martes, 8 de septiembre de 2020


"La suerte de toda la humanidad, lo veo,
Esta en manos de locos.
Confusión será mi epitafio
Mientras me arrastro por un agrietado y quebrado sendero
Si lo logramos podremos todos sentarnos y reír.
Pero me temo que mañana estaré llorando
Sí, me temo que mañana estaré llorando."
 (Epitaph - King Crimson)


 EQUIVOCARSE

Me fastidia una barbaridad cuando parece que tengo las ideas claras acerca de cómo se ha de vivir pero los acontecimientos de la historia, tanto global como personal, me contradicen con sus salidas inesperadas. Entonces me pregunto, observo, reflexiono sobre qué hago mal, si no debería pensar de otra forma y tomar distintas estrategias teniendo en cuenta otros factores que no he llegado a reconocer. Tal vez sea yo el que se equivoca y no sé aceptar las propuestas de la sociedad que, por lo general, es la de la mayoría. Remar contra corriente resulta agotador, por lo que tampoco es que me ponga del lado minoritario porque sí. Mal me sienta también cuando la naturaleza contradice mis buenas intenciones, precisamente aquellas que van en favor de lo que ella misma propugna; la Vida.
Uno se puede equivocar, por supuesto, lo malo es cuando la corrección que viene al caso no llega a convencer, y no porque uno sea orgulloso, idiota o duro de mollera, sino porque no son las reglas con las que hemos jugado desde el principio de los tiempos. Esas reglas que rigen el sentido común o lo que se entiende por ética. Tengo claro que de sabios es mudar de ideas, como decía Machado, pero no me puedo adherir a aquellas nuevas que afectan negativamente lo que de mí más aprecio, eso que me hace humano; el afecto con el que contemplo la naturaleza y el cariño al que me debo a las personas que me rodean. Salud y Alegría van de la mano y eso exige responsabilidad con la Naturaleza. Cosas básicas, cosas que nadie pondría en duda, pero que corren peligro de extraviarse en el conjunto de las sociedades, sobretodo cuando son conducidas por un mal ego. De ahí un enfado a veces con los amigos, o en el peor de los casos, las guerras.

Saber si uno tiene o no razón es a menudo cuestión de tiempo, pero la espera, aunque merezca la pena al final, puede llegar demasiado tarde para quienes creyeron tenerla. Muchos han muerto por sus ideales y otros los han abandonado por falta de comprensión y esperanza. Una derrota puede llevar a largo plazo a una gran victoria, pero no estamos para perder el tiempo. Queremos la recompensa aquí, lo más pronto posible y mientras vivimos. La verdad, que entre sus varias definiciones es aquello que funciona, toma su tiempo hasta que la mayoría la entiende (por fin) y, por ende, la acepta.
Verán, mi táctica respecto a mi forma de actuar, es hacer lo que considero correcto. Saber qué es lo correcto no es fácil, tiene sus contra avenencias. Se necesita circunspección y, además, no dejarse llevar por sentimientos inadecuados o emociones engañosas. Menos aún dejarse llevar por intereses particulares; los caprichos del ego. La idea es optar por aquello que mejor se adapta a las necesidades del conjunto, con vistas a revalorizar el principio Vida. Es importante aprender, agradecer los buenos momentos, saber dónde habitan, atesorarlos en el recuerdo y, ante todo, tener un cariñoso concepto global del hábitat que nos mantiene.
Ya decía Bertrand Russell que “el problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas” A mí me pasa esto, y para nada me considero inteligente. Tal vez sea esa otra de mis dudas. A lo que iba.., como no me gusta meter la pata, errar, a veces ni me atrevo a encarar una discusión, tomar una decisión o tomar acción. Es posible por ello que los indecisos a menudo pasen por cobardes. Otras veces sí creo estar seguro de mis razones y me animo a defenderlas. Si luego me equivoco, por lo menos que nadie me acuse de haber obrado de manera malintencionada  o irresponsable. Yo actué de corazón.
Estamos adscritos a una sociedad igual que si fuéramos piezas diminutas de un sofisticado reloj. Hasta ahora, mal que peor, hemos conseguido acomodarnos en esa estructura máquina relojera. El gran reloj funciona. Pero para quienes gustan de pensar, se preguntarán para quién funciona el lujoso Rolex en el que estamos inmersos. Quién mira la hora, con qué propósito. Porque alguien, más allá de nuestro puesto en la máquina, toma decisiones que afectan nuestra labor, nuestra vida, nuestra libertad. Somos piezas sí, pero este reloj del que hablo tiene vida, tiene pensamiento y emociones, está compuesto de personas, cada cual cumple su cometido. Lo malo de vivir en esta sociedad que emula un reloj es que mientras todo está bien engrasado, mientras funciona, nadie piensa. La masa no quiere problemas, (ni yo tampoco) pero cuando la zona de confort se ve amenazada tal vez sea bueno ponerse en guardia antes de que sea demasiado tarde. Cuanto más tiempo perdamos, más nos costará recobrarlo. Estoy hablando de la libertad, que algunos no saben todavía lo que eso significa, hasta que la pierden por completo.
Vivimos en este momento, al término del verano del 2020, momentos de una incertidumbre y un miedo como nunca antes creo recordar. La sociedad parece amenazada desde dos frentes. Por un lado, una pandemia que no termina por desaparecer y amedranta con posibles rebrotes, y por el otro, un estado de alarma ante el temor de esos rebrotes que, a juzgar por sus normas incoherentes, más parecen infundir un terror propio de estados totalitarios que ganas por aplanar la enfermedad. Ambos frentes se complementan. Se entiende que hemos de obedecer ciertas ordenes con tal de acabar con la crisis sanitaria en la que hemos caído, sí, pero… ¿A cualquier precio? ¿Acaso el fin justifica los medios? ¿Acaso no puede el remedio ser peor que la enfermedad?

