sábado, 28 de marzo de 2015

"Si admitimos que la vida se rija por la razón destruimos la posibilidad de la vida"  - Leon Tolstoi
"Si tu valor te abandona, supera tu valor"  - Emily Dickinson

LA INDIFERENCIA DEL DESTINO

"ALMA SALVAJE"  2014
"HACIA RUTAS SALVAJES"  2007



Estas dos historias verídicas que han sido llevadas al cine tienen tanto en común como diferencias. Quizá su más relevante parecido sea la palabra Wild que al traducirse del inglés al castellano se queda corta porque mezcla lo salvaje con la naturaleza y en castellano hay que decantarse por uno u otro significado. Y su más relevante diferencia sea el distinto final de la vida de sus dos personajes en cuestión. Por un lado tenemos a Cheryl Strayed, una mujer que no sabe cómo digerir la prematura muerte de su madre y por otro al joven Chris McCandless que tampoco sabe digerir la afectada sociedad en la que nos toca vivir. Así, los dos personajes emprenden una dilatada excursión a solas por las sendas inhóspitas que la naturaleza encierra para ver si puedan curarse de las indigestas circunstancias que les han herido. En Cheryl más parece que su ruta aventurera por las Cimas del Pacífico sea la de poder recuperar la sensatez y el cariño hacia la vida, algo que parece haber perdido tras la muerte de su madre. En Chris el problema es más complejo, porque su asco al mundo materialista, a las actitudes reaccionarias, al dinero, a su propia familia incluso, le empuja a enemistarse con la sociedad de forma tan drástica que si bien tiene mucho de audaz también conlleva el alto riesgo de encaminarse a la perdición.  
Sea como fuere, en los dos casos, la llamada de la Naturaleza, (como diría Jack London) parece ser el terreno en el que los dos personajes van a perderse para, paradójicamente, encontrar la verdad o su yo extraviado. El senderismo a solas, el espacio inconmensurable de las montañas, pernoctar en la calle o el monte y todo cuanto pueda por sorpresa acontecer durante el trayecto, conocer gente, hacer amigos, los problemas, todo es bienvenido, digno de aprecio para la sabiduría personal.

De todo se aprende, sí, menos de algo que aquí, para mi gusto y para mi entender falla en ambas películas; estoy hablando de la poesía. El sentido de la belleza que la Naturaleza proyecta (para quien sepa leerla) no está suficientemente bien iluminada. Hay pocas escenas significativas. Pasan casi desapercibidas. Para hacerme entender aquí tendría que acudir al respaldo de autores que vivieron el mundo salvaje con encendido entusiasmo y fueron grandes montañeros, entre ellos, John Muir, Henry Thoreau, Alex von Humboldt, o más recientemente el malogrado Everett Ruess, (del que todavía estoy esperando hagan una película). Esa postura estética bien podría haberse usado de receta para exorcizar el dolor y el resentimiento que ambos personajes sufren en su interior, pero las dos películas lo descuidan, seguramente porque los dos protagonistas en su vida real no acertaran a descubrir algún secreto espiritual a partir de la belleza que la Tierra expele. Lo que más predomina en ambas películas es la entereza, el valor, el riesgo, la resistencia en el mundo salvaje, la dura experiencia de sobrevivir. Es una pena, porque reconozco que los dos guiones tienen una buena narrativa y admiro la buena carga de humanismo y emoción que manifiestan. Pero de haberse cuidado ese importante detalle estético, que particularmente reclamo, las dos películas habrían alcanzado el palmarés de obras maestras para mi gusto.

Volviendo al lance de sus travesías, los dos finales de Chris y Cheryl difieren, y esto me hace suponer que muchos busquen una posible moraleja. En ambos casos se buscaba la restauración dañada del alma, aunque cierto es que sus motivos de huida fueron distintos. Pero si el final de cada persona lo dicta la muerte y la forma en que ésta acontece o nos sorprende es casi siempre extrínseca, no hay fundamento razonable para enjuiciar la vida de nadie por su manera de morir. La muerte es un accidente que sólo la suerte, indiferente a todo, decide (a excepción del suicidio). No es un castigo.

