jueves, 1 de marzo de 2012

DIARIOS
Ralph Waldo Emerson

Desde 1820 hasta 1842 Emerson escribió un diario personal en el que centraba sus pensamientos y opiniones en un amplio abanico de tópicos que iban desde la verdad moral a la crítica política, desde los cotilleos a la soledad, desde la esclavitud a la economía de América, desde la naturaleza a sus viajes por Europa. En ellos la historia y la autobiografía se entremezclan. De sus anotaciones extraía sus ensayos, sermones y conferencias que harían de él un progresista ejemplar en la América del siglo XIX. Sus diarios son en verdad el legado de un hombre de pensamiento positivo, abierto al entendimiento, entusiasta por la vida y la libertad. Por desgracia en castellano no hay nada traducido de esos diarios. Yo traduzco de una recopilación inglesa tres de sus entradas. Estoy a la espera de leer una amplia recopilación este próximo verano. De momento esto:

Julio 13, 1833

Más que nunca, al mirar hacia estas sorprendentes formas animadas el universo es un fascinante enigma. Las mariposas difusas, las conchas talladas, los pájaros, bestias, peces, serpientes y el elevado principio de vida incipiente por  todas partes, en cada roca imitando formas organizadas. No hay forma grotesca, salvaje, ni maravillosa sino la expresión de alguna propiedad inherente en el hombre, el observador… Hay una oculta relación entre los mismos escorpiones y el hombre. Siento el ciempiés en mi mismo, el caimán, la carpa, el águila y el zorro. Estoy conmovido por una extraña devoción. Continuamente me digo, Seré un naturalista.  

Septiembre, 1862

Fuentes de inspiración. Quizás lo primero sea conversar con la naturaleza a solas. Y hay expresiones dulces y palabras espantosas nunca articuladas en las bibliotecas. Ah los días primaverales, los amaneces en verano, y los bosques de octubre.
Qué vacío me pareció ayer en los bosques el discurso que a menudo uno escucha de los cansados ciudadanos que han empleado su fugaz entusiasmo en el campo, la Naturaleza les hastía y las hojas verdes no les dicen nada. La naturaleza y sus hojas verdes están hundidas a mil leguas de profundidad de sus ojos superficiales.
Cuando compré mi granja, no sabía de la ganga que adquirí gracias a los pájaros azules, los tordos y los zorzales, aún menos imaginaba las sublimes auroras y atardeceres que estaba comprando.

Septiembre 8, 1848

Fui a los bosques. Allí no me encontré a mi mismo del todo presente. Sí miraba a un pino o a una margarita, aquello no me parecía naturaleza. La Naturaleza estaba en otro lugar. Esto o esto otro estaba en la periferia o más allá del reflejo y el eco triunfante de lo que había pasado y ahora estaban en su esplendor visual y frescura. Por casualidad, en los campos vecinos o, permaneciendo ahí entonces, en los adyacentes bosques. Siempre el objeto presente me otorgaba el sentido de la quietud que proviene de un espectáculo que acaba de irse. 

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