lunes, 31 de agosto de 2015

TAO TE CHING
LAO TSE

"El infinito insondable es la puerta de todos los misterios" - Lao Tse

La primera vez que leí algo de este  libro milenario fue en mi adolescencia. Me lo presto un amigo hablando maravillas de él y como por aquel entonces yo empezaba a despertar a la “buena literatura” pues probé a leerlo. No entendí nada. Me supo un poco a tomadura de pelo. Algo sí parecía que escondían sus versos pero era tan intricado su significado y a menudo tan contradictorio y paradójico que no quise terminarlo. Fue con los años que leyendo aquí y allá referencias al libro, citas y alusiones al concepto del yin yang, que la obra de Lao Tse empezó a ganarse mi respeto. Pero no fue hasta hace algunos años, cuando indagué más a fondo en la filosofía budista, y de ahí el Zen, que el libro por fin cuajó en mi formación. Posiblemente haya aprendido más del Tao por textos de temática Zen que por la obra de Lao Tse en sí misma. Tengo entendido, por otra parte, que traducir los caracteres chinos de este tratado entraña mucha dificultad con lo que cualquier traducción del libro seguramente no hace justicia al mismo, al margen de las distintas posibilidades de interpretación, que no son pocas y de que no hay un original del cual tomar referencia.
Comprender el Tao, al igual que cualquier otra filosofía, exige introspección, paciencia, meditación. Su saber va encaminado a encontrar la paz interior, ser feliz en definitiva, pero para ello hay que adoptar, con perseverancia y paciencia, una actitud pacífica, mucha moderación y resignación, entereza y humildad, ante los problemas que la vida nos depara. Una actitud más bien pasiva pero que se ve recompensada con la quietud y la seguridad, la confianza y la paz con uno mismo y todo aquello que nos rodea, clave esencial de la felicidad espiritual. Para ello hay que liberarse, principalmente, de ostentaciones y ambiciones, del orgullo y la vanidad. Hay que saber agradecer lo que a uno le toca, (por descontado que el dolor no entraría aquí) y apreciar lo que conlleva cada momento, la inesperada sorpresa. Así, el Tao acaba por recompensar fielmente de sabiduría, lucidez y complacencia a quien lo practica.
No obstante, seguir la senda del Tao no es fácil. La perseverancia a la que aludía hace un momento requiere tenacidad para no dejarse llevar por las insistentes tentaciones que nos empujan a colaborar en el juego sucio que hay en medio de la vida. Porque todo vivir apela al querer y el querer acarrea calamidades, casi siempre de forma súbita y traicionera. Es como si el deseo nos llevara a contracorriente de lo que es natural, a luchar por sueños ambiciosos que nunca se cumplen, conduciéndonos de una manera u otra, tarde o temprano, a la derrota, al pecado, la frustración. Sobretodo cuando uno no se sabe conformar con lo suficiente.
La serenidad, la modestia, la firmeza, el altruismo, son las virtudes recurrentes de la doctrina taoísta, que ayudan a soslayar los tantos malogrados infortunios que nos amenazan por culpa de la ambición. Forzar las circunstancias para que favorezcan nuestros intereses particulares no es actuar limpio. Lo mejor es no intervenir ante las disyuntivas y dejar que lo que se presenta como una tentación venida a alterar nuestra paz interior, sea resuelta por la misma suerte que la trajo a escena. Si ello nos beneficia, bien, seamos agradecidos, pero es preferible no intervenir para no tomar posturas interesadas. No es que debamos despreocuparnos de nuestras tareas diarias, ser irresponsables, sino evitar el enredo con la providencia, tratando de sacar siempre más provecho de lo que procura. 
Estamos demasiado acelerados, siempre deprisa y corriendo por cumplir una tarea social rutinaria, que no nos produce sino ansiedad y hartazgo, porque semejante tarea no conecta directamente con nosotros, no nos define, no se adapta a las necesidades del espíritu. De qué manera más tonta nos hemos esclavizado a la codicia. Liberarnos de vez en cuando, un poco al día, de la sumisión continua que tenemos al ego nos enriquecería más de alegría, y recuperaríamos más cordialidad y armonía. 
Si sólo al menos, de vez en cuando, pudiéramos tomar conciencia de cuanta riqueza inmaterial guarda la contemplación, el ahora liberado de obligaciones y presiones... Un momento cualquiera mirando las nubes voluminosas pasar, escuchando el aplauso de las hojas en los árboles, el aroma que exhala la hierba tras una tormenta de verano, cuanto más ricos interiormente seriamos, cuanto más habríamos ganado y progresado. Bastante nos hemos separado, (igual que enemigos) de la naturaleza, precisamente donde cientos de sutilezas espontaneas se pronuncian de repente en un instante.
La tan discutida dualidad del sujeto y objeto, yin yang, que ha provocado divisiones de ideas y ha diezmado salvajemente la composición del mundo es según el Tao una equivocada visión que hemos mantenido con el exterior. No hay ningún yo separado de cuanto existe ahí, fuera de nuestros sentidos. Lo que existe es lo que eres y eso es todo. ¿Cómo podrías definirte a ti mismo sino mediante una imagen de algo que existe? Si conoces tu rostro es porque el reflejo del agua te lo ha comunicado, gracias a la luz, a la quietud del aire que mantiene el agua lisa en un estanque. Materia que forma todo cuanto nos rodea, plantas, rocas, el suelo y el cielo. Materia que te forma también a ti. No estás fuera, sino dentro. Vacía tu mente de pensamientos y verás que lo único que te queda es todo cuanto cabe en un instante. Lo que tus sentidos advierten. Lo absoluto, que se define de infinitas maneras en el espacio, aquí, y en el tiempo, ahora. Desde lo más sutil a lo más grandioso.
Así, el Tao busca conformarse en un todo único, en fusionar una verdad competente que respeta a uno y otro porque separados entran en discordia y juntos, uniendo las polaridades distintas se encuentran y armonizan. No desees atrapar cuanto fluye. No temas perder lo que pasa, porque si te detienes en ello, te perderás lo que se renueva constantemente. En el recuerdo se atesoran los gratos momentos de felicidad vividos y eso, como mejor se da es inintencionadamente. Ya tendrás tu momento para recordar.
Vivir el Tao es la de caminar por el camino abierto, el que nos pilla de frente. Es ir sin mirar atrás, sin pensar en ninguna meta. Nunca llegar a ninguna sitio para estar bien donde se está. Es dejarse llevar. Mirar al cielo y al suelo. Es pasear silbando. Ser un "flaneur". Que tu actuar sea lo más exiguo posible. Que tu proceder sea este, Wei, Wu Wei. Vive.