En consecuencia, de ambos peregrinajes se pueden tomar cuantas lecciones se quiera pero no de sus desenlaces. A Chris se le podría acusar de incauto, osado, inexperto, insociable, temerario, ingrato, rebelde, lo que más rabia te dé, pero nunca llegar a pensar que su final estaba escrito por su arrogante y extremista actitud. Tuvo mala suerte, eso es todo. El aprendió algo, si bien demasiado tarde y es que “La felicidad no es auténtica sino es compartida”. De haber salido airoso de su encerrona en las profundidades de Alaska tal vez él hubiese ejercido mejor que nadie esa lección. Por otro lado, Cheryl, que también aprendió lo suyo, orgullosa y victoriosa al final de su empresa, felizmente pudo contarlo todo. Pero ¿qué habría ocurrido si en alguno de esos encuentros espinosos con otros protagonistas la cosa hubiese ido a peor o si cualquier otro percance accidental de los varios que tuvo no los llega a solventar?

Al final concluiremos como empezamos, con Tolstoi, con aquella cita que decía “El único conocimiento de la vida al que el hombre tiene acceso es el del sinsentido”.  - AllendeAran

«La auténtica cosecha de la vida cotidiana es tan intangible e indescriptible como los matices de la mañana o la noche. Es como atrapar un poco de polvo de las estrellas o asir el fragmento de un arco iris.» - H. D. Thoreau


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martes, 17 de marzo de 2015

«Si permitimos que el Progreso falte el respeto a nuestra sensibilidad, a menudo reflejada en un paisaje, nos estaremos conduciendo al suicidio espiritual.» - AllendeAran
TORRES DE ALTA TENSIÓN
EL PAISAJE MALTRATADO
Montes de Triano, Galdames, Muzkiz


