humanidad en unidades mutuamente intolerantes. En consecuencia, los hombres piensan demasiado en sí mismos como norteamericanos, chinos, egipcios, rusos, africanos o negros antes que en otra cosa. y en segundo lugar, si acaso, como ser humano.» - Ivo D. Duchacek
«Las identidades sólo son homogéneas en la comunidades inventadas. En las reales existe una saludable diversidad, mal que les pese a algunos.» - Juan Pablo Fusi
«Nacionalismo es un concepto agresivo: el nacionalista piensa no tanto en su nación como en las ajenas, no tanto para su nación como contra las otras naciones.» - José Ortega y Gasset
«La nación es un sistema de egoísmo organizado... La idea de nación es uno de los medios soporíferos más eficaces que ha inventado el hombre. Bajo la influencia de sus efluvios, puede un pueblo ejecutar un programa sistemático del egoísmo más craso, sin percatarse en lo más mínimo de su depravación moral; aún peor, se irrita peligrosamente cuando se le llama la atención sobre ello.» - Rabindranath Tagore
«El nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando.» - Unamuno
«Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea.» - Stefan Zweig
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