 
"El cielo es eterno y la tierra permanente.
La razón por la que son eternos y permanentes
 es porque no viven para sí mismos"  - Lao Tse
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"Todo el mundo parece ocupado
sólo yo permanezco ocioso y soñador.
Soy distinto de los demás.
Para mí lo más importante
es ser nutrido por la gran madre." - Lao Tse
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"Vale más no actuar por amor a la vida
que dilapidarla corriendo en pos de ella." -Lao Tse


"Si alguien pretende tomar el mundo y cambiarlo
es improbable que lo consiga,
el mundo pertenece al espiritu
por lo tanto, no puede ser manipulado." - Lao Tse
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"Nada hay en el mundo más blando y débil que el agua.
Sin embargo, sólo ella puede moldear la roca más dura y fuerte." - Lao Tse


"La red del cielo es muy amplia, 
pero nada escapa por sus grandes mallas." - Lao Tse
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"Gracias al amor se puede ser valiente,
gracias a la mesura se puede ser generoso,
y gracias a la humildad se obtiene el liderazgo." - Lao Tse
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"Lo grande y fuerte ocupa el lugar inferior
Lo pequeño y débil ocupa el lugar superior." - Lao Tse


"Si nada es imposible; no existen límites
Si no existen límites, se puede poseer el mundo,
Si poseemos el mundo, entonces duramos eternamente." - Lao Tse
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"¿Cómo sé que el mundo funciona así?
Observándolo." - Lao Tse
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"Lo innombrable es el origen del cielo y la tierra;
lo nombrado es la madre de las diez mil cosas." - Lao Tse


"Ser lúcido es ver lo infinito
Conservarse pequeño es mantenerse fuerte.
Usa la luz para retornar a tu interior.
Esto te mantendrá a salvo.
Eso se llama seguir el Tao." - Lao Tse
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"Y como no hace nada, nada se queda sin hacer." - Lao Tse
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"Todas las cosas contienen en su interior el yin y el yang
y obtienen la armonía por la combinación de esas fuerzas." - Lao Tse


"Y el que ama al mundo en su propia persona
es digno de que se le entregue la humanidad." - Lao Tse
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"Desprendiendose de su yo, su yo se conserva.
¿No es acaso porque renuncia a su individualidad
por lo que su individualidad se realiza?" - Lao Tse
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"Quien habla, no sabe
quien sabe, no habla." - Lao Tse

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