Fue el otro día que decidí dar mi primer paseo del año, aprovechando el buen tiempo, por los montes de Triano cuando llegando al centro minero pude observar consternado, peor aún, HORRORIZADO, como las amplias laderas que bordean la subida a los montes, tan tupidas de arbolado verde, se veían invadidas por torres gigantes de alta tensión, con sus tendederos de cables que semejan telarañas. Eso no estaba ahí el año pasado, me dije parpadeando una y otra vez incrédulo. Más arriba, por el camino de subida a los montes, otras tantas torretas enormes estaban clavadas al pie del camino. Cantidad de arbolado cortado de cuajo. El suelo del camino había sido allanado con detritos de azulejo blanco y ladrillo, supongo que favorecer el trabajo. En fin, el paseo me supo amargo, se me atragantó. Aceleré el paso hasta llegar al llano que comunica con el alto Galdames y Sauco, por el que pude dar la espalda a semejante asquerosa polución paisajista.  
Crearse un pequeño paraíso con el que uno pueda evadirse del barullo, del ruido y el estrés de las metrópolis no siempre resulta certero, ni conlleva garantía de seguridad permanente. No cuando la dependencia con el entorno social es ineludible. Estamos atados, bien amordazados a la ley mayoritaria, la aborregada, que persigue la comodidad más factible, la más barata, ya se sabe, la materialista, presidida por el capitalismo avaricioso. Por eso, la independencia personal que se recrea en ensoñaciones, ideales y utopías, es vulnerable de infecciones por parte de ese motor industrial que llaman Progreso. Así, cuando menos te lo esperas tu mundo se viene abajo. ¿Pero qué te esperabas? 
Ya que la estupidez crece directamente proporcional al ingenio de unos pocos, por mucha pedagogía,  ilustración, genialidad que posean las minorías de nada servirá. La verdad que se pueda esgrimir contra el desenfreno del Progreso chocará de frente contra la fatalidad ciega, la insensibilidad del bruto. Es decir, que no avanzamos, que estamos igual o peor que hace un siglo, o dos, o tres... La carrera del Progreso por acomodarnos de la mejor manera posible en la Tierra, a costa de sacrificar lo que la naturaleza atesora misteriosamente, mantiene su curso despiadado, igual que si de una maquina apisonadora se tratara. Mi pequeño paraíso personal, seguramente compartido en silencio por pocos, se ha visto tocado, herido, ahí donde pensaba que no llegaría, no cuando parecía haber conciencia más despierta en los últimos años por preservar el entorno natural. Pues no, me equivocaba y el maligno virus del Progreso ha venido a infectar mi propio mundo. 
La luz, dicen, es un bien que no tiene precio. ¿Pero cuánta más luz necesitamos para que nos creamos vivir igual que el día? ¿No llegaremos a echar de menos luego la noche? Si ya no se vemos las estrellas en las ciudades… ¿Pero a quién le importa esto? Visto lo que acontece últimamente en el panorama político, el negocio sin escrúpulos, la corrupción, me aventuro a creer que esas torres son innecesarias. ¿Por que ahora, al cabo de tantos años?
He asistido desde mi infancia al deterioro progresivo del entorno natural del pueblo en el que he crecido. Toda la costa rocosa del Abra ha sido rellenada de cemento, para crear un superpuerto que facilite el trasiego mercantil. Hubo en Santurtzi una playa pequeña que jamás llegué a conocer a principios del siglo XX. El pueblo donde aprendí a nadar en aguas puras, Zierbana, hay instaladas un cúmulo de fábricas al borde del mar. El pueblo huele a pan rancio, y según mi tío que allí vive, en su jardín ya no crece la fruta como antes y los árboles y la forestación están mustios. La pintoresca imagen de pueblo fue sepultada bajo el cemento armado. Crearon una playa artificial que no funciona, ¿cómo no iba a ser así? Al mar no se le puede engañar. Eso sí, Zierbana es la villa más rica de Europa, dicen, pero la recompensa a sus resignados habitantes, vilmente engañados, no sé ve. Poco a poco, disimuladamente, embaucados por el olor del dinero, vamos perdiendo el hábitat natural en el que crecimos. 
Batallar contra estos continuos desastres ecológicos resulta agotador. Tiene que haber otra forma de entenderlo para que no se repitan tan tontamente. Yo no estoy en contra del Progreso, pero creo que otro Progreso es posible. ¿Y cómo es esto? Si la meta de todo ser es ser, sentirse a gusto siendo, sentirse vivo, feliz de existir, habrá que entender cuando y cómo se dan esos momentos que usamos como paradigmas con los que defendemos la alegría de vivir. En eso estamos y a eso nos debemos si deseamos presumir de seres humanos.

- Quienes imaginan el Cielo por un instante, se sitúa a si mismo siempre dentro de un escenario donde la naturaleza exhibe su gloria.-
- La paz interior se reconoce en la contemplación y donde mejor se recrea la atención es ahí donde la belleza se desnuda sin despertar en nosotros intereses mezquinos. Paisajes y detalles menudos de la naturaleza son aquí lo más reclamado. -
- La naturaleza es por lo general el terreno predilecto para sentir la libertad, para apartarnos de la condena de obligaciones sociales, de las leyes, el tiempo y el sinsentido. - 
- Los recuerdos más felices de nuestra infancia se ubican por lo general en un escenario donde la naturaleza era participativa. -
- El arte más seductivo, imperecedero y valorado, la misma filosofía, comulga con la naturaleza en sus variadas formas que invitan a la creatividad con alegorías y metáforas, ideas que nos devuelven la confianza en que por algo merece vivir. -  

Dicho lo cual, entenderemos, que sí el avance arrollador del Progreso, éste, no proyecta en sus finalidades ninguna de estas afirmaciones, si estás se pasan por alto, se ignoran, se descuidan, se vapulean, entonces estamos tomando un camino equivocado, abrupto, un camino sinuoso y roto, en el que nos perderemos, cómo de hecho está sucediendo. ¿Por qué somos tan pocos los que comprenden esto?