Las últimas medidas que los gobiernos de muchos países han adoptado para mitigar la pandemia que nos sacude están poniendo en evidencia una situación social insólita. Tan insólita que da qué pensar si no parecen ocultar otro problema más serio y grave. Algo se nos escapa, algo que no llegamos a entender y que se antoja siniestro. ¿Algún secreto de estado? Porque cuando alguien miente es porque oculta algo que nos ofendería o nos asustaría más de lo que nos quiere hacer creer. Aquí nos faltan piezas del puzzle para poder entender la situación al completo. La realidad se ha vuelto irreal. Bajo la amenaza y la imposición, se están decretando unas restricciones sociales que nos empujan a caer en el MIEDO y el ABSURDO. Y todo a pesar de su incongruencia, que muchos no consiguen entrever. La falta de contacto humano, la soledad, el distanciamiento, la obediencia ciega, la humillación incluso, se están imponiendo sin cordura. Están haciendo que perdamos el análisis del sentido común. Todo propio de los estados totalitarios.
Y no es ya cuestión de seguir una única hoja de ruta para no perdernos o acabar confundidos, porque de lo contrario no salimos de este embrollo sanitario, dirán ellos. Lo siento, pero NO. Algo está censurado o secuestrado, algo que no quieren que sepamos. Jamás podría creer que medios de comunicación, periodismo y partidos políticos estuvieran tan firmemente de acuerdo con las medidas que adoptan quienes están al mando de la nación. Que todos a una remen en la misma dirección, me da que pensar. Que se cierre toda cobertura a resoluciones u opiniones diferentes, como si se tuviera a la población por estúpida. Cómo si ésta no sabría juzgar lo que mejor le conviene. En un estado democrático jamás esto ha funcionado así. Algo falla. Algo no encaja.
Qué puede ser lo que se nos escapa para poder entender el sombrío panorama en el que nos encontramos es lo que me ha empujado a buscar otras fuentes de información. Recabar artículos, informes, conferencias, criticas que puedan darme otro punto de vista y pueda así, con mayor nitidez, contemplar lo que es VERDAD. Hay que entender que la verdad, como decía Alfred North Whitehead, no es absoluta, sino que con el tiempo se va perfeccionando. No tengo esa VERDAD con la que me encararía con la sociedad ciega, pero si tengo una verdad que se adapta mejor a mis interrogantes. Y con esa medio verdad me defiendo mejor de esa otra verdad de los políticos, marchita, que huele a farsa, a podredumbre. Con mi verdad creo tener unas gafas con las que veo mejor. Será cuestión de esperar, como decía al principio, aunque en la espera se me vaya la vida. Esperanzas todavía me quedan de que la sociedad despierte, deje de ser  NEGACIONISTA, y preste atención a otras voces.
Confieso que me da miedo tener razón esta vez. Y hasta rezo por estar equivocado. Porque lo que voy descubriendo augura un mundo tan sumamente egoísta, cruel y despiadado que, (y una vez más, porque no es la primera vez en la historia) uno preferiría no haber nacido. No pienso entrar en detalles. Actúo como mejor me dicta la razón y la paciencia. No estoy solo. Somos pocos, pero podemos crecer y sacar a la luz a esos personajes perversos que se esconden atrincherados en sus poderosos bancos. Demos tiempo al tiempo, y mientras tanto, busquen fuera de los medios típicos de comunicación esa otra verdad de la que hablo. A ver si les convence más. Aunque les prevengo, no les va a gustar. Pero así es la verdad en ocasiones, bella para el raciocinio y fea a las emociones humanas. Pero estamos en ello, en que ambas posturas se centren en una y sola entidad, la JUSTICIA, que es parte de la armonía integral que nos incumbe a todos. Eso nos recompensará con eterna alegría de todo lo sufrido anteriormente. -AllendeAran.



"Es más fácil engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados."  
- Mark Twain 
"Una nación de corderitos engendra un gobierno de lobos."
 - Edwar Murrow
"Cuando todos piensan igual es que ninguno está pensando." 
- Walter Lippmann 
 


"La urgencia por salvar a la humanidad es casi siempre una falsa urgencia por dominarla. "  - H.L. Mencken
"La libertad es... el aire sin el que no podemos estar, que respiramos sin darnos cuenta, hasta que llega la hora cuando, desprovistos de él, sentimos que nos estamos ahogando."  - Allbert Camus
"Nos mantenemos alerta contra enfermedades contagiosas para el cuerpo, pero nos descuidamos en cuanto a esas más peligrosas enfermedades colectivas de la mente." - Carl Jung

"Quien supera realmente sus miedos, será realmente libre."  - Aristóteles
"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio."  - Cicerón

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