Muchos de los males que sufrimos en las grandes ciudades, la ansiedad, la depresión, la delincuencia, la pobreza, el desencanto, tienen su origen en la falta de perspectiva interior, en no saber qué hacer con la existencia, en cómo canalizar el empuje forzoso que sentimos por vivir, ¿Para qué, Por qué, Cómo? Y a esto no da respuesta alguna el Progreso, sino todo aquello que se desenvuelve ajeno a nuestra voluntad de dominio. De ahí la Naturaleza al desnudo, su misterio, su extraordinaria belleza, sus tesoros velados, su infinita actividad. Si el Progreso contamina y afea el espacio necesario en el que poetas, artistas, metafísicos y científicos se han de desenvolver libremente, estaremos cayendo en el abismo oscuro del nihilismo. Será culpa nuestra el haber aceptado una verdad contraria a nuestro devenir como seres humanos. No es posible aceptar una verdad que viene a contradecir la vida.
Lo reconozco en parte, el Progreso nos concede el ámbito propicio, el Ocio, para saltar a esa otra verdad más esencial y completa que reclamo, pero es de vital importancia no olvidar el deber de prestarnos al juego del Arte, a la gracia de la inventiva, la contemplación, el mundo de las IDEAS, el goce de la belleza sin prisas. Y si todo esto queda tan sólo en una teoría banal, en una utopía de chiflados, si se queda a escondidas en la mente de unos pocos metafísicos, poetas y místicos estaremos perdiendo la fe en nosotros mismos. Poner en práctica todo esto es dar respuesta al jeroglífico existencial, es empezar a reverenciar el milagro que nos ha permitido llegar hasta aquí.
Por lo tanto, y para terminar, no permitamos que el Progreso afee el paisaje que nos habla de la enigmática belleza. De las oscuras insinuaciones que nos ayudan a crecer humanamente. La gracia por la que deseamos participar en la aventura de existir, explorar sus infinitas posibilidades. Si permitimos que el Progreso falte el respeto a nuestra sensibilidad, reflejada a menudo en un paisaje, nos estaremos conduciendo al suicidio espiritual.  -  AllendeAran

"Fijaros bien, ya incluso el cielo raso azul se ve rayado de estelas de aviones. La polución al paisaje se da por todas partes. La naturaleza ya rara vez se ve en su estado inmaculado, ese estado que mejor expresaría su peculiar encanto"


"Con la taladura de un montón de pinos se puede observar esta maravillosa vista de la playa de La Arena gobernada por la inmensa Petronor. Da risa. Y desde lo alto la monstruosa torreta de alta tensión"


"Bueno, esperemos que algunos paisajes continúen eternos y que ninguna idea mal avenida del Progreso venga a ensuciar estas panorámicas"
"Siempre nos quedará algún rincón escondido en el que alejados del trato humano y  las grandes urbes podamos encontrar la paz que no persigue nada sino el momento en sí. Un rato en el corazón de los bosquecillos es la mejor terapia que te puedes conceder. Sale gratis. Olvídate de psicólogos, clases de yoga o libros de autoayuda."
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viernes, 6 de marzo de 2015

STEVEN WILSON 
MARIUSZ DUDA
THE OLD PEACE



Soy un admirador del rock progresista de Steven Wilson pero por desgracia la temática de sus canciones encajan mal en la temática de este blog. Tiene costumbre de inspirarse en historietas de apariciones, fantasmas, rarezas oníricas, noticias extrañas que leemos en los periódicos. El otro día encontré por casualidad este precioso vídeo con una dulce canción en compañía de Mariuz Duda. Pura naturaleza. Aprovecho de paso la ocasión para promocionar su reciente trabajo "Hand.Cannot.Erase" que justo esta semana ha salido a las ondas. Es su cuarto trabajo en solitario y una vez más se erige como el mejor músico de rock de estilo Prog, tan incomprendido hoy en día. La idea de esta obra surgió de una curiosa y trágica noticia que leyó en el periódico acerca de una chica que fue encontrada en casa, al cabo de dos años, muerta. ¿Cómo es que nadie supo de ella, que nadie la echara de menos? Wilson comenta en una entrevista que la mejor manera de perderse en este mundo es ir al corazón de las grandes ciudades donde nadie sabe nada de sus vecinos, donde el anonimato está asegurado. Razón no le falta. "Hand.Cannot.Erase" es un caleidoscopio sonoro de múltiples ritmos brutos y melodías entrecruzadas al mejor estilo de los 70.

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